El timbre sonó antes de lo acordado. Jessica se miró en el espejo. Todavía no estaba lista.
¡Harry había llegado antes! ¡Y él jamás lo hacía!
Colgado de la puerta de su ropero había un vestido de satén blanco tan hermoso que casi le daba miedo ponérselo.
Harry iba a recogerla directamente desde el aeropuerto. Ella había estado contando las horas para verlo, ¡y quería estar lo más guapa posible!
Había sido una semana horrible. La ausencia de Harry ponía de manifiesto lo aburrida y triste que era su vida y sus trabajos. Y eso tampoco era un aspecto positivo de la relación, ¿no?
Esperó oír su voz, pero no oyó nada, hasta que golpearon la puerta.
Cuando la abrió se encontró con Freya al otro lado.
—Tienes que firmar la entrega de un papel —le dijo—. ¡Qué vestido tan bonito, Jessica! —agregó.
—¿Un paquete? —preguntó Jessica, alisándose la falda del vestido distraídamente.
Caminó hacia el salón y se encontró con Willow conversando con el cartero.
Después de firmar la entrega, sus compañeras de piso la rodearon para saber de qué se trataba. Jessica abrió con manos temblorosas el sobre que contenía una pequeña caja.
—Es una caja —dijo.
—Eso es evidente, estúpida... Venga, ábrela.
Jessica desaló la cinta verde y abrió la cajita. Las tres exclamaron al unísono.
—¡Oh, Dios!
—¡Jessica!
Jessica tragó saliva.
—Debe de haber un error.
—Lee la tarjeta a ver qué pone.
Sus dedos temblorosos sacaron la tarjeta del sobre:
—«No he encontrado ninguna piedra que haga juego con tus ojos, pero esto le irá bien con casi todo» —leyó—. Me imagino que no serán auténticos... —comentó Jessica.
Willow sacó la pulsera de la caja y la alzó hacia la luz con la habilidad de un entendido.
—Oh, son auténticos, te lo prometo, Jessica. ¿Qué diablos has hecho para que te compre esto?
Jessica se encogió y agarró la pulsera, un poco incómoda por las palabras de Willow. Aunque ella se había preguntado lo mismo.
Freya la miró con curiosidad.
—Debe valer una fortuna —dijo—. Será mejor que la asegures.
—¡Si no tengo ningún seguro!
—Bueno, es hora de que contrates uno, sobre todo si van a empezar a llegar más cosas como ésta.
Jessica se puso la pulsera y la miró. Reflejaba la luz. Era hermosa.
Pero no comprendía por qué se la había comprado Harry, aparte de porque quisiera que la llevara puesta aquella noche como complemento a un vestido caro.
¿O era un regalo de despedida?
Aquel temor había estado siempre presente.
Rápidamente se la quitó y la guardó, en el mismo momento en que sonó el timbre.
—Normalmente envía a su chófer —dijo Willow mientras Jessica metía la caja en el bolso y recogía su chal y un bolso con su ropa de trabajo y su cepillo de dientes.

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El Millonario - Harry Styles
Romance¡De limpiadora a amante de un millonario! Para quitarse de encima a las mujeres que lo perseguían, el millonario Harry Styles le propuso impulsivamente a la mujer de la limpieza de su oficina que lo acompañara a una cena. Jessica aceptó, reacia, per...