Capitulo 8 🌟

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Por mucho que lo intenté, no pude sacarme
de la cabeza el sueño que tuve de Christopher
y yo. Casi le pegue en el ojo a Maite porque estaba en un brote moderado de ira. Porqué
no puedo olvidar ese maldito sueño!? Luché
por contener estos pensamientos y centrarme
en el maquillaje que le estaba haciendo a Maite, pero no me podía olvidar de ese sueño y eso
me frustraba.

Y porqué, porqué, no me puedo olvidar, fue su sonrisa tan hermosa en mi sueño, que me hace sonreir como una idiota, incluso despierta.

Maite: Estás muy callada–dijo Maite–.

No le dije a ella ni a Anahí sobre que casi
me muero porque me ahogue. Y tenía dos
razones para eso, primero, porque se iban
a reír de la situación de nuevo, y segundo,
porque simplemente no les interesaba...

Realmente debería decirle a la policía que
casi fui asesinada por mi compañero de
escuela. Si no estuviera decidida a vengarme,
lo denunciaría. Cómo podría ser tan...molesto?

Sí, esa era la palabra que quería. Christopher
Uckermann fue molesto! ¡Insoportable!

Dulce: No, no estoy callada es tu impresión Mai–dije, trate de disfrazarlo con una sonrisa, pero por su expresión, ella no me había creído
mucho–Um... Mai? Qué tal si te doy un cambio de look?

Esa idea vino a mi cabeza y finalmente abrí
una sonrisa real.

Maite: Uh... Para qué?

Dulce: Para qué, Perroni?–pregunte riendo, puse una capa más fuerte de delineador de
ojos sobre sus párpados. Volteé su silla, poniéndola frente al espejo. Su boca se abrió involuntariamente, ya estaba haciendo
milagros–Mucho mejor, no crees? Todo lo
que falta es el cabello ahora... Puedes
agarrarme las tijeras de el cajón–pregunté y
ella abrió los ojos muy grandes, sorprendida, protegiendo su cabello con sus manos.

Maite: Nunca!–gritó, asustándome–No me tocarás el pelo, Dulce María!–se levantó y corrió por la habitación.

Me reí.

Dulce: Relájate Mai, le e cortado el pelo a
mucha gente–mentí descaradamente–Confía
en mí, ese corte qué tienes es horrible. No es
de extrañar que Christian no quiera tener
nada que ver contigo–me di cuenta de que
ya estaba hablando demasiado y me callé, avergonzada–.

Aunque era cierto, Maite no merecía que le echara todo esto a la cara. Ella era muy bonita, simplemente no sabía cómo valorar su belleza.
Su expresión cambió, de repente se quedó abatida. Odiaba cuando hablaba sin pensar... Odiaba herir a la gente que me caía bien.

Dulce: Lo siento Mai, de verdad, no quería ofenderte. Es que soy una idiota y termino hablando sin pensar...–intenté arreglarlo,
pero ella se quedó callada–Por favor
hagámoslo, te prometo que no hago nada extravagante–insistí, yendo a ella y
abrazándola de lado–Te juro que no te arrepentirás y todo el mundo babeará...
Por favor, Maite! Di que sí.

Maite me miró y dio una débil sonrisa,
cediendo a mi idea.

Maite: Eres insoportable cuando quieres algo, sabes?

Dulce: Soy insoportable la mayor parte del tiempo.

Trabajé en el cabello de Maite durante
aproximadamente una hora. Ella no me
dejó pintar el color rosa o morado, así que
le di un corte. Era un corte más moderno,
de hecho, no tenía idea de lo que estaba
haciendo y solo podía dejar su cabello del
mismo tamaño cuando ya alcanzaba la altura
del cuello.

Te Odio UckermannDonde viven las historias. Descúbrelo ahora