Jessica llegó rápidamente. Estaba lloviendo y tenía el pelo mojado, lo que lo hacía brillar como una joya, pensó Harry con cinismo.
Llevaba un abrigo elegante y una falda de cuero que se ajustaba a sus curvas como una segunda piel.
¡Cómo se había adaptado a su nueva vida de lujo, su amante limpiadora!, pensó Harry.
Cuando se quitó el abrigo mostró un jersey de seda. También llevaba medias y unos tacones de aguja. Se había transformado en lo que era: el juguete de un hombre rico, pensó él.
Se preguntaba cómo se tomaría que le dijera que no habría más regalos ni vida de lujos.
Pero le daría una última oportunidad de redimirse a sí misma.
—Estás hermosa —dijo él suavemente, mientras le quitaba el abrigo y lo colgaba.
—¿Sí? —preguntó ella—. Parecías... ¿Está todo bien? Parecía algo urgente cuando me llamaste por teléfono...
—¿Sí? Siéntate. ¿Quieres una copa?
—No. No, gracias.
—Esa ropa te queda estupenda, cara. Pero te falta algo que la embellezca. ¿Porqué no le pones nunca la pulsera de diamantes que te regalé? ¿No te gusta?
Jessica se rió, nerviosa. Daba igual que la hubiera vendido por una buena causa. Él pensaría que lo único que le interesaba era sacar algo de él.
—Oh, me encanta. De hecho, me gusta tanto que la he dejado en un lugar seguro, ¿y sabes lo que ocurre cuando haces eso? —lo miró y descubrió la frialdad de sus ojos—. ¿Qué dirías si te digo que no la puedo encontrar?
Harry estaba furioso.
—¡Diría que eres una mentirosa y una farsante! —exclamó él, incapaz de mantener la representación.
—Quieres decir... ¿Qué lo has descubierto? —preguntó ella.
—¿Qué has vendido el regalo que te hice en cuanto has podido? Sí, Jessica, lo he descubierto. ¿No te has dado cuenta de que una pieza de esa calidad llegaría siempre al mejor vendedor? ¿Cuánto sacaste por ella?
—Harry, por favor...
—¡Oh, por favor no actúes como si la sola mención del dinero fuera algo desagradable para ti, cuando esto no ha sido más que una transacción que querías capitalizar desde el principio! ¡Venga...! ¿Cuánto? ¿Nueve? ¿Diez?
Ella agitó la cabeza.
—No, la mitad.
—O sea que no sólo la has vendido, sino que lo has hecho por una cantidad ridícula —Harry se rió sin humor—. Claramente, nunca has hecho esto antes...
—¡Por supuesto que no!
Pero internamente Harry sabía que no había un «por supuesto».
Su error había sido pensar que Jessica era diferente.
—¿Por qué lo hiciste? —preguntó—. Adelante, dímelo, estoy intrigado.
Ella vio su expresión de resignación, y aquello fue peor que la acusación de antes, como si hubiera estado esperando algo así desde el principio. Y ella tuvo que contener las lágrimas.
Por un lado lo habría mandado al diablo por pensar lo peor de ella. Aquélla erala visión de Harry de las mujeres: ¡Sólo las vírgenes merecían casarse, y todas las otras mujeres eran interesadas, avariciosas, y despreciables!
Bueno, se enteraría de que ella no lo era.
—¡La vendí para pagarle una asistenta a mi abuela porque se ha roto una muñeca, y tiene que hacer reposo!
ESTÁS LEYENDO
El Millonario - Harry Styles
Romansa¡De limpiadora a amante de un millonario! Para quitarse de encima a las mujeres que lo perseguían, el millonario Harry Styles le propuso impulsivamente a la mujer de la limpieza de su oficina que lo acompañara a una cena. Jessica aceptó, reacia, per...