•Capitulo 16•

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CAPITULO 16

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CAPITULO 16. Ciudad de miedos y recuerdos.

Meira había intentado subir las malditas escaleras tres veces esa noche y se desmayó en todas las ocasiones.

La habían dejado sola, incluso Azriel, quien la llevó al inicio de la montaña, la había abandonado sola al inicio de la noche.

—La cena es a las diez de la noche –le había dicho él, observándola detenidamente-. Procura no vomitarte encima –luego había preparado sus alas para volar hacia la casa de la montaña, pero se detuvo y la volvió a observar mientras Meira se arrepentía por haber saltado su desayuno y almuerzo ese día-. Si necesitas...

—No me insultes ofreciéndome ayuda –lo cortó ella con su mirada aun en las escaleras infinitas.

Azriel soltó una risa oscura y cargada de electricidad, solo entonces Meira lo volteó a ver con las cejas enarcadas.

—Tu no necesitas ayuda –dijo con la voz cargada de orgullo y fiereza que erizó la piel de Meira-. Iba a decir que, debes tener cuidado en la oscuridad, las salvaguardas impiden el uso de poderes.

Ella sonrió condescendiente antes de volver a observar las escaleras. Azriel se movió dentro de su campo visual ocupando su lugar frente a ella y tomándola de la cintura para acercarla con suavidad, rozando sus labios.

—Pareces preocupado –se burló ella sosteniendo los bíceps de Azriel y observándolo entre sus pestañas-. Son solo escaleras, Az, puedo con esto.

—Nunca lo he dudado, ni por un segundo –respondió él, una sonrisa misteriosa en sus labios. Luego la besó lentamente, dejando que ella saboreara cada rincón de su boca antes de separarse.

Para cuando Meira abrió los ojos, Azriel había desaparecido y solo quedaba un retazo de sus sombras haciéndole compañía. Volvió a observar las escaleras y en su soledad se permitió sentir nauseas.

Sabía que su familia no exageraba con las historias que le habían contado de esas escaleras. Ella no se creía un ser superior, nada por el estilo. Pero tampoco era una tonta, sabía que ellos habían apostado si lograría subir ese día o se daría por vencida. Por esa razón había asistido toda la semana anterior a ese punto para intentar subir las benditas escaleras, y todas las veces solo pudo recorrer un tercio del camino sin vomitar.

No estaba jugando sucio, Cassian le había explicado que un buen guerrero recorría el campo de batalla para poder crear una estrategia y vencer, eso había intentado hacer ella toda esa semana.

Comenzó la subida con lentitud, regulando su respiración y observando la pared de piedra para no marearse con el movimiento de la escalera. Le llevó una hora llegar al punto que había alcanzado hace dos días y desde allí todo se puso cuesta arriba.
Vio la ciudad a la distancia y solo entonces se dio cuenta de lo alto que estaba. No pudo evitar marearse y caer de rodillas, no por el cansancio sino por el vértigo. Tuvo arcadas, pero su estomago vacío no logro devolver nada.

Una corte de luz y sombras || Azriel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora