Capítulo 40

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No es un secreto que los entrenamientos de fútbol suelen ser constantes, siempre hay pases que perfeccionar, estrategias que mejorar, alistándonos lo mejor posible para cualquier contrincante que tengamos y su forma de jugar.

Las vacaciones de Navidad han finalizado, lo que quiere decir que hemos vuelto a la cruel realidad del instituto en la segunda semana de enero.

Durante estos días, mi relación con Ally ha estado a la perfección, creo que hemos encontrado una especie de equilibrio entre nuestros años de amistad y saber convivir como pareja.

No han ocurrido muchos sucesos paranormales, Allison ha sido de mucha ayuda para mí con respecto a saber sobrellevar toda esta situación relacionada con Kate. Hemos aplicado la misma dinámica que cuando ella falleció; quedarnos hablando por teléfono hasta muy tarde, incluso hasta quedarnos dormidos, principalmente yo.

De esa forma, mi mente se mantiene un poco más tranquila, pudiendo dormir mejor. Sus apariciones han sido leves, aún puedo sentir su presencia de vez en cuando, aunque menos seguido que noches anteriores.

Llevaba días intentando convencer a Allison para que me acompañara a una práctica, solo una, y logré convencerla... Ahora tengo que comprarle todo lo que se le antoje y acompañarla cuando vaya de compras para hacer su mula de carga.

Evidentemente, al principio, ella no estuvo muy de acuerdo en acompañarme, pues significa que va estar en el mismo espacio que Roger, a pesar de que es un espacio demasiado grande y no van a estar solo ellos dos.

Somos los primeros en llegar, así que nos disponemos a sentarnos en las gradas a esperar que los demás lleguen.

No ha mencionado nada al respecto, pero por su lenguaje corporal, sé que está nerviosa, sus manos abriéndose y cerrándose en puño varias veces seguidas la delatan.

La abrazo por los hombros y libero su pobre labio inferior, que había estado preso entre sus dientes.

—Relájate —la sacudo megamente—, no se atreverá a meterse contigo estando el entrenador presente, sabe que no le conviene.

—También puedo quedarme contigo todo el partido... Puedes cargar mi peso casi sin problemas, eso no te impedirá ponerte en medio de la cancha.

—Pero no puedo perseguir la pelota con una mujer encima de espalda.

—Seré tu porrista privada y gritaré: ¡Louis es el mejor jugador que ha pisado este césped, idiotas! ¡Quítense de su camino! —sonrío, imaginándome la escena. Baja la mirada por unos segundos y luego vuelve a fijarla en mis ojos—. Puede que se me ocurran frases menos patéticas cuanto estemos allí.

—Lo dices como si estuvieras completamente segura de que jugaré contigo encima —entrecierro los ojos, notando un atisbo de inseguridad en su mirada—. Puedo darte una pequeña dosis de mi intento de hacerte sentir mejor.

Enamorado de un fantasma [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora