El helado viento golpeaba de una manera brusca su piel mientras corría desesperada. No se preocupaba por su vida; ella sabía que la muerte le estaba susurrando al oído.
El único inconveniente es que no se podía permitir morir antes de poner a salvo al bebé que llevaba en brazos.
A lo lejos podía escuchar los gritos enfurecidos y el sonido de los zapatos pasando rápidamente sobre la gruesa capa de nieve que se había formado en el bosque.
La mujer de piel morena estaba siendo cazada. El grupo de gente cada vez estaba más y más cerca. En sus momentos de lucidez pensaba en entregarse. Se encontraba demasiado agotada, ya no podía más. Por más poderosa que fuese, no podría seguir corriendo por tanto tiempo descalza sobre la nieve; sus pies ardían, como si estuviera caminando hacía el mismo infierno. Sus heridas aun no cicatrizaban, sangraba por diferentes partes del cuerpo. Tanto su delgado vestido color negro, como su larga cabellera rojiza se encontraban con manchas de sangre fresca. Cada parte de su cuerpo dolía de una manera punzante, pero la parte más torturada de su cuerpo era su espalda. No tuvo tiempo de pensar el porqué de ese malestar; el bebé la lograba traer a la realidad por sus incesantes lloriqueos de molestia.
Los trapos en los que se encontraba envuelto estaban manchados de ese líquido rojo y espeso. Pero eso no provenía de él, estaba intacto, solo algo descuidado, quizás por el tiempo que llevaban huyendo. A pesar de estar ileso sus gritos no cesaban ¿Acaso también presentía lo que sucedería? No podía esconderlo, ya que el sonido lo delataría y lo llevaría a su propia muerte.
Flechas cayeron a sus costados. Esa gente pronto la alcanzaría. Pronto tomarían venganza y podrían tener paz por mucho tiempo. Hasta que el frío ángel de la muerte sea el que los aceche a ellos.
El ligero zumbido de algo siendo lanzado a una gran velocidad alcanza sus oídos. Antes de poder percatarse de lo que es, la atraviesa. El helado metal le traspasaba el pecho. Extrañamente, justo en ese momento los lloriqueos pararon.
La lanza no solo la había atravesado a ella. El pequeño cuerpo que tanto quería proteger estaba destruido. También había sido traspasado de una manera demasiado cruel e inhumana, pero nadie se preocupaba por la moral en ese momento. Solo se preocupaban en acabar con el monstruo que los acechaba y que podría acabar con ellos.
Giró para lograr memorizar los rostros de las personas que habían acabado con lo que más amaba, y que pronto acabarían con ella. Gritó despavoridamente con un gran dolor, más emocional que físico. Estaba destrozada, no sabía qué hacer. Pensó en matarlos a todos de la manera más enferma posible, pero ya no tenía fuerzas; la lanza no fue forjada por una persona ordinaria, hasta en sus tallados es distinta a lo usualmente humano. Llevaba símbolos que solo seres como ella podrían conocer, y el metal del que estaba hecho definitivamente no era de la tierra.
Buscó entre la multitud. Casi todos llevaban capas con capucha que cubrían la mayor parte del rostro. Había personas de todas las edades, desde niños mayores a diez años hasta personas ancianas, y todos tenían algo en común. Sus miradas estaban llenas de odio. Odio totalmente dirigido a ella, pero había alguien que destacaba entre la turba. A pesar de que también estaba cubierta de su rostro la reconoció. Ese individuo fue la que le arrojó la lanza. Esa persona la quiso dañar desde un inicio y ella sin darse cuenta confió su vida en la persona que se la arrebató. Todo se volvió negro y deforme a su alrededor. Ya no había dolor, ni físico ni emocional. Todo había terminado.
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Hasta Volvernos a Ver © [Terminado]
FantasyEn un pueblo han habido varios casos de homicidio-suicidio. Todos creían que esto solo era algún tipo de crisis hasta que comienzan a ver cosas que no encajan en algo medianamente normal, o humano. La llegada de una nueva compañera no ayuda mucho...