15| Conflictos internos

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Dulce

Salí de la cómoda cama, me arrastre fuera y me quede mirando como tonta las pantuflas de conejito, no sabía cómo, pero sentía que me estaba empezando a recordar. Así que comencé a caminar con una sonrisa en los labios, entré a su baño sin hacer tanto ruido, me lavé la cara para despertar por completo.

Llevaba aun su pijama negra ¿Debía quitármela? Sí, Alex días antes ya me había dado su casaca la cual hasta el momento no se la había regresado, no podía llevarme su ropa una vez más.

Entré nuevamente a su habitación y comencé a sacarme el polo manga larga, dios, hacia un frio terrible.

—Dulce ¿Ya desperta...?

Sus palabras se quedaron en el aire al notar mi espalda desnuda.

¿No se había ido? Mierda. A los segundos oí como cerró la puerta dejándolo a él fuera del cuarto. Aun sonrojada me coloqué nuevamente el polo, él solo había observado mi espalda desnuda pero aun así me sentía avergonzada.

Abrí la puerta y me lo encontré frente a mí.

—Creí que te habías ido...—murmuré.

—Creo que se te olvido que vivo aquí...—sonrió— Lamento no haber tocado la puerta.

—Como dijiste, es tu casa, la culpa fue mía...—mencioné aun sonrojada.

—Bien, olvidémoslo, he hecho el desayuno, ven.

Lo miré impresionada, la versión bipolar de Damon cada vez me confundía más, era todo lo contrario a él pero a la vez conservaba su esencia, dios, quien creería que el Damon de antes, el que tenía amigos influyentes, hoy tendría a un par de chicos locos, aparentemente criminales.

Y no lo digo yo, le oí mencionar eso a Becca "Somos los mejores criminales del puto mundo", creo que mencionó aquello luego de estafar al joven de los helados del cine.

Ella era toda una, como decía alex, una pequeña demente.

— ¿Sabes cocinar? —pregunté tomando asiento en la mesa donde reposaban los platillos.

—No se me da mal —se encogió de hombros frente a mí—Aunque por el momento no tendrás el privilegio de comer un platillo hecho por mí —rio —He comprado pizza y unos jugos.

Sonreí al verlo, parecía estar bien ahora, su ánimo parecía ir bien, no lo veía para nada molesto, lo que me alegraba pero aun así quería hablar sobre aquello y lo haría cuando termináramos de comer.

—Y eso no fue todo...—sonreí al escucharlo, al relatar las historias con los dos pequeños dementes a Alex le brillaban los ojos —Una vez Becca se quedó atrapada en un baño público, adán impaciente rompió la puerta y bueno, por casi nos arrestan.

—Son muy especiales para ti...—solté entre risas, sin darme cuenta, el rostro de alex se veía más calmado y con una sonrisa dijo:

—La verdad que sí, ese par de tontos estuvieron para mí cuando pasaba por un mal rato.

— ¿Mal rato?

—Sí, no veo a mi familia desde entonces, al menos a lo que queda de ella.

Abrí los ojos de golpe al captar esa información ¿Alex comenzaba a recordar?

— ¿Por qué no puedes verlos?

—Porque no puedo acercarme a ellos —sonrió triste — Es una historia un tanto extraña pero no te contaré más para no confundirte con mis cosas.

—Está bien...—Me prometí a mí misma que no insistiría respecto a los recuerdos de alex, no quería volver a tener que pelearme con él. —Por cierto, lo que pasó hace días, yo lo siento...

Prohibido Amar a Dulce ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora