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15 de Febrero

—¿Qué te crees que estás haciendo? —le cuestionó Changmin, enfurecido, a Juyeon, colocándose frente a mí.

—¿No es obvio?

—Ibas a besarla —dijo entre dientes, las venas de su cuello se marcaban más que nunca y parecía que iban a estallar.

—¿Ahora te importa eso? —replicó Juyeon—. Deberías estar pendiente de Luda, que para eso has venido con ella.

—¡Chicos, ya basta! —exclamé, metiéndome en medio, queriendo que dejasen de discutir.

—¿Ibas a dejar que Juyeon te besara?

—Yo… No sé… Puede que sí… —respondí, pero ni siquiera sabía por qué estaba tratando de explicarme. Yo no tenía porqué darle explicaciones a Changmin—. ¿Pero por qué te importa tanto? Con quien me bese o me deje de besar es asunto mío.

Changmin chasqueó la lengua, molesto.

—¿Tanta confianza le tienes? ¿Cómo sabes que tiene buenas intenciones contigo? —me preguntó Changmin y fue entonces cuando se me cruzaron los cables.

—Desde el día que conocí a Juyeon no ha tenido ni una mala palabra o gesto conmigo, así que no sé por qué piensas que debería dudar de él, cuando fuiste tú quien me dijo que debía conocer a más gente —dije, ofendida—. ¿Por qué demonios me dirías que saliese con Juyeon si no te fiabas de él desde un primer momento?

—Porque Changmin no pensaba que las cosas llegarían a este punto —me contestó Juyeon y yo le miré, interrogante—. Creo que deberías decírselo o si no lo haré yo.

¿Decírmelo? ¿Decirme el qué? ¿Qué narices estaba pasando? Sentía que mi cabeza empezaba a palpitar y me ardía la cara, pero ya no era vergüenza o sonrojo, era enfado.

—Cállate Juyeon o te juro…

—¿Qué es lo que debo saber? —le pregunté a Juyeon, interrumpiendo a Changmin.

—Mira Eunbi, ya te dije que no me gustaban las mentiras y quise decírtelo desde el principio, pero Changmin me pidió que no dijese nada —me dijo Juyeon, mientras le daba una mirada fulminante a Changmin—. Ni siquiera yo pensé que acabaríamos en esta situación.

—Juyeon, no sigas —le advirtió Changmin.

—Changmin, si tú no me vas a decir lo que sea que me tengas que decir, al menos deja a Juyeon que parece tener las narices suficientes para hacerlo —me quejé, soltando un bufido.

Estaba segura de que para cuando acabásemos aquella conversación, habría envejecido a menos treinta años con tanto estrés.

—¿Te acuerdas cuando nos dijimos lo que pensábamos el uno del otro? —asentí con la cabeza, cómo olvidarlo, si al día siguiente tenía una resaca terrible—. Antes de eso, durante nuestra breve conversación en la sala de ensayo, yo estaba convencido de que no podríamos llevarnos bien. Hacerme amigo tuyo ni siquiera estaba entre mis opciones.

—¿Entonces por qué me invitaste a salir? —le cuestioné, extrañada.

—Porque Changmin me lo pidió —me dijo Juyeon.

En mi pecho se alojó una presión que hacía que mi respiración se sintiese pesada y mi garganta se secó. Miré a Changmin, buscando que lo negase o que dijese algo, pero estaba cabizbajo, lo cual resaltaba su culpa.

—Me pidió que te invitase a salir, porque pensó que sería bueno para ti que conocieses a otra gente y yo acepté, porque no suponía un gran problema para mí. Si me hubieses caído mal, sólo habría tenido que aguantarte lo justo y esperar a que se acabase el día para llevarte a casa —me explicó Juyeon—, pero no fue así.

Febrero {Q/Ji Changmin}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora