Dulce
Dios, moría de nervios al sentir su mirada frente a mí.
— ¿Qué haces aquí?7
Sus frías palabras hicieron que me sintiera aún más nerviosa.
—Yo...
—Espera —frunció el ceño — ¿Cómo llegaste aquí? ¿Quién te dijo donde vivía?
—Becca me llamó...
—Oh, esa pequeña demente...—murmuró para sí mismo —Pero bueno está bien.
Lo mire confundida
— ¿Está bien?
—Sí, es bueno escuchar que no me investigaste o perseguiste para saber dónde vivo solo porque te recuerdo a otro, sabes.
No sabía que decir, me encontraba más que nerviosa, creo que justamente algo se removía dentro de mí.
—Lamento lo de antes...—esta vez mis disculpas fueron sinceras.
De verdad, lamentaba haberlo confundido tanto, debía haber empezado por poco.
—Vale ¿Algo más?
Me mordí el labio temerosa, que diablos me sucedía, yo era una persona decidida, imparable pero cuando se trataba de Damon, mis murallas se venían abajo.
—No, yo...
—Bueno, entonces hasta luego... —la puerta se fue cerrando lentamente frente a mí.
—Espera. — detuve la puerta con mi mano.
Alex me miró aturdido.
— ¿Pasa algo? ¿Que necesitas?
— Tú medicina.
Extendí mi mano con la bolsa llena de medicamentos, él los cogió muy lentamente, casi en desconfianza.
— Gracias...
—No hay de qué.
—Bien, espérame aquí.
Entonces, Alex una vez más me tomó por sorpresa, se metió dentro de su apartamento y cuando creí que me había dejado en abandono, salió.
Con un billete en mano.
—Lamento que Becca te haya molestado a esta hora.
— No es molestia, somos amigos.
Al oír esa palabra, Alex negó con la cabeza mostrando una sonrisa triste.
— Lo que digas dulce, que tengas una buena noche.
Y así como me abrió la puerta, comenzaba a cerrarla.
¿Eso sería todo? Había venido para hablar con él, no podía irme como si nada.
—No me iré hasta que te vea bien...—empujé la puerta, tomándolo por sorpresa, aun sin su permiso, entré en su departamento.
Todo parecía perfectamente desordenado, los muebles en una esquina, y la ropa encima de él le daban ese toque de desorden ligero.
No era un cochinero pero faltaba orden, era como si hubiera llegado una noche antes, tan cansado que dejó sus cosas por dónde caían.
La cocina se encontraba en el otro extremo, aparte habían tres puertas más que pude suponer era el baño y los otros dos, habitaciones.
Sonreí al recordar la pequeña obsesión de Damon por el orden aunque Alex era un poco diferente en aquel aspecto.
—Pues yo ahora solo te veo como una extraña, no tiene sentido que estés en mi departamento además estoy perfectamente bien... —volvió a tomar la puerta con una sonrisa irónica.

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Prohibido Amar a Dulce ©
Teen FictionSaga "Prohibido" Libro 2 La muerte de una persona tan importante como el amor de tu vida puede dejar un gran vacío, un dolor indescriptible y en este caso un misterio inimaginable. Dulce, después de perder al amor de su vida, toma la decisión de ale...