Tal como acordaron, Historia e Ymir se reencontraron el día siguiente, y el siguiente, y el siguiente, haciendo ya parte de la rutina de cada una el verse después de que el cielo comenzara a cambiar su color.
En casa todos estaban sorprendidos ante el cambio de humor de Ymir. Usualmente la niña era reservada y no salía tan seguido ya que prefería quedarse en casa para ayudar, pero cuando comenzó a salir a jugar todos los días su familia se sintió feliz. Su padre era un militar que era parte de la legión de reconocimiento, quienes batallaban en las fronteras contra ataques de pueblos o países ajenos. Su hermana Ilse iba a la escuela del pueblo, de vez en cuando Ymir se robaba algunos libros de la mayor para leerlos cuando estaba muy aburrida.
La demás familia de Ymir era de pescadores. Vendían lo que recolectaban en el mercado del pueblo, así teniendo ganancias para pagar lo necesario para sobrevivir. El abuelo de Ymir tenía muchos botes los cuales utilizaban los chicos del pueblo que contrataba para ayudarlos, más de una vez las hermanas se subieron a uno para acompañar a su abuelo intentando ganar interés por su trabajo.
— ¿De verdad tienes un bote? -Preguntó asombrada Historia mientras caminaba por el bosque con Ymir.- ¿Sabes manejarlo?
— Eh…¡Sí! Es el mejor bote de todos y solo mío. -Dijo la castaña en una obvia mentira caminando sobre un tronco sin mirar a la rubia mientras rascaba la punta de su nariz.-
— ¡Eso es muy genial! ¿Qué más tienes?
Ymir se tensó ante aquella pregunta, el bote ni siquiera era de ella pero lo dijo como si aquel bote color calipso le perteneciera para poder impresionar a la rubia. Por su mente intentó buscar qué otra cosa podía sorprender a la rubia, pero ella era de la realeza, no mucho podría sorprenderla, fue lo que dijo su mente.
— Nada más. Quizás tú tienes cosas mejores que las mías.
— No lo sé…¡Tengo un caballito!
— ¡¿De verdad?!
— ¡Sí! Es café y lo uso cuando mis hermanos quieren hacer carreras en el hipódromo.
Las conversaciones de ambas eran bastante inocentes. No había odio hacia la otra por ser de diferentes clases sociales o realidades. A los 8 años es cuando te empiezas a dar cuenta de tu alrededor, que uno tiene cosas mejores que las tuyas. Pero aquel odio o envidia venía desde la enseñanza. Algo que Ymir notó en la princesa era que le gustaban mucho las flores. Aquella chica de realeza recolectaba flores seguido y las guardaba en sus manos creando pequeños ramitos o anillos de flores coloridas. La princesa a pesar de tener todo a su disposición, no había disfrutado pequeños placeres de la vida como los de Ymir.
— ¿Nunca has andado en un bote? -Preguntó asombrada la castaña.-
Historia negó, sentándose en un tronco tirado en el pasto. — Aún soy pequeña como para acompañar a papá en sus viajes por el mar.
Ymir se quedó en silencio viendo como la rubia movía sus pies a un ritmo desconocido con un leve pucherito en sus labios que expresaba su mal sentir por no poder conocer los vehículos marítimos. Con valentía la de pecas se ofreció a darle un pequeño viaje en bote a la princesa, pero uno corto, debido a que ambas no podían alejarse demasiado de la orilla o del castillo.
Historia aceptó el plan y su pecho se sintió tibio. ¡Por fin andaría en un bote! Basándose en los relatos de Frieda y lo que ella vió en fotos o de lejos, los botes y barcos funcionaban de una manera extraña, no entendía aún cómo no se hundían con la gran cantidad de gente que llevaban encima. No pudo evitar sentirse nerviosa al pensar aquello. ¿Qué pasaba si el bote de Ymir se rompía cuando ella subiera? Esa fue la pregunta con la cuál se fue a dormir aquella noche en donde durmió un poco más tarde de lo usual debido a que se había quedado preparando un regalo para su nueva amiga.
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En óleo para la princesa. || YumiHisu.
FanfictionRoyal AU. "Cuando dos personas están destinadas no importa el tiempo que pase, siempre se vuelven a encontrar." Ymir Fritz, una artista del pequeño pueblo de Dauper, es llamada para realizar los retratos de la familia real, gobernantes de la isla Pa...