En óleo para la princesa. || YumiHisu.

Capítulo 1

El reino de Paradis era uno de los más reconocidos en el mundo. Su gente era amable y trabajadora, logrando ser una potencia mundial en poco tiempo, todo aquello debido a que el rey Erwin llevaba todo bajo control a pesar de ser el único en el poder. El conocido "rey solitario" de Paradis se volvió reconocido entre la realeza de distintos países cuando su esposa falleció y el mandato del reino quedó en sus manos. Su reinado era admirable, el hombre debía guiar un país y al mismo tiempo cuidar y criar a sus tres hijos sin ayuda alguna.

Frieda era la hija mayor, aquella quien heredó el cabello de su difunta esposa, reconocida por ser la más amable y cercana a los distintos pueblos que conformaban el reino. Próxima heredera al trono y favorita de los habitantes de Paradis.

Armin, el del medio, estaba interesado en recorrer el mundo y descubrir nuevos lugares que quizás el ser humano aún no ha visitado. A pesar de ser pequeño su interés por los libros no pasaba desapercibido, haciéndolo bastante inteligente a pesar de su corta edad.

Por último, la más pequeña de la familia. Historia. De aquella pequeña la gente no sabía mucho, no se solía ver en eventos formales pero las personas afortunadas que habían logrado verla decían que era una belleza con su dorado y largo cabello.

De la pequeña poco se sabía de ella fuera del castillo, pero los que más la conocían eran los guardias del lugar, quienes debían tolerar que la pequeña se escapara a quien sabe dónde de vez en cuando escabullendose quien sabe dónde. Podían pasar horas buscándola para finalmente encontrarla en su dormitorio durmiendo como si nada hubiera pasado. Los hombres hicieron el pacto silencioso de que si la princesa no volvía a su hora habitual empezarían a buscarla dentro y fuera del castillo luego de que la misma situación sucediera más de diez veces.

El lugar donde se escabullía la pequeña princesa no estaba tan alejado del castillo, en la parte trasera del lugar, pasando por un jardín grande y floreado, había una escalera que guiaba hacia un pequeño muelle por donde los pescadores dejaban la carga de pescados y mariscos para la cocina del reino. Allí había un lago el cual estaba unido a un pequeño sendero y un bosque, para llegar ahí la princesa saltaba hacia la parte baja del lago y con unos saltitos llegaba a tierra firme.

En aquel lugar no habían personas, tan solo animales con los cuales la pequeña princesa caminaba y jugaba por horas y horas para no sentirse sola.

Pero un día, la princesa se dio cuenta que no era la única que visitaba aquel lugar. Mientras caminaba en sus caminatas diarias por los jardines del castillo junto a sus hermanos, logró visualizar una figura pequeña sentada en el verde pasto del lugar, llamando su atención al punto en el que sus hermanos la regañaron por quedarse muy atrás.

¿Quién era esa persona? ¿Cómo había llegado al lago? Esas preguntas rondaron en la mente de la pequeña durante gran parte del día hasta que decidió esperar a que aquella persona apareciera nuevamente. No se veía como alguien mayor, por esa razón le causaba más curiosidad saber de quién se trataba.

Hasta que el día ansiado por Historia llegó. Mientras miraba por su ventana logró ver a aquella persona nuevamente sentada en el verde pasto frente al lago.
Rápidamente salió de su habitación y bajó hasta el pequeño muelle. Historia vestía su conjunto casual aquel día, por lo que al saltar por el lago solo se sacó sus zapatos y levantó levemente su larga falda hasta sus rodillas para no mojarla. Al llegar a tierra firme se colocó sus zapatos torpemente ya que su mirada estaba pegada a la persona allí sentada. Una vez se encontró más cerca notó que la persona era una chica, quizás de su misma edad.

Mientras más se acercaba Historia notaba más cosas. La chica desconocida ahora estaba en el mar con sus pantalones arremangados hasta sus rodillas, su cabello era liso, hasta los hombros y castaño. No parecía alguien del castillo.