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30 DE DICIEMBRE, 2020
Enzo | Capítulo:Suplicio
Pretendo ver la televisión, haciéndoseme casi imposible el concentrarme en cualquier cosa que aparezca en ésta cuando no estoy ni en lo más mínimo interesado. No cuando lo único en lo que mi cabeza puede pensar está a casi mil kilómetros de distancia.
Termino poniendo la televisión en silencio nuevamente, dejando el control remoto a un lado y estirandome hasta la mesita ratona para agarrar mi celular. Acción que repetí constantemente durante los últimos días y ésta última hora con la ilusión de encontrar algún mensaje o llamada perdida por parte de Génesis.
Pero como veces anteriores, sigue sin haber nada.
Y no puedo sacarme la situación de mierda en la que estamos de ninguna manera de la cabeza. Desde esa llamada hace días atrás me siento raro, traicionado sería la palabra correcta.
Realmente intento comprender sus palabras, las repaso en mi cabeza pero me es imposible creerle. ¿Cómo hacerlo si yo me di cuenta, de algo que supuestamente ella no, por unas simples historias?
Frustrado termino siendo yo quién busca su contacto entre mis chats de WhatsApp decidido a escribirle o a hacer lo que sea necesario para hablar con ella, para solucionar como sea lo que tenemos que solucionar.
Algo de lo que me termino arrepintiendo a mitad de oración cuando el En línea aparece bajo su nombre, haciéndome borrar otra vez lo que apenas había escrito.
Tan solo el verla permanecer así durante unos buenos minutos hasta que finalmente parece salir de la aplicación hacen, siendo incapaz de haberme escrito siquiera un Hola, hacen que mi enojo vuelva.
Tengo tan presente y fresco el recuerdo de su voz contándome lo que había pasado con su supuesto amigo o quién quiera que sea ese flaco, que mi enojo se vuelve realmente inevitable.
Un enojo al que no le encuentro salida, sin saber con quién tendría que enojarme principalmente o si lo que siento es realmente enojo y no es mi ego herido y el sentimiento de traición los que me tienen así.
Es como si la historia se repitiera una y otra vez y no tuviera manera de evitarlo. Pasó con Florencia y ahora pasó con ella.
Algo que nunca esperé.
Si bien siempre hubo una parte de mí que, pese a cualquier cosa que Génesis hiciera o dijera, se le hacía difícil el confiar plenamente y al cien por cien en ella. Algo por lo que me sentí mal por mucho tiempo, intentando convencerme de que ella no era así, que no me haría nunca lo mismo, que tenía razones de sobra para estar en paz y confiar.
Algo en lo que claramente pareciera que me equivoqué, otra vez.
Ya a estar alturas de mi vida no se ni que esperar, que creer y que no. A quién escuchar y a quién no. No se si odiarla, si entenderla, si tomar ésto como la señal que no pedí pero que de una u otra manera llegó para demostrarme que el haber empezado una relación no era para mí o si volver a perdonar y ser una vez más el Enzo que me juré a mi mismo no volver a ser.
