Cenizas

Veintiuno.

Nota: Este capítulo sucede un día después del anterior (20) se me olvidó subir la fecha :p. Además este capítulo apenas y hoy lo complete mil disculpas si ven alguna falla.

Capítulo dedicado a emelyriso gracias por tu apoyo ✨❣️

21 | Las barreras se caen.

🥴❣️🥴
YATRA.
🥴❣️🥴

5, agosto, 2024.

Abro los ojos lentamente, la luz del sol me obliga a cerrar los ojos de nuevo. Mi cuerpo está cansando, dormir en un sofá es agotador. Pero hay que ir a trabajar y necesito un café. Me levantó y me voy a la cocina para preparar algo.

En eso escucho un ruido y me detengo, el sueño se me va de golpe cayendo en la realidad.

No estoy solo en mi departamento.

Anoche ella durmió aquí.

— Hola. — me saluda, saliendo de mí habitación.

Su sonrisa se borra y se queda al igual que yo estática es su lugar.

Ella tiene una de mis sudaderas.

Y yo no tengo camisa.

Y ella se ve perfecta.

Y yo ya no se cómo respirar.

Y ella se sonroja.

Y yo la quiero besar.

Controlate Sebastián.

Me aclaro la garganta y desvío la mirada tratando de calmar mi corazón.

Ayer le ofrecí venir conmigo, por qué ya era demasiado tarde para hacer dos viajes. Esto no fue es más que un favor.

— Espero que no te moleste que me haya tomado tu sudadera.

— No, para nada. — trago duro. — Se te ve mejor a ti. Digo, ah es tuya, no es decir. Si no pasa nada.

Ella se ríe. Y pasa por mi lado dejándome aún más confundido.

La escucho mover algunas cosas y salgo de mi estupefacción. Yo debería prepararle el desayuno.

— Yo lo hago. — digo, cuando va a poner el café.

— Bueno... — se aparta pero sus ojos bajan y me doy cuenta que aún no tengo camisa.

— Debería...

— Si — se ríe.

Voy a mi habitación, saco de mi maleta una camisa, me la pongo, aprovecho y entro al baño hago mis necesidades y me lavo los dientes.

Cuando salgo Martina está sentada con la cara apoyada en sus brazos. Luce cansada.

— ¿Todo bien? — pregunto y ella se recompone.

— Si, solo estoy cansada.

Asiento, le ofrezco una sonrisa y me acerco a la mesa para poner pan en la tostadora, saco del refrigerador algunas frutas, nutella y mermelada.

— ¿Dormiste bien?

— Uf sí, caí como muerta. — se ríe. — tu cama está muy cómoda. Aunque me siento mal por qué hacerte dormir en el sofá.

— No fue para tanto, igual dormí bien. — aunque eso no era del todo cierto, el dolor en mis hombros lo decía.

Pero no quería hacerla sentir incomoda en mi casa, quería que se quedará y si para eso tenía que dormir en el sofá lo haría. Bueno, lo hice.