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El rugido de la moto disminuyó a medida que nos adentramos en el camino que daba a la cabaña. La brisa marina empezó a acariciar mi rostro, trayendo consigo ese inconfundible olor a sal y libertad que solo la playa puede ofrecer.
Finalmente llegamos, la pequeña cabaña frente al mar se alzaba, tan acogedora y tranquila como la recordaba, sin embargo, algo era diferente esta vez. La única diferencia era que no estaban Mara ni Polo para recibirnos. No habría risas, ni charlas con ellos por esta ocasión, seríamos solo Chris y yo.
Bajé de la moto sintiendo mis pies hundirse en la arena, Chris, como siempre, se adelantó un poco, asegurándose de que todo estuviera en orden, llevando consigo sus maletas. Lo observé mientras abría la puerta había algo en su manera de moverse que siempre lograba llamar la atención sin ni siquiera querer, regreso a verme para cargarme en sus brazos y encaminarse hasta la puerta nuevamente.
— ¿Qué piensas? — me preguntó, mirándome.
— Que es perfecto — respondí, dejando que una sonrisa se dibujara en mi rostro — Solo tú y yo, ¿eh? — murmuré, acomodándome en su pecho.
— Exactamente — respondió, dejándome de pie.
Después de cerrar la puerta tras nosotros, un silencio acogedor llenó el espacio. El suave murmullo de las olas se filtraba por las ventanas abiertas, el lugar no había cambiado demasiado, pero todo se sentía diferente de algún modo, más íntimo, más nuestro. Caminé lentamente, pasando mis dedos por los muebles de madera pulida, admirando los detalles que me recordaban a nuestra primera vez aquí.
— Amaría vivir aquí contigo para siempre.
— Algún día mi amor — sonríe — Me encanta la idea de pasar mi vida contigo.
Mis pies me llevaron hasta la habitación principal, la luz del sol se filtraba por las cortinas, bañando todo en un brillo dorado, las sábanas, blancas y perfectamente tendidas, me llamaron la atención. Me acerqué lentamente, tocándolas con la punta de mis dedos, estaban suaves, frescas, mientras deslizaba mis dedos por la cama, mi mente empezó a desdibujar el presente con recuerdos del pasado.
Flashbacks.
La primera vez que estuvimos aquí, todo era nuevo, cargado de una pasión cruda y sin reservas. Recordé la manera en que Chris me había mirado aquella vez, como si fuera la única cosa en el mundo que importaba, sentí la presión de sus manos en mi piel, la urgencia con la que me había tomado, y cómo nuestros cuerpos se habían fundido en una sola danza incontrolable, mi respiración se aceleró un poco al recordar el calor de esa noche, la manera en que él había susurrado mi nombre contra mi cuello mientras sus manos recorrían cada centímetro de mi piel. Podía sentir su toque como si fuera ayer, el deseo vibrando entre nosotros de una forma que era imposible ignorar, un escalofrío recorrió mi espalda, sacándome brevemente de esos pensamientos. Apreté los dedos en las sábanas, cerrando los ojos, dejándome envolver por la memoria de nuestra primera vez aquí, era un recuerdo tan vívido que casi parecía que el tiempo no había pasado. Como si, de alguna forma, el calor de ese encuentro aún residiera en este lugar, Chris apareció en la puerta, me giré para mirarlo, el me observó en silencio durante unos segundos antes de caminar hacia mí, con su mirada intensa, como si supiera exactamente en qué estaba pensando.— ¿Qué pasa por tu mente? — preguntó en voz baja, mientras sus dedos rozaban mi rostro, levantando un mechón de cabello que caía sobre mi frente.
— Solo... recuerdos — susurré, buscando sus ojos.
— ¿Buenos? — preguntó con esa media sonrisa que siempre lograba derretir mis defensas.
— Más que buenos — respondí, acercándome más a él, dejando que mi cuerpo lo buscara de manera instintiva.
— Entonces... — murmuró, inclinándose para besarme suavemente, con sus labios rozando los míos que hacía que todo en mí vibrara — Creemos recuerdos nuevos.
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Obscura Obsesión / Chris Evans
FanfictionChris, un apuesto empresario, posee la sonrisa, el físico y el rostro de un ángel, pero alberga pensamientos y una actitud de acero. Es el hombre perfecto a los ojos de cualquier mujer. El vive bajo el lema: "Es mejor atreverse que quedarse con las...