•Capitulo 12•

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CAPITULO 12

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CAPITULO 12. A un paso del dolor.

Incluso aunque llevaba 5 minutos despierta, Meira no había abierto los ojos. Favann y Cillian la había secuestrado y tenían a Revenna. Con su oído de hada Meira podía escuchar los jadeos que hacia su amiga mientras intentaba soltarse las manos atadas con hierro. Debía dolerle horrores.

El olor era uno que conocía bien, a bosta y caballo, estaban en los establos del castillo de piedra, una idea muy inteligente por parte de su hermano ya que el olor confundiría a quienes intentaran buscarla.

Si es que alguien se daba cuenta de su ausencia antes de que algo muy malo pasara...

Alejó ese pensamiento de su mente, tenia que encontrar la forma de salir de esa y liberar a Revenna. Una ira inmensa bullía en sus venas, su amiga ya había pasado por mucho dolor, no podía dejarla sufrir más.

Sentía frio a pesar del heno que se acumulaba a sus pies. Su corazón se aceleró cuando se dio cuenta de que el calor de la piedra que la podía controlar, había desaparecido. La habían tomado, ahora podían controlarla. Peroz El que dice la verdad seguía en su brazo derecho, con un agarre fiero.

Quiso gritar, quiso correr y destruir todo a su paso. Pero sabia que el factor sorpresa era su única salvación y debía calmarse.
Abrió uno de sus ojos con cuidado para poder obtener más información de su entorno. Escuchaba con Cilliana filaba su cuchillo a sus espaldas y oía otro coro de pasos a su derecha, lejos de ella, como si estuvieran vigilando la entrada del granero.

Eso significaba que alguien mas estaba vigilando la salida. Y por lo que olía, no era Favann.

Había mas hombres implicados en su secuestro, pero que querían. ¿su poder? Seguramente Favann querría controlarla para liberar a Nox, era obvio, y habían arrastrado a Cillian por el simple hecho de que era a una de las personas que Meira mas odiaba, y el sentimiento era mutuo.

Con su ojo derecho observo a Revenna, estaba muy herida, la sangre corría por sus piernas y brazos, pero las muñecas estaban en peor estado. Con un sentimiento de orgullo Meira observo como las uñas de su amiga estaban llenas de sangre y con su perfecta visión pudo observar piel muerta.

Había luchado, ella había luchado cuando la atraparon.

La cortina de cabello rubio caía sobre el rostro cabizbajo de ella, pero debió sentir la mirada de Meira porque levanto la cabeza y abrió los ojos demasiado, llenos de miedo, dolor, tristeza, rabia. Seguramente la misma expresión se reflejaba en sus propios ojos, pensó Meira.

Meira notó, sintiéndose verdaderamente ofendida, que no la habían atado. Tal vez pensaban que no representaba una verdadera amenaza más allá de su poder. Pero Meira llevaba semanas entrenándose, sus músculos no eran letales como los Portadores de la oscuridad, pero ella era rápida, ágil, incluso imprudente. Debía aprovecharlo.

Una corte de luz y sombras || Azriel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora