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Mientras me preparaba para ver a mi futuro esposo, un cosquilleo de nervios me recorría el cuerpo, esta era mi idea, mi pequeña anticipación antes del gran día. Decidí llamarlo y citarlo en un restaurante donde solo estaríamos él y yo, me puse un vestido negro, entallado, que abrazaba cada curva; alisé mi cabello y, al final, me miré al espejo, sonriendo con complicidad hacia mi propio reflejo, me dirigí al restaurante, y al llegar, noté que todo estaba listo.
—¿Todo como lo pedí? —pregunté a la chica que me recibió.
—Claro, señorita, su mesa está lista.
—Gracias.
La mesa estaba impecable, decorada con pétalos de rosa, velas delicadamente dispuestas y dos copas de vino esperand, me senté a esperar, revisando un mensaje de la boutique que me entregaría mi vestido de novia, cuando sentí una mirada fija en mí. Levanté la vista y allí estaba él, su cabello comenzaba a crecer, su barba perfectamente alineada, y sus ojos azules se encontraron con los míos, profundos y dominantes, me puse de pie, sin quitarle la vista de encima.
—Lamento la demora, mi amor —dijo, saludándome con un beso firme en los labios.
—Acabo de llegar, cielo —respondí con una sonrisa, y le hice una señal a la chica para que trajera la botella.
—Estás hermosa —tomó mi mano con suavidad y la llevó a sus labios—. Ya estaba contando los minutos para verte.
Sonreí mientras sentía un calor suave en mis mejillas.
—Y tú estás muy guapo... amo tu cabello así —dije, y él me ayudó a sentarme, siempre tan atento.
Pedimos la cena, y mientras esperábamos, nuestras manos se encontraron de nuevo, como si buscaran fundirse en una sola.
—¿Sabes? —le dije, entrelazando nuestros dedos— Estoy nerviosa por lo de mañana.
—Mañana serás mía para siempre, amor mío —respondió, mirándome con una intensidad casi peligrosa—. Quiero que sepas que, pase lo que pase, estoy aquí para ti. Todo lo que soy, todo lo que tengo... es tuyo.
Sentí el calor de su toque y cómo, de alguna manera, su presencia lograba calmar cada una de mis dudas.
—Y yo te pertenezco, amor —murmuré, mientras la chica servía las copas—. Siempre lo he hecho, y siempre lo haré, quiero todo lo que conlleva ser la señora Evans. No me culpes por sentirme nerviosa.
—No tienes por qué estarlo, nena —se levantó y me guió a hacer lo mismo, acercándome a él con una mano en mi cintura mientras con la otra chocaba su copa con la mía— Tienes todo mi amor, todo mi poder, y absolutamente toda mi lealtad —dijo, inclinándose para besar mis labios—Me tienes a mí a tus pies, y la ciudad... si la quieres, es tuya.
—Te amo, guapo.
Nos quedamos así, perdidos en un silencio compartido, mientras la cena avanzaba entre risas, miradas profundas y una chispa de deseo en cada toque. Al final de la noche, me acompañó hasta mi auto, y antes de dejarme ir, me atrajo hacia él, una de sus manos se deslizó por mi cuello, y entonces me devoró en un beso, intenso y lleno de una promesa oscura, como si en cada roce estuviera marcando su territorio.
—Mañana —susurró con una voz apenas contenida mientras un dedo rozaba suavemente mi piel—, serás mía de la única manera que importa.
—Ya lo soy, Chris —murmuré, y me aseguré de que esas palabras se grabaran en su mente—. Y tú eres mío.
Subí al auto, aún con la imagen de Chris en mi mente, viéndolo ir en dirección opuesta. Cada minuto que pasaba sentía que el gran día estaba más cerca, y con ello, el inicio de una vida juntos que parecía sacada de mis sueños... conduje hacia la plaza donde recogería mi vestido de novia, ese vestido que había elegido con la certeza de que, al ponérmelo, no solo estaría dando un paso en mi vida, sino sellando un pacto eterno con él.
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Obscura Obsesión / Chris Evans
FanfictionChris, un apuesto empresario, posee la sonrisa, el físico y el rostro de un ángel, pero alberga pensamientos y una actitud de acero. Es el hombre perfecto a los ojos de cualquier mujer. El vive bajo el lema: "Es mejor atreverse que quedarse con las...