El promblema

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Taichi Yagami


Taichi infló los mofletes mientras miraba disgustado por la ventana del segundo piso de la amplia casa de su hermana. Hacía casi dos horas que se encontraba sentado sobre la suave cama con aquella expresión de disgusto bien plantada en su rostro varonil sin la menor intención de cambiarlo.

Hikari le observo unos minutos antes de soltar un suspiro y comenzar de nuevo con aquella pregunta que su hermano mayor parecía empecinado en negarse a contestar. Solo había una razón lógica según ella, para que ese hombre, porque no había otra forma de describir a Taichi con ahora cuarenta y ocho, elegante y sexy en todo el amplio sentido de la palabra, mostrara esa cara de enfado infantil e irracional.

—¿Ahora me dirás que paso? —preguntó ella parándose a un paso frente a él con las manos en jarras, quizá si se mostraba autoritaria él hablaría.

—Nada que deba preocuparte. —Y con esa simple respuesta pensó ilusoriamente que podía terminar con aquella incómoda situación. Pero si la conocía, y la conocía bien, entonces eso solo sería el pie para una larga, larga plática entre hermanos.

—Taichi Yagami. —Él mencionado siseo, estaba en lo correcto. Dio un suspiro cansado y la miró directamente a los ojos, tenían cuatro horas antes de que el mayor de sus sobrinos entrara por la puerta.

—Creo que lo nuestro se terminó —expresó él con fastidio que intentaba disfrazar la creciente tristeza en su interior, y evitando soltar lágrimas que en un hombre de su edad ciertamente se verían ridículas.

Hikari levantó las cejas asustada, sorprendida y muy contrariada, debió haber escuchado mal.

—Yo, esta vez sí que la jodí. —completó desviando esos ojos ahora maduros que a pesar de los años jamás aprendieron a mentir ni a ocultar sentimientos.

—Hermano. ¿Estás seguro?

El hombre castaño asintió.

—No es que lo hiciera a propósito, la verdad ni recuerdo cómo es que llegue ahí.

Ella ladeo la cabeza. —Tai, de verdad no entiendo, si tuvieras la delicadeza de comenzar por el principio entonces yo...—

—Esto es peor que aquella guerra

—Te refieres a la que fue antes de...

—Sí, esa, ¡maldición! ya hasta ni recuerdo porque fue que comenzó.

Hikari le miró con ternura, sonrió conciliadora y sin más se abrazó a su adorado hermano, en aquel entonces solo tenían catorce y dieciséis años respectivamente y por supuesto que ella si recordaba el motivo de aquella guerra entre hermanos, declarada contra quienes ahora eran su familia.

—Bien, entonces creo que debo refrescarte ciertos recuerdos —dijo ella muy entusiasmada.


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Yamato Ishida


Yamato golpeó el volante del auto, hacia más de diez minutos que le había marcado a Tk para que saliera de su oficina, y aunque un tanto reticente su menor contestó afirmativamente cuando escuchó las palabras:

Urgente y Acabado.

Matt traía puesto una simple playera negra algo desteñida y un pantalón de mezclilla bastante usado, Tk le miró escéptico y asustado a partes iguales, ni para ir a la tienda de la esquina Matt salía tan "casual"

—Sabes que es lo más risible. —Matt sinceramente arrastraba un aire depresivo y casi destructivo. —Que tenemos casi treinta años viviendo juntos y en todo ese tiempo yo pensé que... ¡Mierda! Yo creí que nosotros... que no terminaríamos como...

Tk asintió apesadumbrado, sabía que el término de aquella frase era; "como nuestros padres". Un divorcio era la peor maldición para alguien que toda su vida ha temido eso, a la soledad de un departamento vació y el abandono de a quién ama de verdad.

Ahora el urgente y acabado le parecían poco para el verdadero estado de ánimo de Yamato.

—No puedo creer que me hiciera esto, —Sus manos de inmediato cubrieron su rostro acallando sus palabras y las ganas de llorar.

—Matt tranquilo — intentó apaciguarlo. —Cuéntame que paso.

—¿Qué paso? —dijo como si el mismo no entendiera la razón de su desgracia. —No lo sé.

Tk abrió los ojos, debía ser una broma.

—Yo solo vi en mi cama a ese hombre. ¡Ahí! Recostado EN MI almohada, DESNUDO y con sus manos alrededor de la cintura de...

Un sollozo apago cualquier cosa que deseara decir. Había estado aguantando las ganas de berrear y gritar, porque por pura dignidad simplemente dio media vuelta y se marchó, sin decir nada, ni escuchar a nadie.

Tk entrecerró los ojos con furia, Taichi moriría molido a golpes si eso era cierto. Cerró los ojos con fuerza y respiró profundo. No podía dejarse llevar por sus sentimientos como cuando era adolescente, en especial porque en este caso estaría en juego su matrimonio, en aquel entonces estuvo a un palmo de perder a Kari, y no pensaba ni quería volver a revivir aquel duelo.

—Quizá solo malentendiste la situación —formuló con la esperanza de arreglar las cosas.

—Si tu encontraras a Kari con otro hombre, en tu casa, en TU CAMA y DESNUDA. ¿Pensarías que sólo es un mal entendido?

Takeru negó rotundamente.

—Pero al menos, digo, después de tantos años juntos, le permitiría explicarse.

Matt lo miro. La verdad aun quería creer que había una explicación.

—Matt al menos escúchalo, sería estúpido terminar una relación de cuantos ¿veintiocho, veintinueve años...?

—Son treinta juntos y súmale tres más de noviazgo.

—Ahí tienes, vale la pena.

—Sí, lo vale. —Su mirada azul aun estaba herida.

—Entonces vamos, lo más seguro es que la damisela este con su dragón.

Matt sonrió tristemente ante esa descripción. —Si kari se entera que la llamas dragona a su espalda te mata.

—Sí, tienes razón —suspiró aliviado de que su humor mejorar aunque fuera un poco.

El auto se puso en marcha, Tk suspiró, lo bueno fue que tuvo la precaución de avisar que tomaría el resto del día por un problema personal, porque de otra manera terminaría despedido por abandono de trabajo.

—Matt —llamó, el otro rubio asintió sin despegar la vista de la carretera ni su pie del acelerador. —Creo que será mejor que yo conduzca.

Su hermano lo miró y con un rechinar de llantas se detuvo y sin más bajo para cambiar de lugares. Tk estaba seguro que esto solo era la punta del gran eisberg de emociones que Yamato cargaba a cuestas.

Por tu bien espero que todo tenga una explicación Taichi Yagami, rumió mentalmente mirando a su hermano con tristeza, el hecho de que Matt tuviera cuarenta y nueve no era escusa para no profesarle apoyo filial y un cariño desmedido, el mismo afecto que Hikari le dedicaba a Tai sino es que el de ella iba por triplicado, pero quien tiene razón la tiene, no importa que tan negado este en verla.

No quiero tener otra guerra sin cuartel contra los Yagami, suplicó mentalmente mientras ponía el auto en marcha nuevamente, ya la última contienda fue sanguinaria y según Tk, ellos llevaban las de perder.

Lo que pasó en ese entonces fue...

Continuara... 

Ishida vs YagamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora