Lluvia De Estrellas

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Odette caminó sin rumbo por lo que parecían haber sido horas. Estaba furiosa y no encontraba la manera de calmarse.
Siempre había creído que su madre se tomaba las cosas a la ligera y que no pensaba en las consecuencias de sus actos. Cada que se decidía por algo cambiaba de idea una y otra vez porque nada le parecía correcto. La habían corrido de todos los trabajos en los que había estado hasta que el viejo Jerome le permitió trabajar en su sembradío de vegetales. Siempre pasaba por alto las veces que ella llegaba tarde y nunca le bajaba el sueldo.

Odette no entendía de donde sacaba esas ideas tan descabelladas, le exasperaba que para ser tan joven tuviera que hacerse cargo de todos los gastos de su familia porque solo con lo que ganaba su madre no era suficiente, aunque ambas trabajaran el dinero nunca alcanzaba y ella siempre tenía que andar haciendo hasta la tarea más absurda para poder subsistir.
Caminó por tanto tiempo que se tuvo que detener a descansar. Se sentó a la orilla del río y comenzó a arrojar rocas, las ondas que causaban en el agua la tranquilizaban.
<Quizás la vida de Annya sería más sencilla si me fuera a la guerra. Así tendrían una boca menos que alimentar> dijo Odette en un susurro.
Se recostó en el pasto, puso las manos bajo su cabeza y cerró los ojos.
<¿Acaso conoces la vida de aquellos que se unen al ejército?> le preguntó una voz desde las sombras.
Odette se incorporó en segundos y miró en todas direcciones.

<¿Hola?> dijo Odette mientras se levantaba lentamente.
<¿Te unirás al ejército?> le preguntó de nuevo.
Ella conocía esa voz pero no lograba ubicar de dónde.
De pronto el hombre salió de entre las sombras. Era el mismo que había visto hacía unas cuantas horas.
Se asombró tanto que se tropezó y cayó en el río.
Él no se pudo contener y se soltó riendo. Caminó hacia ella y sin dudarlo entró al agua para ayudarla a ponerse de pie.
<¿Te ríes y luego me ayudas?, no es muy caballeroso de tu parte> le dijo Odette y giró la cabeza en la dirección opuesta a donde estaba el hombre.
Él se aclaró la garganta y extendió su mano para ayudarla.
<Lamento haberme reído, no quise causarte una molestia>.

Odette lo miró y sonrió levemente. Tomó su mano y se puso de pie.
Estaba completamente mojada a excepción de su pecho.
<¿Sueles andar como alma en pena por el pueblo?> le preguntó Odette con curiosidad.
<Solo vengo en ocasiones> le respondió él encogiéndose de hombros <¿De verdad te unirás al ejército?>.
Ambos comenzaron a caminar hasta la orilla del río y se sentaron en el pasto.
<Aún no lo he decidido> le respondió Odette con toda sinceridad <Se me acaba el tiempo>.
Él no le respondió, sólo la miraba con interés.
<Esta tarde cuando nos vimos, no me dijiste tu nombre. ¿Es un secreto?> le preguntó con su mirada fija en el agua.

Él se tensó por un momento y suspiró.
<Pensé que lo sabías, todos saben quien soy>.
Ella arqueó una ceja y negó con la cabeza.
<No me pongas en el mismo montón con los demás>.
Él río y se disculpó por ofenderla.
<Mi nombre es Alastair. Mucho gusto, Odette>.
Al escuchar sus palabras Odette comenzó a toser.
<Magestad> dijo en pánico y se puso de pie <Disculpe mi ignorancia, no quise insultarlo con mi estupidez>, ella hizo una reverencia y se quedó con la cabeza agachada.
Sabía que su indiscreción podía costarle la vida a ella y a su familia.
Él se puso de pie y colocó una mano en su espalda.
<Pensé que eramos amigos, no hay necesidad de que hagas esto>.

Odette no sabía cómo reaccionar, le daba miedo levantar la mirada y encontrarse con unos ojos amenazadores.
Toda su vida le habían dicho que debía cuidarse de aquellos que portaban el poder del fuego, ya que decían que eran monstruos en forma humana sin escrúpulos, dispuestos a todo por obtener más poder.
<Odette, vamos. Alza la cabeza, todo está bien> le dijo Alastair y palmeó su hombro.
Ella sentía que el corazón se le saldría del pecho.
Poco a poco levantó la cabeza y se sorprendió al ver la sonrisa tan cálida y amable que adornaba su rostro.
<¿No crees que es hora de que vuelvas a casa?> le preguntó el príncipe sin quitarle la vista de encima <Se deben preguntar dónde estás>.
<Si, me iré. Gracias por todo, alteza> le respondió Odette con otra reverencia y echó a andar por el camino hacia su casa.
<Cuídate> le gritó él y agitó su mano en el aire a modo de despedida.
Ella giró un momento y fue entonces cuando se dio cuenta que el príncipe estaba acompañado de una escolta.
Si ellos habían escuchado la manera tan inapropiada con la que ella le había hablado sería su fin. La sola idea de pensarlo causaba que se estremeciera de pies a cabeza.

Heredera de Hielo y Fuego [En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora