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16 de Febrero

Tener que esquivar a Changmin había sido una de las cosas más complicadas que había tenido que hacer en mi vida, junto con estudiar matemáticas y aprender a gestionar mi dinero. Cada vez que nos cruzábamos por casa tenía que pensar rápido para poder escabullirme, mientras Changmin seguía insistiendo en que tenía que hablar conmigo. Sabía a la perfección que debíamos hablar, pero no todavía… no me encontraba mentalmente preparada para hacerlo. Con Juyeon la cosa fue más fácil, pero igual de dolorosa, no me gustaba ignorar sus llamadas y mensajes. Me sentía un poco culpable, pero era necesario. Afortunadamente, iba a pasar toda la tarde trabajando, así que esperaba que aquello consiguiese distraerme de todo el caos que había en mi cabeza. Cuando llegué al trabajo, vi que mi compañera de trabajo estaba apoyada sobre el mostrador con una expresión aburrida, mientras desplazaba el dedo por la pantalla de su teléfono y jugueteaba con su largo pelo escarlata.

—Hola Dayoung —saludé, y el puchero en su rostro cambió rápidamente a una gran sonrisa.

—¡Eunbi! Hoy has venido pronto, mi turno ni siquiera ha acabado todavía —me dijo, viniendo a darme un abrazo—. Me alegra que estés aquí, me estaba muriendo del aburrimiento.

—Yo también estaba aburrida en casa y he decidido venir un poco antes… —respondí, con una pequeña mentira—. ¿No crees que el jefe se enfadará si sabe que has estado usando el teléfono en horas de trabajo?

—No tiene porqué saberlo si nadie dice nada, además no va a mirar las grabaciones de las cámaras de seguridad sólo para ver si estoy o no con el móvil —me respondió, con una sonrisa confiada.

Dayoung era una chica extrovertida y siempre tenía mucha energía, además le gustaba mucho hablar y como a mí se me daba bien escuchar, teníamos una buena relación. De hecho, fue ella la que me enseñó cómo funcionaban las cosas de la tienda cuando entré a trabajar allí, tuvo mucha paciencia conmigo y fue muy amable.

—Supongo que tienes razón, además…  no es como si tuvieses que atender a alguien —señalé, echando un vistazo a la tienda, en la que solo estábamos nosotras dos.

—Sí, hoy ha pasado poca gente por aquí, así que ha sido todo un tostón, pero bueno… ¿Adivina quién tiene una cita hoy? —me dijo, con una sonrisa pícara.

—¿En serio? Eso es genial, Dayoung. ¿Y quién es el afortunado? —le pregunté, curiosa.

—¿Te acuerdas del último chico del que te hablé?

Traté de hacer memoria, pues Dayoung solía hablarme de muchos chicos en muy poco tiempo y era difícil recordar todos los detalles.

—¿El moreno de Gwangju o el de Busan?

—El de Gwangju —me confirmó Dayoung—. Bueno, pues hemos estado hablando bastante estos días y me ha invitado a cenar. Lo cierto es que estoy nerviosa.

—Te entiendo, yo también me suelo poner nerviosa incluso si no es algo importante, pero seguro que todo sale bien, ya lo verás.

—Gracias Eunbi, sólo espero no cagarla diciendo o haciendo a algo estúpido, me gustaría que esta fuera la buena, ya he espantado a demasiados chicos en mi corta vida —gimoteó Dayoung, apoyando la cabeza sobre el mostrador.

—Si quieres puedes acabar el turno ya y así puedes ir a casa y tener más tiempo para arreglarte —le sugerí a Dayoung, que levantó la cabeza lentamente y me miró con los ojos brillantes.

—¿De verdad? ¿Estás segura Eunbi?

—Por supuesto.

—Eres un sol, Eunbi —dijo Dayoung, volviendo a abrazarme con fuerza—. Que digo un sol, eres todas las estrellas de nuestra galaxia. Te aseguro que si esto sale bien, te invitaré a comer o a cenar, o a lo que quieras.

Febrero {Q/Ji Changmin}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora