VIII

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Un año y medio atrás

Se sobresalto al escuchar la alarma resonar en toda la habitación, por instinto tomo su varita y apunto a la nada, paranoico lo llamaba Ginny.

Tallo con fuerza sus ojos y se puso de pie con pesadez. Otro lunes más. De nuevo a la misma rutina.

Se dirigió al baño y abrió el grifo de la ducha, una vez está estuvo a una temperatura templada se metió en ella. No supo cuánto tiempo paso dentro pero en el momento en que la piel de sus dedos comenzó a arrugarse se dió cuenta que era momento de finalizar su ducha.

Luego de salir se puso su uniforme de auror y bajo hasta el comedor, ahí se encontraba Kreacher que solo lo recibió con una mala cara, aún así le pronunció un buenos días como cada mañana. Camino con pereza hasta la alacena y con un movimiento de varita se preparó un plato de cereal.

Con el plato en sus manos se fue hasta la sala, encendió la televisión y comenzó a comer. Faltaban minutos para su hora de entrada pero el seguía comiendo despreocupado y aburrido. Cuando terminó el plato fue a cepillar sus dientes, arreglar el desastre que era su cabello y finalmente se fue por la chimenea rumbo al Ministerio de Magia.

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Como cada mañana estaba estancado de gente, camino fastidiado entre estás y de un momento a otro estaba frente a su oficina.

– Señor Potter– dijo su secretaria antes de que pudiera entrar a refugiarse en su espacio– El ministro quiere verlo en su oficina.

– De acuerdo– maldijo a todos los honorables magos y volvió al elevador para dirigirse hasta la oficina de Shacklebolt.

Tocó a la puerta de está hasta que escucho un pase, quito la mueca de aburrimiento que tenía y entro. Él ministro estaba detrás de su escritorio, en cuanto el azabache apareció se puso de pie para saludarlo.

– Gracias por venir Harry– saludo y le estrecho la mano.

– No hay de que, ¿todo bien?– dijo yendo al grano, no quería sonar grosero, pero era lunes y eso afectaba su humor.

– Todo de maravilla, solamente quería proponerte algo que te puede interesar– ambos tomaron asiento y el ministro le dió una carpeta, Harry la abrió, saco los papeles dentro y leyó rápidamente. Mortífagos. Francia.

– ¿Qué con esto?.

– Bueno se localizo a una poderosa banda de mortífagos prófugos en Francia, son muy peligrosos y tú eres a la persona a la que me gustaría confiarle este caso.

– ¿O sea que me tendría que ir a Francia?.

– Así es, pero si no es lo que quieres puedes rechazar. Pensé que te vendría bien ya que imagino que Londres es aún agobiante para tí.

Si lo era, y demasiado. Necesitaba salir de esa maldita ciudad en cuanto antes o se volvería loco. Todo le recordaba a la guerra, además la gente a su alrededor parecía siempre estar para mantener eso en su mente.

– Lo haré– dijo Harry sin pensarlo.

– Bueno tampoco espero que me des una respuesta inmediata, te puedo dar tiempo para pensar y...

– No, no hay nada que pensar, ire a Francia.

– Bien, si es lo que quieres– no estaba seguro de lo que estaba haciendo pero aún así le sonrió.

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No sabía que diablos estaba haciendo, ni si lo que estaba a punto de hacer era lo correcto. Pensó en irse y abandonar todo cuando apareció una cabellera pelirroja por la chimenea.

Un Final InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora