Capítulo 44

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Allison


Los días siguientes a la confesión de Madison fueron un tanto... extraños. La relación entre Louis y yo ha ido mejorando, pues mi cerebro logró captar que lo que mis ojos vieron no fue por voluntad de ninguno de los implicados.

No negaré que sí sentí como si me estrujaran el corazón como a una pasa. Ver en primera fila cómo ambos se besaban dejó a mi mente procesando por unos segundos, a la vez que me convencía a mí misma de que no fue voluntad de él hacer eso.

Vi sus ojos claramente, me alejé de su regazo cuando sentí que algo estaba sucediendo; Louis se tensó y emitió como un extraño ronroneo, pero sus ojos fue lo que más me alarmó.

De ser verdes, pasaron a un color ámbar, que luego se transformó en un tétrico naranja atardecer. Por experiencia sé que, en caso de ser Kate, hubiesen adquirido un color marrón, pero no fue así.

Esa fue la prueba más convincente que tuve para convencerme de que él no era culpable, y Maddie tampoco. Me costó un poco, a decir verdad, pero logré asimilarlo.

En cuanto a Nathan... pidió unos pocos días para procesar todo, diciéndole a su novia que no malinterpretara esas palabras, no le estaba terminando ni nada así, de hecho, le demostró que su don no iba a alejarlo, si no todo lo contrario, y que solo necesitaba tiempo.

Ese tiempo transcurrió sin muchos inconvenientes paranormales, debo decir que han sido los días más tranquilos que hemos tenido, pero también sé que eso no es motivo para celebrar, sino para temer.

La tensión entre Louis y Nathan ya es casi nula, volviendo a ser casi como era antes. Varias noches, mi hermano se desahogó conmigo sobre cómo se sentía al respecto, que entendía todo e intentaba hacer lo mismo que yo hice; utilizar más la razón que el corazón.

Justo ahora, Maddie, Louis, Nathan, y yo estamos en la sala de estar de nuestra casa. Hemos acomodado el ambiente para acostarnos a ver películas, pero hace ya rato que he dejado de prestar atención.

Mi dedo divaga por el cuello de Louis, traza las líneas de sus clavículas, subo de nuevo a su cuello, paso por su mentón, su frente, bajando por la nariz, tiro de sus pestañas —las de ambos ojos—, con delicadeza; lo asomo por sus fosas nasales y delineo sus labios, los cuales entreabre a propósito.

—Tu dedo acaba de violarme la cara —sonrío y aprovecha mi distracción para morderme la yema del dedo violador.

Hago fuerza para que me suelte el dedo, pero es en vano. Roza la lengua con mi piel y me dedica una mirada maliciosa.

—No te atrevas, Luís —hace caso omiso y continúa deslizando la lengua sobre la yema—. ¡Louis! ¡Quedará con mal olor!

Se encoje de hombros, ganándose un golpe en el hombro. Aprieta los dientes, y reacciono pellizcándole en el brazo con las uñas.

Enamorado de un fantasma [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora