Cuando despertó, extrañamente ya estaba bañado y vestido con ropas que no le pertenecían. Si no se hubiera sentado en cuanto abrió los ojos hubiera creído que lo que sucedió con Geran había sido producto de su retorcida imaginación.
La espalda baja le dolía y las piernas le temblaban a pesar de estar sentado. Pero había algo que le estaba provocando una incertidumbre mayor: Geran no estaba por ningún lado.
Si solo lo quería usar no debía hacerse el dificil. Alex creía que por ser un demonio poderoso podría no sentir cobardía, pero no era diferente a cualquier hombre humano que ha llegado a conocer.
El sonido de la puerta de la habitación abriéndose lo sacó de sus pensamientos melancólicos.
La persona que entró era Geran. Su semblante serio se ablandó un poco en cuanto lo miró sentado en la cama.
—¿Estás bien? ¿Te duele algo? —cuestionó al mismo tiempo que se acercaba a él para sentarse a su lado.
—Pensé que te habías ido… —susurró con vergüenza.
—Es tarde —mencionó señalando el reloj el cual indicaba que ya pasaba de las diez de la mañana— Acompañe a Luar a ir por comida. Los mortales necesitan desayunar para no morir —Le entregó una bolsa que hasta ese momento Alex no le había prestado atención.
Alex no supo qué contestar, más que un simple gracias. Geran, para no tener un silencio incomodo siguió hablando:
—No creí que tuvieras el sueño tan pesado. Te bañe y te vestí y ni siquiera lograste abrir los ojos.
Una sonrisa se escapó de Alex. Hasta ese momento se había dado cuenta que las pocas veces que ha llegado a conciliar el sueño con más facilidad es estando al lado de Geran. Puede que los sueños raros y las pesadillas no desaparezcan totalmente, pero sí disminuyen cuando está a su lado.
—¿De donde sacaste esta ropa?
—La compré en el camino cuando dormías. Un falso periodista tiene que ir presentable.
Después de desayunar lo más rápido que pudo, salió de la habitación junto con Geran el cual no se despegaba de su lado por si necesitaba algo.
Alex miró todas las llamadas perdidas de su papá, pero simplemente las ignoró. Ya había aceptado el cruel destino que le esperaba en el momento en que diera un paso dentro de Mictlan.
Los demás ya estaban afuera esperándolos. En cuanto se percataron de la presencia de ellos no pudieron disimular la pícara mirada que les brindaba, sobre todo Eilan y Cass, los cuales no estaban logrando reprimir sus risas al ver el caminar de Alex.
Tanto Geran como Alex hicieron lo posible para evitar subsanar la curiosidad de sus amigos y evitaron hacer contacto visual con Neith. Alex sentía vergüenza, se supone que ella en un principio estaba empezando a ser amiga de ellos y ahora acababa de pasar la noche con el que se supone es su padre.
La vida que tiene ahora es más confusa de lo que ya era.
Después de evitar una situación más incómoda se pusieron de acuerdo para irse de ahí y llegar directo a su antigua casa.
El lugar quedaba como a veinte minutos del motel en el que se habían hospedado, pero duraron casi dos horas ya que cierto humano no recordaba con exactitud la dirección.
—Esa calle no estaba hace diez años…
—Creo que fue mala idea venir sin saber el nombre de la calle —opinó Eilan frustrado—. No podemos ni recibir la ayuda de google maps.
Pasarón cerca de un parque y ese fue el momento en que el cerebro confundido de Alex hizo un pequeño clic. Tenía un par de recuerdos de haber estado en ese lugar; el primero era cuando era demasiado pequeño, en donde todo era felicidad para él o al menos nunca se dió cuenta de todas las cosas traumáticas que pasaban cerca de él. Estaba con sus padres mientras jugaba, ambos reían y lo abrazaban, nadie hubiera podido predecir que aquel hombre que miraba con tanta dulzura a su esposa e hijo terminaría odiandolos. El segundo recuerdo fue el que hizo darse cuenta que estaba cerca de casa. El día que murió su madre, cuando él salió corriendo con su hermana en brazos, cruzó por ese parque justo antes de desmayarse detrás de unos contenedores de basura.
—¡A la izquierda! —ordenó Alex casi en un grito—. Es por esa calle.
Geran manejó por unos cuantos metros antes de que Alex pidiera que detuviera el carro.
El trío de humanos bajó del carro junto con Neith. Alex estaba pasmado al ver aquella casa que hubiese creído que no volvería a ver. Obviamente era diferente, habían pasado más de diez años desde que habían huido de ahí. La casa estaba muy mal cuidada a pesar de que se notaba que trataron de pintarla y de mantenerla lo mejor posible. Si no fuera por los tulipanes que florecían en el jardín creerían que era una casa deshabitada.
Geran y Luar se acercaron a Neith, el príncipe del infierno le dijo:
—¿Estás segura de que quieres ir con ellos? —todo el camino habían intentado persuadir para quedarse en el carro junto con ellos y dejar a los humanos hacer su trabajo sin involucrar lo sobrenatural—. Ya son tres los que “entrevistarán” a las personas que vivan ahí.
—Puedo aparentar estar encargada del sonido y del video, mientras ellos hacen la entrevista —ser desafiante no la iba a llevar a ningún lado. Probablemente era el ser más poderoso que pudiera existir, pero el demonio parado frente a ella era su padre. Así que relajó un poco su tono de voz—. Solo son humanos, voy a estar bien.
Ese último comentario no terminó de convencer a Geran. Los humanos eran los responsables de la muerte de Helker y de casi haber asesinado a Neith cuando era una bebé. ¿Que le asegura que no le volverán a intentar hacer daño?
De no ser por Luar, el mayor cómplice de su única sobrina, Geran hubiera comenzado a discutir. El híbrido de ojos grises les deseo suerte antes de arrastrar a su hermano al auto y meterse él también.
Cass y Eilan se mantuvieron a cada lado de Alex, esperando el momento en que este diera el primer paso para seguirlo.
Alex estaba muy nervioso. No sabía qué es lo que encontraría en esa casa o si acaso llegaría a encontrar algo, pero aun así siguió adelante.
Tocaron y casi al momento abrieron la puerta, era una mujer mayor de aproximadamente unos sesenta y cinco años, era baja de estatura y algo que a todos se les hizo curioso era su cabello del mismo tono rojizo que el de Alex.
Todos se quedaron pasmados viendo los rasgos peculiares de la señora, la única que pudo reaccionar fue Neith.
—Buenos días señora, somos periodistas que se han interesado en casos sin resolver de esta ciudad —mencionó enseñando su identificación falsa de periodista—. Entre esos casos se encuentra el de una mujer que fue asesinada en este domicilio. ¿Podemos realizarle una entrevista?
—¿Por qué después de tanto tiempo se vuelven a interesar por el caso de mi hija? —La voz de aquella mujer, a pesar de todos los años que pasaron de aquel suceso, se escuchaba muy triste. Era una tristeza mezclada con indignación.
El trío de mortales escucharon con atención a la anciana. Los rasgos parecidos a Alex y ella diciendo que la mujer fallecida era su hija.
Ella era su abuela.
Según Alex él no tenía más familiares o eso es lo que le había contado su padre cuando él preguntó al respecto. ¿Qué otras mentiras le había dicho?
La anciana también se percató de los rasgos físicos de Alex en estos momentos era una desventaja parecerse a su madre.
Eilan reaccionó rápidamente, captando la atención de la señora:
—El trabajo de la policía es ineficiente como ya se habrá dado cuenta —Cass y Alex miraron al mismo tiempo a su tonto amigo. Siempre que actuaba de una manera seria les sorprendía, era una faceta de él que casi no mostraba—. Así que queremos exponer la mayoría de los casos que no se han resuelto, para llamar la atención de las autoridades y que estos cambien la manera de realizar su trabajo. Con la presión de las personas puede llegar a haber algún cambio.
La señora los escudriñó de pies a cabeza, tratando de buscar algo sospechoso para no confiar en ellos, pero lo único raro que vio era la juventud de estos y a pesar de eso no los cuestionó más.
—Me llamo Maria —abrió más la puerta y se apartó un poco—. Pueden pasar.
Los guió hacía la sala, Alex observó los muebles de alrededor, gracias al trauma había olvidado casi todo de aquel lugar, pero había cosas de aquella casa que le llamaban la atención. Necesitaba tocar y estar cerca de cada mueble y decoración de aquella casa que alguna vez fue su hogar.
Neith sacó dos micrófonos y los comenzó a acomodar, uno frente a la señora Maria y otro en medio de sus amigos, sabía que entre todos llevarían a cabo la “entrevista” por eso no lo puso frente a alguien en específico.
El trío de mortales solo observaron como la fachada de periodistas se fortaleció gracias a la producción de Neith, no sabían de dónde había sacado todo eso, pero eso les confirmaba que tan buena era mintiendo.
Neith tecleó unas cosas en su laptop y les hizo una señal para que comenzaran con las preguntas.
—¿Nos puede hablar un poco sobre lo que recuerda del caso de su hija? —interrogó Cass.
La señora seguía mostrándose reacia, pero los años de buscar respuestas la han dejado agotada. Ella pensaba que ya no tenía nada que perder.
—La policía me dijo que alguien entró a la casa, la puerta estaba forzada y se habían robado algunas cosas… la voz se entrecortaba al hablar. Los falsos entrevistadores sintieron culpa al volverle a abrir la herida—. Nunca supieron qué pasó con mi nieto y mi yerno.
—¿Cómo era su relación con su hija? —cuestionó Alex el cual estaba seguro de nunca haber convivido con esa señora.
—Casi no nos veíamos, dejamos de vernos cuando mi nieto tenía tres años.
Alex se distrajo al comenzar a escuchar otras voces en aquella casa. No preguntó al respecto, sabía que nadie más las escuchaba. habían sombras que cruzaban entre las habitaciones que estaban detrás de la sala. Hay historias que cuentan que cuando se produce una muerte trágica, entes o energías negativas se sentían atraídos al lugar, o eso es lo que alguna vez llegó a mencionar Cass en uno de sus intentos de asustarlos.
—¿Nos podría decir el nombre de su nieto? —Eilan preguntó y todos sabían con qué intención lo hacía. Solo quería confirmar el verdadero nombre de su mejor amigo.
—Su nombre era Alexander Colín
Nadie dijo nada por varios segundos, todos ya esperaban esa respuesta, pero no pudieron evitar tener alguna reacción al respecto.
—Háblenos sobre la relación que tenía su hija y su esposo.
—Mi yerno era un buen hombre, pero dejé de verlo cuando se casó con mi hija. Ellos no mantenían contacto conmigo y yo lo respeté —mencionó con arrepentimiento—. Cuando sucedió aquella tragedia… Pregunte a los vecinos si sabían algo. Ellos dijeron que discutían mucho, que mi hija tenía un pasatiempo que a Gustavo no le agradaba. Mi hija escribía historias sobre ángeles y demonios, estaba obsesionada con ellos. Esto no me pareció extraño porque desde niña le gustaban. Recuerdo que siempre mencionaba a un ángel llamado Azrael, yo pensaba que era una amiga imaginaria, pero era un personaje más de sus historias.
Cada vez que esperaban obtener respuestas se creaban más preguntas. Sabían por experiencia propia que lo que escribía la madre de Alex no eran solo historias, pero… ¿Que buscaba el arcángel Azrael de ella? La madre de Helker, el arcángel de la muerte, estaba desaparecida desde que Miguel la descubrió a ella y a Raziel jugando a ser Dios. ¿Porque hasta ahora hacía su aparición?
—¿Aún tiene las historias que escribió su hija? —cuestionó Alex intrigado por la extraña manera en la que todo estaba conectado.
—Si los tengo, intente leerlos una vez, pero no los entendí y los termine guardando en una caja, no les prometo que estén en buenas condiciones, han pasado tantos años…
—No se preocupen, si nos lo presta, nos ayudará a comprender mejor su historia —eso animó a la anciana y rápidamente salió de la sala para ir a buscar aquellos manuscritos.
—Colín o Lucien ¿Qué apellido te gusta más? —Susurró Eilan para romper el inusual silencio que se había generado en el lugar.
—Este lugar está horrible —comentó Alex, necesitaba decirlo, parecía estar loco ¿En que se diferenciaba él de una persona esquizofrénica?—. No dejo de escuchar susurros y de ver sombras. Se que es normal por lo que ha pasado aquí, pero no se siente bien.
Eilan siempre cuidaba de su amigo, sabía que esa clase de cosas lo ponían nervioso y aunque él no sea capaz de verlo quería ser de ayuda, pero antes de acercarse más a Alex, Neith los interrumpió.
—¿En verdad creen que mi querida abuela esté involucrada en este asunto? Yo pensaba que estaba muerta —hizo una pausa pensando en lo que acababa de decir—. El ángel de la muerte, estando muerta, eso sonó muy estupido.
—Antes de preocuparnos por eso, deberíamos de preguntar sobre los homicidio-suicidio —dijo Cassandra—. No sabemos qué tan afectado está este pueblo por los demonios.
Escucharon un ruido raro que captó la atención de todos.
—¿Se encuentra bien? —preguntó Neith—. ¿Necesita ayuda? —No hubo respuesta alguna, el silencio estremecedor se vio afectado por el sonido de pasos acercándose lentamente a la sala.
La señora María caminaba con la cabeza agachada, su cabello le cubría gran parte del rostro, así que no podían ver su expresión.
Algo no iba bien.
—¿Creían que solo su abandonado pueblo era el único con demonios? —La voz de aquella mujer no era la cálida y dulce que les había hablado hasta hace apenas unos minutos atrás. Sonaba chillona y burlona. Ya no era ella—. La reina tiene un plan mayor que el de solo matar humanos por gusto.
—¿Quién eres? —interrogó Alex fingiendo una voz autoritaria cuando realmente deseaba huir de ahí y esconderse debajo de su cama. Nunca había visto tantas sombras humanoides en su vida, estás estaban alrededor de la que hace unos minutos era su abuela.
El demonio no contestó la pregunta, en cambio alzó la mirada, mostrando unos ojos llenos de oscuridad y unos dientes que desgarrarían a lo que sea que le pusieran enfrente. Su mirada se enfocó en Neith, y este supo que todo iba a llegar a su final con más rapidez.
—¿Qué eres? —cuestionó curioso, olfateando el aire, como si este le fuera a dar una respuesta—. No ángel. No demonio. Eres igual a la reina. Ella sabe de tu existencia. Muchos te vigilan. No entiende porque sus hermanos la traicionaron por estar a tu lado. O porque están con humanos. Nunca huirán de ella.
Fue lo único que dijo. Nadie pudo reaccionar a lo que vino después. Sus anteriores encuentros con seres provenientes del infierno hicieron que esperaran un ataque. O más bien esperaban a que alguien los salvará. La sorpresa los inundó cuando la sangre les salpicó en el rostro.
El demonio le cortó la garganta a su recipiente, manchando todo de ese líquido espeso. El demonio sonrió, enseñando sus dientes picudos llenos de sangre y después salió de la anciana. Las convulsiones de la mujer les hizo saber que aun sentía la asfixia, aún estaba viva segundos antes de desangrarse por completo.
Geran y Luar entraron después, para encontrarse con una mujer mayor reposando sobre un charco de su propia sangre, tres humanos y una híbrida en shock.
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Hasta Volvernos a Ver © [Terminado]
FantasyEn un pueblo han habido varios casos de homicidio-suicidio. Todos creían que esto solo era algún tipo de crisis hasta que comienzan a ver cosas que no encajan en algo medianamente normal, o humano. La llegada de una nueva compañera no ayuda mucho...