Ocaso

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Odette regresó a los aposentos de Bastián después de un largo día de entrenamiento. Se miró en el espejo y su aspecto le provocó una risa profunda. Sus ropas estaban sucias y un poco rotas por el esfuerzo que había hecho, ni siquiera cuando había trabajado en los campos de trigo terminaba de esa manera.
Sentía un deje de tristeza al recordar su antiguo hogar, todo parecía como si hubiera pasado en otra vida.
Se preguntaba como estarían todos, allá el invierno apenas comenzaba.

La chimenea ya estaba encendida y le tenían la merienda sobre la mesa. Té, pan tostado, mantequilla, un poco de jamón y panques con frutos de postre.
Se metió a bañar para quitarse el agotamiento físico del día y poder continuar con el mental.

Tenía que ir al despacho de Alastair y enfrentarse a todas las preguntas que tenían los príncipes y el capitán de la guardia acerca de la criatura que habían encontrado en su recámara. Después de lo ocurrido el día anterior en la sala de entrenamiento, Bastián se había negado a asistir a una reunión con su querido hermano mayor dejando todo para la tarde siguiente.

Después de bañarse, Odette se vistió con un largo vestido de color ópalo con hermosos detalles color plata a lo largo de la falda, acompañado con un corsé blanco que se ceñía a su cintura logrando que su figura resaltara como sacada de un sueño.
En vista de su intento fallido al usar zapatos con tacón alto, buscó un par de zapatillas de suelo y salió del cuarto de baño preparada psicológicamente para una lluvia de preguntas a las cuales no estaba segura si podría responder.

El cabello aún le goteaba cuando se sentó a comer

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El cabello aún le goteaba cuando se sentó a comer.
Tenía la boca llena con un bocado de pan cuando la ventana a sus espaldas se abrió de par en par.
Un escalofrío recorrió su espalda y tragó con dificultad.
"¿Puedo pasar?" preguntó una voz que ella reconocería en cualquier lugar.
Asintió con la cabeza y escuchó los pasos que entraban a la recámara y la ventana corrediza cerrarse de un solo golpe.
"Te ves... Linda," comentó el hombre de orejas puntiagudas. "¿Puedo?," y señaló la silla frente a ella.
"Adelante," Odette trató de sonreír pero la penetrante mirada de aquél ser no se lo permitió.
"¿Ya sabes qué es lo que dirás a tus queridos príncipes?," preguntó con seriedad.
"Qué te parece esto: un hombre que jamás he visto se apareció de la nada y me ha estado visitando sin siquiera decirme de dónde viene o quien es realmente".
Él se rió con una voz profunda que inundó la habitación, se sirvió un poco de té.
"Ya te dije mi nombre," bebió un sorbo y colocó la taza en la mesa con elegancia. "No necesitas nada más".
"¿Estamos hablando del mismo tema?," le respondió molesta. "Por supuesto que necesito saber más".
"Tranquila," susurro. "No tenemos tiempo para esto ¿Qué les dirás?".

Odette se encogió de hombros y se puso de pie. Gotas caían de las puntas de sus largos cabellos dejando pequeñas marcas en el reluciente suelo.
Caminó por la recámara y se detuvo frente a la chimenea.
"¿Haremos esto de manera recurrente?," Odette avivó el fuego y lo miró. "Tu cabello es diferente a todo lo que he visto," se rodeó la cintura con los brazos. "¿Qué es lo que quieres de mi?".
Elián se puso de pie y rompió la distancia que había entre ellos.
"Todo a su tiempo," pasó una de sus manos por el rostro de Odette. "Tienes un color de ojos muy particular," acercó su rostro al de ella. "De buen augurio por lo que he escuchado".
"Yo..." tartamudeo con sus mejillas bañadas en carmesí.

Heredera de Hielo y Fuego [En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora