CAPITULO 1

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La Princesa de Papá y Mamá

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La Princesa de Papá y Mamá...

La chica ejemplar, admirada por todos y envidiada por muchas. Así me conocían. ¿Independiente? ¿Qué rayos era eso? Nunca lo supe, hasta que mi mundo cambió a los 15 años. Fue cuando mi padre nos abandonó, dejándonos a mi hermana, a mi madre y a mí a la deriva. De la noche a la mañana, todo lo que conocía se desmoronó.

Vivimos dos meses en nuestra casa, pero ya nada era igual, dejé la escuela para cuidar de mi hermana mientras mamá no salía, a menos que fuera por una botella más de alcohol. La única vez que volvió a salir fue cuando mi padre reapareció, pero no para ayudarnos, sino para despojarnos de lo poco que nos quedaba. Nos dejó en la ruina.

Mi abuelo, al enterarse, no tardó en abrirnos las puertas de su casa, mostrando una sonrisa amable y una promesa de protección. Pero esa gentileza solo era una fachada, un disfraz para la crueldad que pronto revelaría.

Cuando cumplí 19 años, él me dijo:
—Tienes que ser como tu madre, pon en alto el apellido Jones, ella, a los 18, ya trabajaba y se pagaba su carrera. Te he dado un año aquí, pero ya es hora de que sigas sus pasos.

Así, aquí estoy, dos años después, sentada en el sillón de mi diminuta habitación, con un marcador rojo en mano, subrayando los pocos trabajos que podrían ayudarme a pagar la maldita universidad que mi abuelo eligió para mí.

—¿Qué pasa? —preguntó Linett, mi compañera de cuarto, desde su cama.

—Estoy hasta el cuello, Linett. Me falta la mitad de la colegiatura, no puedo pagar la renta y... —mi voz se quebró.

—No llores, tranquila, saldremos de esta, te lo prometo, mejor pásame el periódico —le entregué el que tenía en mis manos.

Tratando de contener las lágrimas, me enfoqué de nuevo en los anuncios, cada oportunidad que encontraba parecía más lejana que la anterior.

—¿Repartidora de pizza? —murmuré.

— No se andar en moto — negue.

—¿Y el Camaro? —bromeó Linett, recordando el auto que mi abuelo me había regalado a los 17, solo para quitármelo después.

—Eso fue hace siglos —resoplé, agobiada.

—Amiga, no entiendo cómo tu madre permitió que tu abuelo te hiciera esto —me miró con tristeza.

—Ella fue su títere, Linett. Le lavó el cerebro. Ahora está en Londres, feliz con mi hermana y su estúpido novio... mientras yo estoy aquí, luchando sola.

—Lo siento —susurró, con la voz cargada de compasión.

Seguimos buscando trabajo, aunque sabía que la mayoría no me sacaría del agujero en el que estaba.

—¿Stripper? —soltó de repente con tono burlón.

—Estás loca —dije entre risas, pero la realidad golpeó de nuevo—. Aunque si no encuentro algo que me pague la carrera pronto, quién sabe... —suspiré.

Obscura Obsesión / Chris EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora