Hojas De Otoño

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Alastair Terranova iba saliendo de una sesión con el consejo real cuando algo a lo lejos captó su atención.  Observó como Nicholas salía de la arena de entrenamiento y llevaba Odette inconsciente en los brazos.
Una corriente de celos lo recorría. Sentía como la sangre le hervía.

Estaba decidido a ir y exigir una explicación, pero se detuvo en el acto. Él era el príncipe y futuro rey, no podía permitirse que alguien lo viera haciendo una escena de celos y menos hacia el capitán de la guardia.

<Alteza, la reina lo espera en sus aposentos> le dijo una de las muchas damas de compañía que en realidad eran más mucamas a su servicio.
<Gracias> le respondió con tono pícaro y se dio la vuelta para no seguir mirando a su mejor amigo con la mujer que le lograba robar el sueño en brazos.

Caminó por los pasillos del palacio en silencio. El único sonido que se escuchaba era el paso de sus zapatos al andar por el lustroso mármol.
En los últimos días, se había percatado de que el número de la seguridad había aumentado, el rey parecía intranquilo y nervioso pero nadie conocía el motivo; era demasiado inusual que se fueran a aceptar miembros para la guardia real que no fueran de la nobleza y aunque preguntara el motivo, sabía que no obtendría una respuesta.

Los aposentos de la reina eran de los que mejor estaban resguardados, los guardias al verlo se llevaron la mano al pecho y uno de ellos tocó a la puerta, una de las damas de compañía atendió y al ver que era el príncipe, se hizo a un lado para dejarlo pasar.
<Buenos días, madre> le dijo con una sonrisa <¿Cómo amaneciste el día de hoy además de más bella, por supuesto>.
La reina se rió discretamente y levantó la mano para que las damas de compañía y mucamas salieran de su habitación.

La reina Arabella era una mujer hermosa de refinadas facciones. Su cabello era largo y sedoso del color del oro y sus ojos del color del océano resplandecían con los rayos del sol.
<Adular no te llevará muy lejos, hijo mío> le dijo mientras señalaba la silla que estaba a su lado.
Él tomó asiento y miró la mesa que estaba entre ellos. Ya estaba servido el té y los postres estaban hermosamente acomodados en el orden que él los prefería.
<¿Puedo preguntar a qué se debe esta inesperada reunión?> le preguntó Alastair antes de dar un sorbo a su té.
<Tu padre me ha pedido que hable contigo> comenzó a decir la reina <Como ya sabes, estás en la edad para contraer matrimonio y ya hemos elegido a joven perfecta para ti>.

Alastair se ahogó con el té que bebía al escuchar sus palabras.
<¿Matrimonio?> le preguntó.
Arabella bebió su té con tranquilidad y asintió con la cabeza.
<¿Quién es esa joven?>.
<Es hija de un conde del territorio de Ísmer, llegará mañana por la tarde> le respondió la reina.
<¿Ya la han invitado a palacio?> le preguntó Alastair con enfado.
<No hay razones para evadir esa responsabilidad, es una chica inteligente además de hermosa> le dijo la reina mientras se ponía de pie <Tu deber es con tu rey y con esta familia>.
Esa era su manera de decirle que no tenía opinión al respecto y que no quería escucharlo decir nada más sobre el tema. Las confrontaciones con su madre eran más inútiles que con su padre porque ella desechaba cualquier comentario que hiciera o estuviera por hacer.
<¿Entonces ya le has conseguido pareja a Bastián?> preguntó tratando obtener más información.
<Por supuesto> le confirmó la reina <Aunque eso es algo que no te incumbe>.

La taza que sostenía Alastair en la mano cayó al piso y se rompió en pedazos al escuchar esas palabras. Su hermano era el hijo favorito de la reina, todos lo sabían y estaba seguro de que ella jamás hubiera permitido que se casara con alguien a quién él no aprobara.
<Lo lamento, creo que la sostenía de mala manera y se resbaló de mi mano> exclamó con voz ahogada.
<No te preocupes, llamaré a alguien para que lo limpie> le respondió la reina mientras lo observaba con detenimiento <No tienes permitido compartir esta información con nadie, yo seré la que le de estas noticias a tu hermano> su mirada era fría y calculadora, no revelaba ningún pensamiento. Eso lo hacía sentir al borde la cordura.
Alastair le sonrió tratando de ocultar su enfado y se puso de pie.
<Me iré, tengo demasiados compromisos que atender> le dijo el príncipe mientras se inclinaba para besar su mano <Te veré a la hora de la cena>.
<Hasta pronto, querido>.

Heredera de Hielo y Fuego [En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora