Capítulo XXXVI

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Minseok no se quedó mucho tiempo con él porque estaba muy ocupado haciendo cosas de "gente adulta", le dijo. Ir a bares, jugar en casinos, arreglar lo necesario para el día de su boda. Básicamente tenía la cabeza en un montón de cosas, todas a la vez.

En ese momento, por ejemplo, estaba Jun y estaba Sehun.

—Después de administrarle lo que te di y de hacerle de comer, no estaría mal que lo llevaras a un hospital. Su cuerpo se veía muy mal, honestamente. —Min tomó su botiquín, agarró su abrigo y antes de encaminarse hacia la puerta, confesó algunas palabras que tal vez no debió haberle dicho—. Los frascos en tu vitrina, ¿qué tipo de medicina tienes allí? ¿Vitaminas?

Sehun naturalmente no tenía idea, movió la cabeza:

—No son mías, cuando Jun se despierte voy a preguntarle.

El doctor deseaba decir un par de cosas más, pero su teléfono móvil comenzó a sonar con un tono verdaderamente ridículo y estridente. Pronto olvidó las amenazas que estaba a punto de arrojarle a medida que decía:

—Ya, ya voy a casa... Digo que ya voy, no que ya esté a unos pasos. ¡Ju! ¿Qué? ¿Quieres comer cangrejo? ¿Dónde voy a conseguir cangrejo? ¡Es de noche y está nevando! ¡Claro que no! ¡No quiero hacer enojar a mi futura esposa!

Sehun cerró la puerta de la entrada con una sonrisa que se desvaneció instantes después al sentirse completamente solo. De una manera inexplicable, le parece incluso como si fuera una casa más desierta y más grande de lo que es en realidad. A continuación, sin razón aparente, recuerda las palabras absurdas de Minseok, sus gritos, su mirada enamorada... Se siente celoso y se siente nostálgico. Eso es lo que se merece por hacerse de amigos anhelantes de una vida en pareja.

Para alguien que ahora se siente destrozado como Oh Sehun, burlarse de la gente en ese estado de aparente felicidad, parece ser lo único que le queda.

Sehun volvió a la habitación, la temperatura del aire ha aumentado considerablemente y el piso se ve ahora mucho más limpio que antes. Se arrodilló junto a la cama y le acarició las mejillas antes de acomodarle el edredón y poner un poco más tensas las sábanas que le cubrían. No podía dejar de extender la mano para remarcarle cada línea, cada peca, lunar, cada cabello desordenado. Su corazón se llena de recuerdos, de situaciones, de familiaridades... Pero hay algo de miedo, algo de amargura y un infinito océano de disturbios.

Hun no puede creer que le acusara de embriagarse y de decir nombres equivocados al momento de tener sexo. ¡Ni siquiera recordaba que eso hubiera pasado! Sehun, muy dentro de sí, un poco más de lo que quiere admitir, también se odia de una manera considerable.

—Borracho también llamé por tu nombre, aunque no tenía que pronunciarlo... No tienes el derecho a reclamarme entonces nada.

Sehun está cansado, siente que puede dormirse con la ropa puesta y no quiere quitarse tampoco los zapatos. Jun está a su lado, cree que es posible entonces quedarse junto a él, extender los brazos y sostenerlo hasta caer en la inconsciencia que tanto busca.

Pero no se atreve.

Al momento de hablar, su oración suena como un disparate para sus oídos:

—Te rompí, pero tú también lo acabas de hacer conmigo.

🥀

Cuando se despierta por la mañana, se da cuenta de que ni siquiera sabe cuándo se quedó dormido. Las cortinas oscuras estaban a medio colocar y la luz cálida y radiante del sol en el invierno, le pega de lleno sobre la cara maltratada. Jun intenta enfocar la vista, abrir los ojos. Lucha por sentarse y se da cuenta de que su cuerpo continúa tan dolorido como el día anterior.

La puerta de la habitación no está cerrada. Desde su habitación, se escucha el débil sonido del noticiero matutino. Hay un dulce olor a gachas, un toque de la colonia de Sehun... Y Junmyeon no puede estar entonces más atónito.

Incluso si sus noches duran más de la mitad del año, incluso si la lluvia forma parte de las mañanas, incluso si el buen clima es una minoría. Incluso si la amabilidad de Oh es difícil de conseguir, incluso si lo subestima, incluso si quiere compensar el mayor daño que le ha causado con un desayuno insignificante... Incluso así, no se dará por vencido todavía. Puede continuar un poquito más.

Mientras Jun estaba distraído, una pequeña cosa peluda comienza a lamerle la mano. Mirando a los cuatro gatitos del pasado en su cabeza, se da cuenta de que realmente han crecido mucho.

Sehun también fue despertado por un gato a primera hora de la mañana.

Todavía dormía, y sus brazos lo envolvían porque soñaba que sostenía a alguien más. Pensó que era Jun.. Pensó también en enterrar la cabeza en los hombros del castaño, pensó en despertarle o suplicarle, pero en lugar de eso, lo miró un instante, besó su cabello y se alejó. Hun estaba tan asustado y tan despierto, que comenzó a sentir que, si se quedaba por más tiempo a su lado, el monstruo en su mente crecería otra vez.

Miró sus manos y puso unos cuantos dedos sobre su cara como si quisiera hundirlos en su propia carne.

Si no mira la cara de Junmyeon, estará bien. Si no lo toca estará bien. Si no lo desea, estará bien.

Pero ahora está allí de nuevo, parado en el marco de la puerta. Observando su cama y observándolo a él.

—¿Si ya despertaste por qué no vienes a saludarme?

Jun siente que todo duele mucho, sus piernas y sus brazos. Cuando fue herido ayer, quería gritarle todo lo que pensaba de la forma más directa que fuera posible. Ahora no quiere decir una palabra.

—¿Todavía sientes dolor en la boca? —Sehun notó que había una línea de angustia visible en su cara, y entonces corrió a su lado para revisarlo mejor—: Dime si te duele. Ayer Minseok dejó un par de medicamentos para ti... Estoy esperando a que comas para que pueda dártelos.

Jun negó con la cabeza. Es muy contradictorio con la repentina diligencia que Sehun parece mostrarle. La noche anterior, hubo una tormenta violenta sobre esa cama y una herida implacable que parece no curarse. Cuando se levantó, también se levantaron sus pensamientos y cambió de panorama abruptamente. Sentía que estaba decepcionado, más de lo que lo estuvo alguna vez.

—¿Estás enojado? —La palma de la mano de Oh frotó suavemente el enredado cabello del castaño. Cuando se deslizó hacia abajo, sostuvo su rostro y dijo con la voz entrecortada—: No te enojes. ¿Está bien? Estaba celoso, temía que fueras estúpido y que hicieras tonterías en la calle. ¡Me sentía engañado! Si yo viniera utilizando ropa de otra persona, ¿no te sentirías mal por eso?

Sehun siguió sin tener una respuesta.

Después de sentarse, se acercó al cuerpo de Jun. Acarició al gato y lo acarició también.

Si la paranoia y la posesividad son simplemente por celos... Si las violaciones y los insultos son provocados por su angustia. ¿Qué tipo de destino distorsionado le espera entonces? Lo que Sehun puede ver es solo una bufanda que no le pertenece, pero no piensa en lo que hay más lejos de eso... No piensa que es porque hacía frío, ni porque estaba vulnerable, ni porque está enfermo hasta los huesos... No le preocupa que siga amándole...

No piensa en nada y ese es el problema.

Los diez años en que más te amé | SeHoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora