Capo

958 55 1
                                    

Termino de colocarme mi camisa y paso mis manos por mi cabello al tiempo que la puerta a mis espaldas se abre y por el espejo frente a mí veo como Fedor, mi consejero, entra con expresión seria y me giro para encararlo. Lo mande por algo y su expresión me dice que lo ha encontrado y no es bueno.

— ¿Quién fue? —pregunto sin tanto preámbulo.

—Fueron ellos —responde y bufo para no echarme a reír.

—En verdad es una estúpida —suelto tenso y es que no es para menos, los italianos me están hartando.

— ¿Qué hará? —pregunta Fedor a mi lado, sonrío y salgo de mi habitación.

Un enorme pasillo se extiende frente a mí y lo atravieso a paso apresurado deseando llegar lo antes posible a donde esa rata, mi cuello pica y mis manos arden por las ganas de torcer su cuello. Una de las mujeres encargadas de cuidar la fortaleza se atraviesa en mi camino con la cabeza gacha.

— ¿Qué quieres? —pregunto y noto como tiembla. Sé a qué se debe.

—La señorita Alekseva, ruega verlo —responde y ruedo los ojos, molesto.

—No tengo tiempo para ella ahora y que deje de pedir como si fuera alguien importante aquí —digo y con solo una señal la mujer desaparece.

Salgo de la fortaleza y mis hombres me abren paso, subo a una de las camionetas y esta se pone en marcha rodeada de las demás. Miro fijamente mis manos respirando hondo, midiendo mis pasos. No puedo fallar.

Los italianos.

Esos bastardos están por debajo de mí, pero no se quedan quietos y aunque la mercancía que intentaron quitarme no era tan importante, no puedo permitirles creer que pueden atacarme, se han mantenido alejados porque saben que al primer acercamiento los mato. Pero su nuevo líder al parecer no lo tiene claro y ha comenzado a hostigarme. Me recojo las mangas de la camiseta negra y gracias a esto mis tatuajes salen a la luz, una calavera rodeada por una serpiente. Sonrío y levanto la mirada cuando los autos se detienen. Al bajar miro fijamente la edificación de concreto la cual está rodeada de mis hombres que portan armas de alto calibre mientras el cielo está cubierto por nubes negras, de manera algo perturbadora, siempre están así.

Emprendo mi camino hacia la entrada mientras cada vez que paso frente a un Kop este baja la mirada dedicándome un leve asentimiento como saludo. Entro a la edificación y sigo mi camino ignorando a las mujeres que trabajan contando el dinero y mientras recorro el pasillo, mi mente va trazando el plan una y otra vez en busca de fallas, nada puede salirse de mis manos porque no solo me pondría en peligro a mí sino también a todo el clan. Los Legendary darían la vida por mí y lo sé, es por eso que debo mantener el dominio de la situación porque, aunque ahora no lo sopesan, si yo llego a morir tendrán que arrodillarse ante el nuevo líder, sin importar que este me haya matado. Así es esto. La puerta de metal frente a mí se abre dejándome ver a la niñata que se encoje al verme, tiene la misma ropa que hace dos días mientras sus ojos están rodeados por unas oscuras sombras negras, se ven hinchados y enrojecidos. Me mira con odio y yo solo puedo acercarme sin dejar de mirarla. Ella, aunque puedo percibir su miedo, trata de ocultarlo y el que no me baje la mirada me demuestra lo que ya sé. Es peligrosa.

— ¿Qué quiere? —pregunta, pero suena como una exigencia, cosa que paso por alto porque lo que menos quiero es que se descontrole.

— ¿Por qué creíste que el cargamento era de los italianos? —pregunto posándome a unos pasos de ella.

Mantiene sus brazos alrededor de sus piernas y sus rodillas contra su pecho mientras la analizo, tiene en el labio herido y este tiembla ligeramente. Algo recorre mi espalda y tenso la mandíbula cuando ella se levanta, sus tobillos están rodeados por cadena mientras noto como su sudadera está destrozada en la parte de abajo. Me mira a los ojos y percibo algo en ellos, además de odio.

Bárbaro [E #1]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora