•Capitulo 10•

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CAPITULO 10

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CAPITULO 10. A un paso de la Piedra.

Las semanas pasaron rápido como suspiros, trayendo consigo la inevitable visita de las cortes de Prythian que Meira, Mor y Revenna habían estado preparando detalladamente. Alternando las clases de defensa mentales con Rhysand, en las cuales podía decirse que Meira había resultado ser un arma mortal. Las clases de defensa con Cassian a las que se había unido Revenna y en las cuales había mejorado, a tal punto, que el General parecia estar verdaderamente impresionado.

Era como si Meira hubiera nacido para pelear.

Se sentía en mejor forma que en toda su vida, y comenzó a notar los cambios a la tercera semana, cuando los músculos comenzaron a tornear sus brazos, piernas y abdomen. No podía evitar mirarse al espejo con sorpresa al darse cuenta de que parecía más una mujer que una delgada bolsa de huesos.

Y su cabello, no recordaba que fuera tan claro, siempre lo pensó rojo como fuego, pero allí brillaba con destellos plateados lo suficiente largo como para tocarle los hombros. De hecho, nunca lo pudo tener tan largo como en ese momento porque su padre se empeñaba en cortarlo de formas espantosas.

Sus ojos que, los días nublados parecían grises, ahora eran de un azul turquesa deslumbrante. Y había comenzado a notar, que una buena alimentación y actividad física podían cambiar muchas cosas en ella, o a eso le atribuía el aro dorado que se formaba entre sus pupilas y el azul de su iris. Algo que no había estado allí antes y que no hacia más que fascinarla.

Sus labios en forma de botón formaron una sonrisa cuando su mente viajo a las clases con Azriel, un enfurruñado Azriel que había accedido de mala gana a continuar con su entrenamiento.

Habían pasado tantas noches juntos, meditando y orientándola a la dominación de la luz de estrella que brillaba intensamente dentro de ella, que Meira ya conocía de memoria cada parte de él.

Y todo ese entrenamiento, pensó, se resumía a ese momento. Esos días en los cuales tendría que recibir a los Lores de todas las cortes y a los emisarios de Hybern, quienes debían asistir como consecuencia del tratado que se firmaría en algunos años después de la sangrienta guerra contra los humanos.

Toda esa situación hizo que su buen ánimo callera en picada como cascadas sangrantes.

—Espero que no estes pensando en recibir a los invitados con ese ceño fruncido –la regaño Mor.

Su prima había entrado en silencio a la habitación de Meira seguida de Revenna. Mor estaba vestida para desarmar los corazones de cualquiera que posara su mirada en ella, con un vestido rojo fresa que caía ajustando cada torneada forma del cuerpo de ella.

Hermoso, elegante, sexy. Meira sabía que un vestido así solo podía haberlo hecho Revenna, quien también usaba un vestido azul cielo, mucho más sencillo y recatado.

—No lo sé, todo depende de que vestido me hagan usar –contestó Meira con una sonrisa-. Tal vez mi ánimo mejore después de eso.

—Sera mejor que te prepares entonces –le advirtió una muy emocionada Revenna mientras revelaba la prenda que había estado ocultando todo ese tiempo detrás de su cuerpo.

Una corte de luz y sombras || Azriel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora