Génesis | Capítulo: Incomodidades
2 DE AGOSTO, 2020
Dejo de cortar las servilletas cuando siento la presencia de dos personitas a mis costados, bajando mi mirada a ellas.
−¿Sabías que tu nombre aparece en la Biblia? –la hija menor de los Fernández, Lola, es la primera en llamar mi atención con su pregunta.
−Sí, eso me dijeron –le contesto, regalándole una sonrisa en el proceso. Simplemente asiente y baja la mirada a su muñeca.
Mantengo mi mirada sobre ella un poco más, aún con la sonrisa plantada en mi cara; es demasiado tierna, al igual que Lupe, la hermana del medio.
−¿Y te gusta? –cuestiona esta vez Lupe, curiosa.
−Mucho; de chiquita no me gustaba porque mis compañeros se me burlaban pero después entendí que era porque mi nombre era poco común, no porque sea feo.
−Mi nombre tampoco es común, pero a mí me re gusta y a mis amigos también. Además lo eligió mi papá y significa que es lindo entonces –me explica alzando sus hombritos.
−Obvio, tu nombre es muy lindo y el de tu hermana también. Y las dos son muy hermosas además –le acarició el pelo a ambas, lo que corresponden con una sonrisa dulce.
Dejan de prestarme atención en cuanto Gastón las llama desde la parrilla, preguntándoles no sé exactamente qué cosa, pero algo que las incita a salir corriendo en su dirección.
Vuelvo a lo que estaba haciendo y termino mi tarea de poner la mesa como me lo pidió Paula. Cuando cada plato, vaso y cubierto tienen su lugar, me ubico nuevamente en mi silla, disfrutando el aire fresco de la noche y el olor a pasto que tanto suelo extrañar en mi departamento.
Según me había dicho Enzo, tenían la tradición de juntarse un domingo al mes y pasar el día, pero como mi novio jugó temprano, hoy tocó hacerlo de noche; así que ahora yo también formaba parte de esa tradición según ellos.
Y estoy más que agradecida, es bueno tener amigos que no sean mi prima o mis compañeros de la facultad.
−Te vas a quemar –escucho la advertencia por parte de Enzo y abro mis ojos, encontrándolo parado frente a mí.
−Es la idea –le murmuro como respuesta.
Lo escucho rechistar y sonrío.
–¿No podes dejar tu instinto paternal ni un segundo, no? –lo jodo.
–Yo solamente te digo, después cuando te arda todo no me digas que no te avisé –dice, sentándose en la silla frente a la mia.
Me levanto, llegando hasta él y sentándome sobre una de sus piernas.
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Odisea | Enzo Pérez
FanfictionYo no tengo la culpa de que me gustes, la culpa es tuya por tener todo lo que me encanta.