Obscura Obsesión / Chris Evans

59. Contigo siempre.

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Finalmente entramos a la casa. Me dirigí directamente a la ducha, disfrutando del agua caliente que relajaba mis músculos después del largo día, cuando salí, envuelta en una toalla, noté que Chris también se había duchado en el otro baño, lo encontré de pie frente al espejo, ajustando el cuello de su camisa con cuidado. Se veía tan increíblemente guapo como siempre, incluso sin esfuerzo, llevaba una camisa de lino desabotonada a mitad del pecho y unos pantalones casuales que le quedaban como un guante, resaltando cada línea de su cuerpo y de ese hermoso trasero, aunque amaba verlo en un elegante traje, había algo en su aspecto relajado, en su ropa casual, que me hacía apreciarlo de una manera más íntima. Aún así, su presencia era imponente, su figura impecable.

Me quedé quieta unos segundos, simplemente admirándolo, disfrutando de la paz del momento y de la simple verdad de tenerlo a mi lado.

— ¿Te gusta lo que ves? — dijo Chris, rompiendo mi ensueño mientras se giraba hacia mí con una sonrisa pícara.

— Ya lo sabes —  Dejé caer la toalla al suelo, sin perder de vista su mirada que descendía por mi cuerpo— Siempre me gusta lo que veo.

Chris se rió entre dientes y dio un paso hacia mí, sus manos encontrando mis caderas mientras me acercaba más a él.

— ¿Que deberia ponerme? — le pregunto mientras miro sobre la cama los vestidos.

—  No me tienetes a no salir de la habitación nena.

Chris deslizó sus manos por mis caderas, acercándome más a él mientras sus labios se movían suavemente por mi cuello hasta mis hombros.

— El rojo — repitió, sin dejar de besarme — Sabes lo que me provoca.

Sonreí, disfrutando de la forma en que su mirada se intensificaba cada vez que mencionaba ese color. Me giré hacia la cama, donde un vestido rojo esperaba entre los demás, lo tomé entre mis manos y lo levanté para mostrarlo.

— Este entonces — dije, mientras me hacercaba al tocador para comenzar a vestirme.

El vestido era perfecto para la ocasión, estaba hecho de una tela ligera y suave, con tirantes delgados que se cruzaban en la espalda, dejando al descubierto mi piel, la parte delantera tenía un escote pronunciado pero elegante, mientras que la falda caía justo por encima de las rodillas, moviéndose con gracia al andar. Su tono rojo profundo resaltaba cada curva de mi cuerpo, y la abertura en un costado le daba ese toque sexy y provocativo sin perder su encanto delicado.

Me acerqué al tocador para comenzar a vestirme, mientras me arreglaba, sentía cómo el vestido se ajustaba a mi figura con sutileza, dándome una sensación de confianza y poder. Me senté frente al espejo y comencé a maquillarme, opté por un look natural, con un toque de brillo en los párpados y un delineado suave que destacaba mis ojos. Mientras me peinaba, sequé mi cabello para que no mojara el vestido, dejando que cayera suelto y ondulado, perfecto para el clima tropical, finalmente, me puse un labial rojo intenso que complementaba el vestido a la perfección.

Cuando terminé y levanté la vista, me percaté de que Chris estaba detrás de mí, observándome en silencio, con una sonrisa admirativa en su rostro.

— Vas a dejarme sin aliento — respondió Chris, sus ojos oscuros recorriendo cada centímetro de mí, como si no pudiera apartar la mirada.

— ¿Qué sigue, señor Evans? — pregunté con una sonrisa traviesa mientras me ponía de puntas para alcanzarlo y robarle un beso, la diferencia de altura era obvia, sobre todo porque estaba descalza, pero no me importaba.

Me gustaba sentirme pequeña a su lado, protegida por sus brazos fuertes y su presencia imponente, Chris sonrió contra mis labios, sus manos descansando en mi cintura mientras me acercaba un poco más, inclinándose para hacer el beso más profundo.