CAPITULO 17. Ciudad de dolor y furia.
Meira tuvo que tragarse el malestar y erguir la espalda cuando entró en esa solitaria celda al final de las mazmorras del castillo en la Ciudad Tallada. Vería a Nox otra vez después de esa cena en la que el que creía su padre había intentado convertirla en un arma mortal para —posiblemente, en sus mas retorcidos sueños– eliminar a los altos Lores de las Cortes solares y estacionarias, convirtiéndose en un autoproclamado rey con ella como verdugo.
El simple pensamiento la hizo temblar haciendo que Azriel se moviera junto a ella, como si intentara recordarle en su silenciosa posición protectora a su lado que él estaba ahí y que no importaba lo que dijera Nox, sobre quien o qué era ella, Azriel no se iría a ningún lado.
Era abrumadora y fantastica la fuerza de su unión, ella nunca pensó que viviría suficiente para encontrar a su pareja.Siempre creyó que su vida se convertiría en lo que Nox decidiera para ella, pero las cosas habían cambiado, ella había cambiado. No había nacido para obedecer, sino para ser obedecida. Aunque la palabra Reina seguía causando estragos en su interior, aun no merecía ser llamada así y no sabía si algún día lo merecería. En este mundo ella era Meira, consejera del Lord de la Corte Noche, no una reina. No creía que, en el mundo de donde venia y del cual ciertos recuerdos florecían con los días, tuviera el derecho de ser llamada reina, princesa o algo parecido.
Ella era Meira. Solo Meira. Imprudente, quisquillosa, y últimamente una cobarde.
Pero en ese momento, rodeada de sus enemigos, podía pretender que era alguien fuerte.Ella asintió para que los Portadores de la Oscuridad que vigilaban la celda abrieran las rejas para ella. Dio el primer paso al interior seguida de Rhysand a su lado izquierdo y Azriel a su derecha.
El Alto Lord había exigido ir con ella para poder hurgar en la mente de Nox y diferenciar la verdad de las mentiras en lo que fuera a contestar. Ella no había podido objetar, mientras Azriel —a quien ni el infierno más ardiente hubiera logrado convencerlo de no ir— seguía silenciosamente a su lado. Ella sabía que el macho estaba evaluando todo a su alrededor, como el guerrero que era. Determinando las posibles armas o salidas de emergencia. Ella sabía que no iba a ser necesario, y lo pudo certificar cuando vio a Nox, el que había sido su padre, su pesadilla, su demonio... estaba destruido.Se preguntó si los Portadores de la Oscuridad lo habían golpeado todos esos días hasta dejarlo en ese estado, porque tenía moretones a punto de sanar, cortes bien estudiados en lugares que no estaban destinados a matarlo, pero si a herirlo de gravedad... como si lo hubieran torturado para que hablara.
Nox la observó, colgando de sus brazos sin manos en unas cadenas de hierro que absorbían la magia y debían doler como el infierno. Pero él le sonrió, no una sonrisa, más bien una mueca para enseñarle los dientes de una forma desagradable. Ella mantuvo su expresión imperturbable, casi aburrida mientras levantaba el borde de su vestido azul –cortesía de Cassian y Meira no tenía idea de donde lo sacó—, con la intención de mostrar su nueva daga –cortesía de Azriel-, que había sido atada a su muslo y destelló peligrosamente en los ojos de Nox, y también con la intención de esquivar la sangre seca que estaba en el suelo de piedra.
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Una corte de luz y sombras || Azriel
FanfictionMeira había tenido suficiente de la corte de las pesadillas. Había pasado en ella sus primeros 20 años de vida, en los cuales su terrible padre no ha hecho más que desgraciarla. Destinada a una agonizante inmortal existencia en esa malvada corte, d...