Por un momento Jessica pensó que aquello no era real. Su beso estaba despertando todos sus sentidos. Era como si hasta entonces sólo hubiera sido una sombra de sí misma.
Su boca sabía a vino, a deseo, a promesa. Jessica abrió la suya para entregarse a él y sus manos se deslizaron hacia sus hombros, como si tuviera miedo de que se fuera a caer. Pero esa sensación fue la que tuvo, como si fuera a perder el equilibrio.
—Harry—dijo ella.
Se dio cuenta de que era la primera vez que usaba su nombre, pero seguramente aquella situación exigía que lo llamase así.
—¿Sí? —dijo él, agarrándola de la cintura, y deslizando sus manos por debajo del abrigo, por encima de la seda.
Las llevó hasta sus pechos y se los agarró con suavidad. Luego acarició sus pezones por encima de la seda.
—¡Oh! —exclamó ella, sorprendida y extasiada.
Él acarició sus caderas, su trasero, la curva de sus muslos. Su deseo de pronto se vio truncado por un golpe de realidad. Aquello era una locura, se dijo. Aquello no era lo que él había tenido intención de hacer. En absoluto.
¿Era por ello que de pronto se le hacía tan excitante? ¿Por qué le gustaba controlar la situación y en aquélla había perdido el control?
—Dime qué te gusta hacer, cara —susurró—. Muéstrame lo que te gusta.
Ella le besó el cuello. Al parecer, no podía reprimirse.
—Harry... —susurró otra vez.
Su mano estaba encima del muslo de él. Harry giró la cabeza y dijo:
—No vivo lejos de aquí. Venga... ¡Vamos a mi casa!
Sus palabras de deseo penetraron la consciencia de Jessica mientras sus dedos se entrelazaban en la seda de su pelo. Jessica se sintió como si estuviera en una escalera mecánica que la estuviera llevando a un placer inesperado. Pero aunque su cuerpo se entregaba a las sensaciones, de pronto sintió la primera protesta de su mente ante aquello.
—Harry...
—¿Mmm?
Los labios de Harry estaban en la base de su cuello en aquel momento, emprendiendo el camino hacia sus pechos. Y ella contuvo la respiración. No quería romper el encanto de aquel momento, haciendo caso a su conciencia y sus dudas.
Pero sin embargo, aquellas preocupaciones y dudas persistían.
—No debo...
—Sí, debes —sonrió él pasando la punta de su lengua por su piel—. Lo deseas. Sabes que es así.
—¡Tú...Oh!
Vio el techo del coche y se dio cuenta de que la estaba seduciendo en el asiento de atrás de la limusina.
Cuando sintió la mano de Harry en su muslo fue cuando la realidad la golpeó como si fuera un cubo de agua helada.
Y Jessica se soltó de sus brazos, y se refugió en un rincón, mientras lo miraba como si se encontrase a solas con un depredador.
—¿Qué...? ¿Qué diablos estás haciendo?
—Lo sabes perfectamente. Voy a hacerte el amor.
Jessica tragó saliva.
—¡No lo harás!
—¡Pero tú quieres que lo haga!
Su arrogancia y seguridad la disgustaban, pero lo peor era que era cierto lo que decía. Ella lo deseaba, más que a nada en el mundo.
Pero, ¿cuál era el precio? ¿Su dignidad? ¿Su trabajo?
Jessica tiró del vestido de seda que tenía levantado y dijo:
—Quizás, por un momento le he deseado. ¡Pero esto no era parte del plan de esta noche!
—¿No? —dijo él un poco molesto porque ella hubiera cortado aquel juego, y por el hecho de que una mujer lo estuviera rechazando.
No podía creerlo. ¡Y una mujer como aquélla!
—No sabía que había un plan trazado para la noche.
—Eso no es lo que he querido decir, ¡y lo sabes! —respondió ella.
—¿No?
—¡No! —de pronto Jessica se enfadó, no sólo consigo sino con él—. ¿Crees que me acostaría contigo de cabeza? —preguntó ella.
—Creo que has estado a punto de hacerlo, Jessica.
—¿Crees que lo único que tienes que hacer es llevarme a una fiesta elegante en un coche con chófer para que yo esté tan agradecida que me acueste contigo?
Harry se estaba cansando.
—No lo he planeado —le contestó él—. No ha sido una situación que he anticipado.
Aquello la molestó más todavía. ¿Estaba diciendo él que ni había considerado la posibilidad de encontrarla atractiva como para querer seducirla?
¿Era aquélla la razón por la que la había elegido a ella? ¿Por qué no suponía ninguna tentación?
Se alegraba de haber visto la realidad antes de que hubiera sido tarde.
—Somos simplemente un hombre y una mujer —dijo él—. Y a veces la pasión aparece cuando menos la esperas.
Mientras Harry hablaba le quitó un mechón de pelo de la cara. Y aquel gesto tierno casi convence a Jessica, porque era el gesto que se esperaba de un amante,aunque ella no entendiese mucho de amantes.
Si hubiera dejado que Harry le hiciera el amor en aquel momento, se habría arriesgado a que él la tratase como a un trapo viejo. Que la dejara en cuanto se cansara de ella, en cuanto la hubiera usado.
Y al día siguiente su deseo habría desaparecido.
Ella echó la cabeza hacia atrás y dijo:
—Tal vez sea así como se hacen las cosas en tu mundo. Pero no en el mío.
Él buscó en su rostro alguna indicación de que aquello fuera una farsa, un juego femenino para lograr atraerlo. Pero Harry no vio ninguna.
¡Aquello era peor que volver a Sicilia!
¿De verdad ella pensaba que él empezaría a cortejarla? ¿Qué ella le otorgaría ciertos derechos cada noche? Una noche, un beso. Otra, los pechos. Hasta que le dejara tener todo su cuerpo.
—Si crees que esa resistencia te hará irresistible a mis ojos, te equivocas, cara.
Jessica sintió rabia.
—Oh, no se preocupe, señor Styles—respondió Jessica. No le importaba que pudiera perder el trabajo en aquel momento—. ¡No he pensado en ningún juego! ¡Creía que mi cometido era representar el papel de acompañante en una cena, no ser seducida en el asiento de atrás de un coche! Y ahora, si no le importa, me gustaría volver a casa.
Hubo un momento de silencio mientras sus palabras hacían su impacto en él.
—Creo que te olvidas de quién eres, cara mia. Te llevarán a casa. Pero después de que el chófer me lleve a mí.
Apretó un botón y le dio instrucciones al chófer.
Luego sacó unos papeles de un bolsillo y después de encender una luz se puso a trabajar con ellos, como si se hubiera olvidado de que ella estaba allí.
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El Millonario - Harry Styles
Romance¡De limpiadora a amante de un millonario! Para quitarse de encima a las mujeres que lo perseguían, el millonario Harry Styles le propuso impulsivamente a la mujer de la limpieza de su oficina que lo acompañara a una cena. Jessica aceptó, reacia, per...