Mientras Odette caminaba por los interminables pasillos del palacio junto al capitán, no podía evitar preguntarse que era lo que le esperaba cuando llegara al gimnasio.
El príncipe había dicho que primero entrenarían la fuerza física y eso era algo de lo que ella tenía bastante.<Hemos llegado> anunció el capitán.
Las puertas del gimnasio eran de tres metros de altura y cada una medía un metro y medio de ancho. Eran imponentes, de un color roble oscuro, no brillaban y daba un poco de miedo mirarlas.
<Ustedes se quedan aquí> les ordenó Nicholas a los guardias que les hacían compañía y abrió las puertas.
El gimnasio como ellos lo llamaban, constaba de una arena capacitada para el entrenamiento con la espada, un área para tiro al blanco, un cuarto especial con paredes de cristal equipado para aquellos que estuvieran entrenando sus poderes.
Bastián ya estaba dentro y practicaba tiro al arco.
Odette y Nicholas entraron y se detuvieron a solo unos metros del príncipe para no interrumpirlo.
Bastián disparaba las flechas sin contemplación a la diana que estaba a veinte metros de distancia, era difícil ver si acertaba en el pequeño punto rojo que estaba en el centro pero todos los soldados cuchicheaban y aplaudían a lo lejos.
Sus pasos eran lentos y certeros cada que avanzaba hacia su siguiente objetivo, sacaba una flecha del carcaj que estaba atado a su pierna izquierda y la ponía en su arco en cuestión de segundos. Antes de dejarla ir, la flecha ardía en llamas color zafiro y daban en el blanco.El príncipe entregó su arco a uno de los encargados del gimnasio y se giró para ver a Odette y a Nicholas a la cara.
<Vamos> le dijo el capitán y le dió un ligero empujón para que caminara.
Avanzaron a paso rápido y en cuestión de nada, llegaron frente a Bastián.
<Lamento que lo hayamos hecho esperar, alteza> le dijo Nicholas e hizo una reverencia.
<No importa> respondió el príncipe y miró a Odette <Deja la capa en algún lugar y quiero que des diez vueltas corriendo al gimnasio>.
<¿Diez?> preguntó Odette con tono de sorpresa.<¿Necesito repetirlo?> le respondió el príncipe con un gesto de desagrado.
Ella negó con la cabeza, se dio la vuelta y caminó hasta los bancos que estaban forrados en piel color carmesí cerca de la puerta.
Suspiró y echó a correr. El lugar tenía marcado todo el exterior con una línea blanca y ella la siguió.
Por mejor condición física que tuviera, no era lo necesario para sobrevivir una sola vuelta a todo ese lugar. Sus pulmones dolían cada que respiraba pero no se rendiría.
Su vida y la de Nicholas dependía de sus esfuerzos y de que lograra cada estúpida tarea que el príncipe le indicara.Le tomaba una hora dar una vuelta completa.
Para su quinta vuelta, sentía que vomitaría no sólo el desayuno sino todo lo que había comido en su vida entera.Su vista estaba borrosa, sus piernas adormecidas y sentía un hormigueo en la punta de los dedos.
Por un momento, Odette desvió su mirada y pudo ver como Nicholas entrenaba con el príncipe.
Sus camisas estaban llenas de sudor. Llevaban el mismo tiempo que ella entrenando. No paraban ni para tomar aliento.
Sus espadas ardían con fuego. Zafiro para Bastián y se maravilló al observar que la espada de Nicholas tenía una combinación de colores que quitaba el aliento.<Si ellos pueden... Yo también> pensó Odette y corrió con energías renovadas.
Le tomó ocho horas en terminar las diez vueltas. Para las cuatro de la tarde ya había terminado.
Se acercó al príncipe con la energía que le quedaba y lo miró en silencio. Gotas y gotas de sudor caían de su frente esperando a que él hablara.
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Heredera de Hielo y Fuego [En Proceso]
Ficção AdolescenteOdette Harrelson, una chica nacida entre la pobreza es forzada a vivir en el palacio real tras perder a todos sus seres amados. Obligada por las circunstancias se ve ante la necesidad de mentir acerca de su pasado y pelear por su libertad. Su único...