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Génesis | Capítulo: La familia
6 DE SEPTIEMBRE, 2020
Le extiendo mi teléfono a Enzo, mostrándole el intercambio de mensajes que mantuve con su hermana un par de horas atrás, esperando una reacción de su parte.
Se toma su tiempo para leer bien, poniendo mis nervios en aumento con cada segundo que tarda.
Si bien no hablamos tanto y ni siquiera llegamos a nombrarlo a él o a nuestra relación, me parece importante que lo sepa, pese a que los mensajes fueron apenas sobre mi perrita.
Literalmente.
–¿Que opinas? –pregunto finalmente cuando me devuelve el celular.
Se pasa las manos por la cara, en un gesto claro de frustración.
–Que se yo. Ya sabe eso es obvio, se está haciendo la boluda nomás para ver que onda con vos, pero ya fue –dice, alzando sus hombros como restándole importancia– No importa. Yo lo que quería era hablar claro de esto con los chicos, era lo importante, ahora ya está.
Asiento, dándole la razón.
Sé que para Enzo fue un gran alivio hablar con los nenes y aclararles lo que pasaba entre nosotros. Yo siento exactamente lo mismo, no se si alivio es la palabra, pero siento tranquilidad al pensas que por fin podemos hacer una vida normal sin pensar en que algún detalle nos delate y eso les provoque un daño a ellos.
Me da un poco de felicidad la posibilidad de que ahora podemos hacer una vida un poco más "familiar" y no tener que evitar momentos con ellos, ya que tienen presente que su papá comparte una relación conmigo y no soy una simple vecina o amiga.
Lo mejor de toda la situación es que, según Enzo, quien mejor lo tomó fue Pía, que expresó una gran felicidad por poder pasar más tiempo con India y conmigo.
Ya me tiene a sus pies esa nena.
–¿Preferís que no le vuelva a contestar? Hasta que vos hables con ella, al menos –propongo por las dudas, sabiendo lo meticuloso que es Enzo con ésto.
Niega automáticamente.
–Posta que no importa. Es mi familia, sí, pero la relación es mía. Ya estoy lo suficientemente grande como para necesitar su permiso para salir con alguien, mi amor.
Mi cabeza elije ignorar completamente todo lo que dijo, quedando únicamente con esas dos últimas palabras.
Enzo se ríe, mirándome raro.– ¿Por qué sonreís? –cuestiona divertido.
