Capitulo 5. No sabes cuanto me gustas

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Disfruté de la compañía de Susan como un enano, aunque solo fuese verla, entre mis libros, en el mismo espacio que yo. ¿Si me ayudó? Claro que me ayudó, y puedo decir que es fantástica vendiendo, creeréis, si es famosa ¿como no va vender? O diréis, claro, si está tan buena seguro que tenias la comunidad masculina agolpada en la puerta... PUES NOOOOOOOOO!!!!!!!! Vendió todo a mujeres!!!!!!!!!! (debo reconocer que si el factor masculino estuviese enterado del bellezón que tenía vendiendo libros se apuntaban a leer el Quijote, si ella se lo recomienda)

Tengo que considerarme seriamente contratarla, toda persona que entraba en la librería compraba bajo sus consejos.... (hasta las insoportables que vienen, te descolocan media librería y terminan siempre igual: sin llevarse nada). Debo reconocer, que cuando más me sorprendió fue cuando una señora (ya cliente del anterior propietario, y que jamás ha comprado nada, ojea revistas, libros y luego cuando se cansa los deja...) pues si, esa misma....COMPRÓ!!!!

Creo que después de esta mañana, de verla, moviéndose como pez en el agua por mi librería, la veré cada día de mi vida .... (claramente soñando despierto). Lo único que extrañé fue poder pasar tiempo con ella, porque aunque estaba a mi lado teníamos tanto trabajo que era imposible mantener una conversación.

Suspiré cuando dieron las dos, y cerré la puerta con llave.

- Jamás creí que trabajar en una librería fuese tan intenso, he disfrutado mucho... Puedes intentar saber el perfil de una persona, tras sus gustos hacerte una idea de lo que puede gustarle... es... fantástico. - dijo emocionada.

- ¿De verdad te ha gustado? - dije sorprendido.

- Mucho, es fascinante. Hablas con la gente de sus gustos, de los protagonistas de historias, comentas tu opinión sobre los libros.... Te empapas de las sensaciones de otras personas.

- ¡ Deberías dedicarte a esto! Si yo decidí comprarme la librería era para saber de primera mano lo que los lectores opinaban de mis historias, de las otras historias, del mundo del libro en general... Creo que jamás he encontrado, ni encontraré alguien que piense lo mismo de los libros que yo. - era como escuchar mis propias palabras en su boca, era algo, que hacía que mi corazón se quisiese salir del pecho.

- ¿Si? Pues ya tenemos una cosa en común... - dijo mirándome intensamente, como si quisiese descubrir más de mi, solo con mirarme.

Mi estómago gruñó, y decidí mentalmente que eran horas de comer.

- ¿Vamos a comer?

- ¿A comer?- dijo ella sorprendida.

- Si, venga. ¿Italiano? ¿Chino? ¿Comida rápida? ¿Que te gusta?

- Italiano, sin duda. - dijo sonriéndome.

Me sorprendió cuando comenzamos a andar, y sin previo aviso se cogió a mi brazo, la miré y me sonrió. Se sentía tan bien su mano en contacto con mi piel, que firmaría ahora mismo por quedarme así el resto del día.

- ¿Vamos? - me dijo.

- Eh... si, vamos – no me había dado cuenta de que me había parado, estaba tan hipnotizado mirándola, y pensando en la sensación que producía su piel en contacto con la mía... que me dejé llevar... ¿Cuanto habría estado así? Al menos, ella seguía igual de sonriente, y no se apartó de mi (me moriría si pensara que soy un loco).

Llegamos al restaurante, elección mía, ya que ella no conocía la ciudad, se dejó guiar por mí. Era un restaurante normalito, no me había puesto a pensar que tal vez ella con su nivel de vida hubiese esperado algo más elegante, lo elegí como si fuese con Jenny o con Carles a comer. La miré esperando una muestra de asco pero se veía feliz, demasiado feliz.

- Si no te gusta, podemos ir a otro lugar...

- ¿Si no me gusta? ¿Estas de broma? ME ENCANTAAAAAA!!! Es genial.

Me quedé sorprendido, no me esperaba que le “encantase” el lugar, pero bueno, sería algo más que teníamos en común.... era mi restaurante favorito.

Nos sentamos, y pedimos la comida, mientras esperábamos se acercó un chico a nuestra mesa, en concreto a mi acompañante.

- Perdone, ¿eres Susan Sherk?

- Si.

- Oh, no sabes cuanto me gustas.... - Susan y yo clavamos la mirada en el, que comenzó a ponerse rojo como un tomate – No... me refería a que me encantas, como cantas.... como bailas... como actúas.....

- Oh, gracias – dijo Susan como si fuese la primera vez que se lo decían. La miré con los ojos my abiertos, era sorprendente, que a pesar de la fama, se comportase como si fuese lo más normal del mundo, que se conformara con los sitios normales, que trabajase conmigo toda una mañana.... ohhh Diosssssss!! Me encanta esta mujer.... Susan me miró como asustada, iba a preguntarle que pasaba cuando el chico habló.

- ¿Podrías firmarme un autógrafo?

- Si, claro – dijo volviéndose hacia el chico, una vez se lo firmó se lo entregó al chico que tras observar el papel durante unos segundos, le sonrió y dijo.

- ¿Una foto? - dijo con tono suplicante.- Si les cuento a mis amigos que me he encontrado contigo, no se lo creerán.

- Claro, sin problema.

El chico me miró y me tendió la cámara mientras me decía.

- ¿Puede sacarnos una foto? - dijo con miedo.... Me miró un segundo y apartó la mirada, pero se volvió a girar - ¿Usted es el dueño de la librería Dreams of letters?

- Si – dije mirando al chico, haber si me sonaba...

- Soy cliente suyo. Le compré varias sagas en estos años, los cómic...

- Te recuerdo.... ¿Jeremy?

- Justo, una memoria impresionante – me dijo el chico. - ¿Hoy tiene la visita de Ward, no?

- Si, a las seis.

- No pienso faltar.- me dijo con mucho entusiasmo.

Posaron para la foto (demasiado cerca para mi,que yo sepa no hace falta apretujarse tanto para una simple foto. Jeremy se la comía con la mirada, le tuve que pedir seis veces que mirase a la cámara, y en cuanto iba a apretar, la miraba....) cuando por fin se decidió a hacerme caso la saqué y le devolví la cámara al chico, deseando que se largase de una vez por todas. Y por una vez en mi vida, Dios estaba de mi lado y me hizo caso.

- Bueno, ha sido un placer.... Mis amigos no me creerán cuando se lo cuente.. - me miró a mi y me dijo – Nos vemos a la tarde.

- Hasta la tarde Jeremy. - le dijo Susan.

Y el pobre Jeremy empezó a saltar de alegría, ilusionado, porque así demostraría que Susan había hablado con él.... el pobre no cabía de gozo en si.

- Jeremy ruego que no me traigas a un centenar de amigos fans de Susan – Era lo que me faltaba un tropel de jóvenes con las hormonas por los aires, gritando en mi librería en busca de un autógrafo o una foto de Susan.

- Los que vamos a ir, ya iban a acompañarme en les encanta Ward, tienen todos sus libros...

- Te creo, te creo.

- Adiós, hasta la tarde – dijo el chico marchándose.

Me volví a sentar, y vi como Susan se sentaba evitando mi mirada... ¿que había echo ya? ¿había dicho algo que no debía? MIERDA, MIERDA Y MIL VECES MIERDA.

- ¿Pasa algo?

- No, creo que debo irme.... ya te he molestado suficiente...

A ContracorrienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora