CAPÍTULO 2. Alta Lady de los "podría"
No La tarde llegó y Meira nunca se recuperó totalmente de la sorpresa que le dio su padre durante el desayuno.
Tembló, su piel de erizó y sudó por debajo de la fina seda de su vestido negro, pero mantuvo su mentón bien alto y no mostró miedo.
Su madre estaba encantada. Mi descendiente será alta lady, no dejaba de repetir, como si estuviera saboreando el significado de esa revelación. El poder que conllevaba.
Ella solo respiró y dejó que todos planificaran sus propias vidas manejando la suya. Pero pensó, pensó y pensó hasta que le dolió la tapa de la cabeza. Se imagino las posibilidades de salir de la ciudad tallada, se imaginó robando comida de las cocinas en el cambio de turno del personal de servicio y se imaginó tomando sus bienes más preciados -la pequeña libreta que escondía debajo del colchón de su cama-, y saliendo por las puertas que se usaban para retirar los desperdicios.
Planificó todo, dejaría la montaña en la sombra de la calle y permitiría que los barrios pobres se cernieran frente a ella. Llegaría a la frontera de la montaña, esa donde un acantilado separaba el final de la corte noche y el inicio de las montañas con picos nevados y luego...
Y luego te mueres intentando cruzar hacia la corte día.
Le restó importancia a la voz de su conciencia. Moriría, si, pero lo haría tratando de alcanzar su libertad.
De una forma muy estupida.
Volvió a obviar esa idea.
Sabía que tenía que encontrar una forma de visitar los acantilados para poder sopesar el terreno. Tal vez hubiera una forma de evitarlos, los ejércitos pasaban por el para llegar a la corte día, o eso había leído en los libros de historia que su madre la hacía estudiar. Tal vez hubiera un puente que no había visto nunca, o una cueva como esas que separaban las fronteras entre las cortes.
Tenía que ponerse en marcha lo más pronto posible, y por eso cuando Farrah terminó de revisar los grandes armarios, tratando sin éxito de encontrar los zapatos plateados que combinaban tan bien con el pedazo de tela transparente que se suponía que tendría que usar para la celebración de esa noche, Meira se hizo la extrañada.
—Recuerdo haber visto esos zapatos mientras me vestía para el desayuno —dijo Meira con voz monótona, aburrida.
Farrah frunció el ceño evaluando las posibilidades. Levantó con una de sus manos de dedos finos un par de zapatos verde brillante, demasiado hermosos y altos como para ser seguros, por lo que Meira decidió intervenir.
—Ese verde es tan aburrido, le falta sustancia.
—Es un color hermoso —la interrumpió Farrah—, y combina muy bien con el vestido color marfil.
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Una corte de luz y sombras || Azriel
FanfictionMeira había tenido suficiente de la corte de las pesadillas. Había pasado en ella sus primeros 20 años de vida, en los cuales su terrible padre no ha hecho más que desgraciarla. Destinada a una agonizante inmortal existencia en esa malvada corte, d...