En óleo para la princesa. || YumiHisu.

Capítulo 3

La noticia había llegado a los oídos del rey. Una conversación entre los guardias del jardín no pasó desapercibida por Erwin. En su despacho estaba paciente, esperando por la persona que había llamado para que se encontraran ahí. La puerta se abrió y la pequeña figura con ojos curiosos se dejó ver. Con una sonrisa amable y ojos suaves, el hombre invitó a su hija a sentarse frente a él, con la mesa adornada con galletas y un vaso de agua para la menor.

— Historia, necesitamos tener una conversación importante. -Empezó el hombre de forma seria.- ¿Hace cuánto te escapas del castillo?

La pequeña se puso pálida, ¿Cómo se había enterado su padre? ¿La había visto en el bote desde la ventana de su despacho? ¡Pero si había sido bastante precavida! Sus ojitos se llenaron de lágrimas, sabía que su papá iba a regañarla y no sacaba nada con mentirle. Él ya lo sabía todo. Ahí fue cuando le contó, le dijo sobre lo mucho que amaba el bosque y el lago. Había descubierto aquel pasadizo no tan escondido y lo había estado usando para salir y recorrer con libertad. Por su mente no pasó contarle sobre Ymir, su padre se volvería loco sabiendo que se juntaba con una chica desconocida.

Eso, y que ambas habían hecho el pacto silencioso de no contarle a nadie sobre la otra.

— Entiendo sobre tu curiosidad, pero tendré que prohibirte que vuelvas a ir hacia allá. -Dictaminó el rey con un suspiro intentando dispersar la ira de su interior.-

— ¡Pero–!

— Es peligroso que andes por ahí sola, incluso si te mantenías cerca para que los guardias te oyeran. Debes recordar tu posición como princesa de Paradis, Historia. Hemos hablado como familia sobre el peligro de andar solos en algún lugar. -Dijo con un tono duro y su ceño fruncido, digno de un rey que se tomaba en serio la seguridad de su hija menor.-

— ¿P-Pero y si llevo un guardia conmigo?

— No. En parte es un castigo por tu falta de obediencia y por ser descuidada. -El hombre se puso de pie para mirar a su hija sin expresión alguna, la pequeña apretaba sus puños de impotencia.- Estoy decepcionado al descubrir esto.

Al oír aquello Historia dejó de respirar, sintió sus mojadas mejillas y su pequeño pulso se detuvo de repente. Su padre estaba decepcionado de ella. Si bien el hombre no hablaba mucho con ella debido a su agenda, la búsqueda de su aprobación era lo que la princesa solía hacer. Pero aquellas palabras entraron al corazón de Historia con fuerza para así no salir en un largo tiempo.

El rey dió la orden de ponerle candado a la puertilla por donde Historia se escapaba. Ningún guardia podía dejarla pasar bajo ninguna circunstancia.

La princesa no podía escaparse al lago nunca más.

Aquella semana Historia se la pasó en su habitación, decidió ser como su padre quería para sentirse orgulloso. Se olvidó de visitar el lago o de salir del castillo en lo absoluto para así enfocarse en lo primordial: Ser una princesa de Paradis y no volver a decepcionar a su padre.

Pero alguien quien no quería olvidar aquel lago era Ymir, quien fue todos los días con su libro para mostrárselo a Historia con emoción, pero la princesa ya no aparecía. Intentó una última vez, yendo temprano y quedándose hasta muy tarde pero la rubia no apareció. Volvió a casa triste, quizás querer una amistad con la princesa era demasiado. ¿Una chica de pueblo siendo amiga de una princesa? Era estúpido si lo pensaba.

Rendida subió llorando a su habitación una vez llegó a casa, se sintió traicionada. Ambas habían prometido que se seguirían viendo pero Historia no cumplió su promesa. Estaba enojada. Las promesas no se rompían, ¡¿Por qué Historia lo había hecho?! Se puso de pie y abrió el cofre donde guardaba sus juguetes, tomando la corona de flores que la princesa le había dado para luego tirarla al piso y pisarla con enojo.