Capítulo XXXVII

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Junmyeon tenía una expresión demasiado fría y, por consiguiente, Hun quería hablar con él tan pronto cómo fuera posible. Sehun se acomoda junto a él en la mesa, se siente un poco aburrido debido al profundo silencio que se marca en el ambiente y entonces, se pone a jugar incesantemente con sus dedos. Sabe que Jun es del tipo de persona que vuelve a tener un carácter dulce con relativa rapidez, siempre y cuando se muestre dispuesto a pedirle perdón por todo lo que le ha provocado a su cuerpo y a su vida.

Esta vez no será así.

Junmyeon le lanza una mirada peligrosamente indiferente, tan fuerte como las ventiscas de invierno fuera de su ventana. Ya había intentado persuadirlo, convencerlo y ahora estaba sufriendo en soledad mientras era absolutamente ignorado. Incluso la visión que tiene Sehun de Jun ya no es la misma. Ya no tiene su habitual sonrisa infinita sobre la cara, el hoyuelo de su mejilla ha desaparecido y la delgada piel que cubre todo su cuerpo, pareció perder completamente su brillo anterior. Sus ojos, están oscuros de tristeza.

—... Mañana tengo que ir a la oficina. Me pidieron que me encargara de ejecutar un proyecto que se tiene previsto desde hace ya un par de años. Parece ilegal y por eso los subordinados de rango más bajo tienen miedo de tomarlo. Los tontos no saben que los asuntos de comercio sexual y la ganancia de dinero son como dos amigos inseparables.

Sehun empieza intentando un cambio drástico de tema. Tal vez, escuchando sobre sus días “como antes” su mente comenzaría a despejarse y las cosas avanzarían correctamente una vez más. Pero mientras pasan los minutos, siente que se ha equivocado nuevamente. No tiene la conciencia tranquila y no puede fingir que no se está desesperando.

Continua, lo intenta otra vez:

—El negocio está creciendo mucho este año y por eso cada vez me siento más ocupado, agraviado y descuidado... No puedo evitarlo. Los negocios en esta empresa son semejantes a ir a la guerra. Yo no tengo que luchar ninguna pelea, pero ser el espectador tampoco es tan fácil. Tengo empleados muy reacios, he tenido que corregirlos tantas veces que ya me siento algo cansado... Esa puede ser la razón de mi mal carácter, ¿verdad? Pero no importa, estoy feliz porque con el tiempo he ahorrado el suficiente dinero como para que tú y yo nos vayamos directamente a vivir al extranjero. No importa dónde, sé que estarás feliz en un lugar soleado y, ¿sabes? Podemos casarnos entonces por lo civil. Como querías.

Sehun, se inclina y le mira más directamente en la espera de alguna reacción.

Las verdades a medias a veces son muy útiles para aflojar el temperamento de las personas. Todo lo que acaba de decir, al menos la última parte, era algo que tenía en el pensamiento cuando era joven. Casarse en una isla desierta... Suena tan tonto que posiblemente funcione con Jun.

Junmyeon, por el contrario, sabe que ha superado sentimientos más sombríos que estos, en el pasado. Por ejemplo, cuándo fue al hospital a revisar la hoja de sus análisis por su cuenta, cuándo la quimioterapia resultó ser más dolorosa de lo que pensaba y la sensación de quemazón era tan profunda que realmente no podía levantarse. Cuándo estaba solo en casa, aturdido y tembloroso todo el día con una tristeza que nunca se iba.... no lo demuestra, pero sabe claramente que esto no debe ser cubierto por la palabra: “Es culpa del trabajo". Oh es culpable de sus propios problemas, sufre por las penas que él mismo se creó y, aun así, está dispuesto a continuar siendo arrogante. Aunque definitivamente, lo que hace no es tan vergonzoso como lo que piensa Jun. Reconfortando su propio dolor.

Definitivamente no quería escuchar las dulces palabras de Sehun, no le sirve de nada el querer ocultar las flechas después de que le disparó con ellas. Quiere pedir perdón después de lastimar a otros, y luego intenta que siga siendo amable y cariñoso como antes.

Tan desagradable...

Jun estiró los brazos, se recargó en la mesa, aguantó el peso de su cuerpo adolorido y se levantó.

—Estoy intentando arreglar nuestros problemas.

Sehun agarró la muñeca de Jun. El castaño se echó hacia atrás y lo miró a los ojos. No quería dedicarle ni media palabra.

Sehun se sorprendió por la mirada fría y aguda de Jun, pero aun así no soltó el agarre que mantenía en la muñeca de Kim:

—Sé que anoche actué impulsivo... Quiero escuchar lo que tienes que decir. Quiero que me hables. No dejes que me sienta preocupado.

—Entonces, ¿me quedo así? ¿Me quedo quieto y espero a que me vuelvas a lastimar? —La voz de Junmyeon es ronca y está luchando por hablar lento. Intenta enlazar cada palabra —:No quiero hablar. ¿De qué otra manera puedo hacer que lo entiendas?

Jun no pudo evitar toser, su rostro está pálido de nuevo. No pasó mucho tiempo hasta que Sehun le soltó la mano y Kim lo empujó para entrar al baño rápidamente.

🥀

Sehun se presionó ligeramente la cabeza con los dedos sin decir nada. Sólo pudo quedarse en la cocina, apagar las gachas de avena y luego ir al balcón para acabarse el medio paquete de cigarrillos que todavía tenía en su pantalón. No sabe qué hacer. Es la primera vez que Jun tiene un temperamento tan malo. Tal vez... Ha pasado incluso más tiempo del que cree desde la última vez que lo vio actuando de esa manera.

Le molesta que parezca que no hay nada que pueda hacer para remediarlo.

Cuando Junmyeon salió del baño, Hun ya había apagado el humo. El hombre delgado y enfermo entró silenciosamente en la cocina, como un perro que ha sido abandonado por su dueño. Tiene la cabeza baja, quiere llorar, así que se repite una y otra vez que todo lo que siente es falso. ¿Qué puede ser rescatable de su nostalgia si no es verdadera? Cuándo se vaya, habrá otra persona ocupando su lugar... Sin embargo, todavía quiere a Oh Sehun. Piensa que mientras más lo admite, más se le desgarra el alma.

—Enfríalo antes de comer o va a dolerte más la boca. —Sehun removió suavemente la espesa papilla en un tazón y la colocó encima de la mesa. El aroma era delicioso —: Podrás notar que todavía soy el mejor en hacer papilla. —Naturalmente no hubo respuesta, Sehun sonrió y dijo esta vez —: Bueno... Quizá es porque la papilla es la más fácil de cocinar.

Hun quería alimentar a Junmyeon, y el resultado fue hacer que Kim le rechazara. Tampoco le importa demasiado, solo sujeta su barbilla y se centra en mirarle con bastante atención. Sehun se ve encantador esa mañana, y Jun no puede hacer más que sentirse particularmente avergonzado al percibir como lo observa. Sabe que lo tiene a unos cuantos centímetros, por lo que intenta no mirar a la derecha más de lo absolutamente necesario.

Junmyeon no come mucho. Es realmente doloroso abrir la boca y utilizar su lengua para tragar. Parece costarle todo el trabajo del mundo y provoca que ya no tenga más apetito. Es suficiente por hoy, incluso si se trata de un tazón pequeño.

Sehun estaba algo angustiado y le aconsejó que no comiera más. Se levantó y tomó con suavidad la mano del castaño para decir:

—Voy a aplicarte el medicamento ahora.

Jun no tuvo la fuerza para rechazar al hombre que lo sacaba fuera de la silla y lo conducía rumbo al sofá para que se sentara.

Sehun tomó el medicamento y pellizcó suavemente las mejillas de Jun en un intento por hacerle separar los labios. La voz masculina que se escuchó en el cuarto, fue lo suficientemente suave como para estremecer a Kim:

—Oye, deja la boca abierta.

La herida parecía muy grave. Sehun estaba distraído cuando Minseok le aplicó tratamiento anoche pero hoy, al darle una mirada más cercana a las yagas, admite que es un espectáculo impactante. Más de una docena de heridas regordetas en la superficie interna de su boca de un color rojo brillante, parecían saltar hacía él apenas las iluminó con la luz del sol. Las marcas de las mordidas en su lengua son profundas y todavía se puede ver el fantasma de dónde pegaron sus dientes. ¿Estaba tratando de comerse la lengua o qué?

—Eres realmente tonto.

Sehun frunció el ceño, sus manos parecían no poder soltar ni un solo segundo a Junmyeon. Inhala el extraño olor a medicina en su boca, y su corazón siente la amargura cuándo piensa: ¿Esto de verdad puede solucionarse?

Los diez años en que más te amé | SeHoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora