Perspectiva de Thalía Rodríguez & Malena Fuentes

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Texto original. Propiedad intelectual de @Thaly_Rodriguezg & @malifc1

Siempre que encendía la televisión oía hablar en las noticias sobre un virus de procedencia desconocida que azotaba sin piedad a muchos países. Se difundían bastantes rumores en internet sobre su procedencia, pero nada era seguro, nadie sabía cómo ni de qué manera, pero estaba ahí y era una realidad difícil de afrontar. Es cierto que cada lugar tiene sus dificultades, y que cada uno tiene que vivir con ellas todos los días, saber seguir adelante y luchar por sus sueños. Pero, la pandemia en mi lugar hacia que esos sueños se quebrantasen, aun así, mis esperanzas de que todo mejorase seguían intactas. Todo era nuevo para mí y para todos, las cosas habían pasado en un abrir y cerrar de ojos. El covid–19 se extendía cada vez más, y por más que deseé que no llegara a mi país, no fue así. Era tiempo de exámenes en mi escuela, nos preparaban para la evaluación de Historia que sería al día siguiente. Antes de terminar el repaso, la directora entró y dijo que comenzaría la cuarentena. Muchos alumnos –para no decir que todos– lo vieron como un aleluya, ya que nos libraríamos de una prueba en la que nadie se sentía preparado, incluyéndome.

Las escuelas cerraron, y literalmente creí que no sabría de estudios en mucho tiempo. Estaba harta de funciones, diagramas y leyes de la física, pero no. Me enteré que tendría clases televisivas por un canal especial. Decepcionante, aunque se suponía que ayudarían a que los estudiantes continuaran su estudio desde casa, aquí todo era diferente. Ahora, al darme cuenta del peligro al que estábamos expuestos, me hizo entender que cuidarse era lo primordial.

En definitivo la pandemia no solo enfermaba a las personas, sino también a la economía. De dónde vengo no es muy buena –y no quisiera sonar dramática, pero enserio, no es muy buena–, y con la llegada del virus todo iba en peor. Aunque tuviésemos el dinero en las manos no podíamos comprar algo para comer. Algunas tiendas cerraron, y los particulares –personas que venden en la calle– subían de precio algunas cosas, solo con el fin de aprovecharse de esta situación. Desde que llegó la maldición, la salud económica del país decayó casi totalmente. Claro, como no se podían abrir los aeropuertos, la principal entrada de dinero se perdió.

Siempre tuve en mi mente que saldríamos de esta, que solo era algo pasajero. Pero, al llegar el año nuevo nos dimos cuenta que no. Mientras mamá y yo nos quedábamos en casa, mi padre iba a trabajar, no era mucho lo que conseguía. Las producciones eran escasas por culpa del anterior problema.

El calendario seguía avanzando, me aburrí de contar los días, el miedo contaminaba a cualquiera, las teleclases no ayudaban en nada, y sentía que estaba perdiendo tiempo al no poder aprender. Algunos profesores que decían venir a las casas nunca fueron, las teleclases dejaron de partirse. Sentía que todo se venía abajo. Mi vida social se fue por un tubo, solo tenía amistades virtuales. Los amigos que decían estar siempre para mí, se fueron. Me abandonaron en este momento. Solo podía contar con el apoyo de personas que, a pesar de estar detrás de una pantalla, estuvieron ahí en mis decaídas emocionales. Poco a poco fui presentando algunas crisis de ansiedad en las cuales mi madre siempre estuvo para mí, ya que como ella decía:

—Yo soy tu mejor amiga.

Esas palabras siempre estaban presentes en mi corazón. Lo peor fue cuando uno de mis familiares tuvo sospechas de covid–19. Ese echo me aterraba aún más. A los días nos aislaron y de suerte mi madre, padre, y hermanos no fueron afectados por el virus –incluyéndome– pero, algo malo si sucedió a terceras personas. Un familiar muy cercano había fallecido y todos nos pusimos muy tristes, este virus vino para quedarse, y solo quedaba protegernos y saber afrontar la situación.

No fue fácil lidiar con todo aquello, fueron tiempos de estrés. No obstante, encontré consuelo también en la música, componía mis canciones y las cantaba bajito en la habitación. Me ayudaban a mantenerme positiva ante todo lo malo que estaba sucediendo en el mundo. Esto parecía, o posiblemente sea una cárcel, muchas veces iba al techo de mi casa, para tomar un poco de aire y rayos de sol. Allí me inspiraba en demasía. Aparte de la música, ¡me anime a escribir mis propias historias! El temor de no ser aceptada siempre estuvo en mí. Hasta el día que decidí poder hundirme en libros en la famosa plataforma de Wattpad. Allí empecé desde cero y fui muy aceptada. Sé que está historia de cómo fue la pandemia sea un poco tonta, pero así la viví yo. Y, puede que también os parezca infantil, pero, recuerden que los sueños nunca terminan. Aunque estés encerrado y un apocalipsis zombie este fuera –que siendo sincera prefiero eso para poder vivir mi vida como la de The walking dead– nada te impide soñar. Teniendo una imaginación y las ganas de seguir adelante ¡Eso es lo que cuenta! Y es cierto que hemos perdido seres queridos, hemos llorado desconsolados, sufrimos estrés, depresión. Pero quiero decirte que puedes salir de esta, amigo, tú que me lees. No pienses que aquí todo se acabó. No, aquí comienza todo, y tenemos que cuidarnos mutuamente. Solo quiero transmitir mi experiencia en la pandemia, el cómo fue y como viví este cambio que nos aterraba a todos. Yo supe salir adelante –aunque no hayan sido muchas las dificultades como en otros lugares– ¿Por qué no podrías tú? Que eres tan magnífico. Y te preguntarás ¿Por qué me estará diciendo esto, si vino solo a contar su anécdota? Pues porque como mismo acabo de decir, lo viví, y sé que no es nada sencillo todo esto.

Y como decimos yo, y mi amiga Malva:

"—Solo el miedo puede detener un sueño...—digo para tratar de animarla.

Ella me responde muy dulce:

—Y, las ganas de seguir adelante lo hacen tu aliado."

"

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