Febrero {Q/Ji Changmin}

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20 de Febrero

—Ha sido maravilloso poder visitar Jeonju, aunque no hayamos tenido mucho tiempo —dije, mientras miraba los edificios pasar a través de la ventana del coche—. Gracias por haber dejado que nos quedemos en su casa.

Era nuestro último día en Jeonju, así que habíamos aprovechado toda la mañana para visitar un poco la ciudad antes de irnos y ahora íbamos de camino a la estación de trenes. De vuelta a casa, a nuestra rutina. Se me hacía un poco extraño volver a casa, después de todas las cosas que habían pasado en tan poco tiempo, tenía una sensación de vacío en el cuerpo. Aunque tampoco quería más situaciones estresantes, había tenido demasiados altibajos emocionales durante todo febrero, necesitaba un descanso.

—No hay nada que agradecer —contestó el señor Choi. Vi como esbozaba una sonrisa a través del espejo retrovisor—. Me alegra haber conocido a los amigos de Chanhee y que os hayáis sentido cómodos, incluso con las inconveniencias que han ocurrido.

—Nos lo hemos pasado muy bien —aseguró Changmin—, y tenemos decidido que volveremos sí o sí.

—Venid cuando queráis, siempre seréis bien recibidos.

La estación de trenes de Jeonju estaba muy concurrida, había mucha gente bajándose de los autobuses y los taxis no dejaban de ir y venir. El padre de Chanhee nos había traído con tiempo de sobra, pero era mejor no confiarse, lo peor que podía pasarnos era que perdiésemos el tren por un descuido tonto.

—Bueno, llegó el momento de despedirse —dijo el señor Choi, observando la estación de tren—. Espero que tengáis un buen viaje de vuelta y... os doy las gracias, por haber cuidado de mi hijo.

—No nos tiene que dar las gracias, en absoluto —moví las manos de manera nerviosa en señal de negación—. Tan sólo hemos hecho lo que unos buenos amigos harían.

—Precisamente porque habéis sido tan buenos con mi hijo es por lo que os doy las gracias —el hombre nos mostró una sonrisa melancólica—. Me alegra saber que ha tenido gente en la que apoyarse todo este tiempo en el que yo... en el que yo no he estado para él.

—Papá, no sigas —le exigió Chanhee, que tenía el ceño ligeramente fruncido—, ya te dije que esto no fue culpa tuya. Yo fui el que se distanció de los dos, yo fui el único que se guardó las cosas.

—Me recuerdas tanto a tu madre... Has heredado su fortaleza, y también su cabezonería —el padre de Chanhee soltó una pequeña risa y miró a su hijo con ternura—. Cuídate hijo y llámame más a menudo, aunque sea para contarme cualquier cosa, siempre tendré un hueco para hablar contigo.

—Está bien papá, lo haré —Chanhee estaba nervioso, de hecho, no estaba mirando a su padre a la cara. Su cuerpo estaba ligeramente inclinado hacia delante, lo que me hacía pensar que estaba vacilando en si dar un paso o no—. Te lo prometo.

—Bien, entonces no os entretengo más, no me gustaría que perdieseis el tren. Ha sido un placer, Eunbi y Changmin, espero volver a veros pronto y... adiós Chanhee.

Changmin y yo cruzamos miradas, mientras veíamos como el señor Choi se alejaba lentamente hacia su coche y Chanhee no se movía ni un centímetro. Me negaba a dejar las cosas así, Chanhee no podía irse de Jeonju sin despedirse de su padre apropiadamente.

—¿Es que te vas a quedar aquí plantado como un pasmarote? —le pregunté a Chanhee, indignada—. No vas a volver a ver a tu padre en una larga temporada.

—¡Ya lo sé, Eunbi! No creas que no lo sé, pero... es que mi cuerpo no se mueve.

—Entonces lo que te hace falta es un empujoncito —dijo Changmin que puso las manos sobre la espalda de Chanhee y le movió hacía delante—. ¡Ve, corre!