Mis padres llegaron por la mañana, muy temprano. Incluso antes de que yo despertara. Me arreglé y le di un repaso a las cosas que debía llevarme para que no olvidara nada. Mi papá se encargó de meter todo mi equipaje a la cajuela del auto. Era hora de irnos.
-Señorita- me dijo Shei antes de que saliera por la puerta principal. – Buena suerte, le deseo lo mejor.
-Gracias, Shei. Voy a extrañarte.
Aunque Shei nunca había sido tan apegada a mí como lo fue Rita, también era una de las personas con las que viví mi día a día. Separarme de ella tan repentinamente fue duro, pero lo superaríamos rápido ambas. Ella perdería su trabajo. Su vida. Mi casa estaría prácticamente deshabitada, ella ya no tenía nada que hacer ahí. Solamente iría un par de veces a la semana para asegurarse de que todo estuviera en orden y limpiar.
Subimos los tres al auto, callados. El viaje continuó así, mientras yo leía un libro y escuchaba música con los auriculares. Un par de veces mamá preguntó algo a papá y él le respondió, pero quedaba allí. "Bienvenidos a Ottawa" pude leer un letrero no muy lejos. Cerré mi libro y me quité los auriculares.
-¿Ya vamos a llegar?- pregunté.
–Al parecer si- me dijo papá mientras me sonreía atreves del retrovisor.
Creo que sin querer se me pintó una sonrisita en la boca. Mi vida como estudiante estaba a punto de comenzar. Estaba un poco nerviosa, la verdad. Después de un rato alcancé a ver otro letrero. Esta vez decía "CEO", las siglas de la escuela. Ahora si estábamos por llegar. Cuando bajé del auto pude ver seis grandes edificios con las letras de la A a la F. Y muchos chavos que parecían de mi edad bajando equipaje de los autos, despidiéndose de sus familiares o saludando a sus amigos. Esta sería mi nueva vida. En serio estaba contenta.
Mis padres me ayudaron a bajar las maletas del auto y me acompañaron hasta las oficinas de dirección. Ellos pasaron a hablar con el director. Un señor de edad un poco avanzada, muy bien vestido. Portaba un taje gris y pañuelo blanco. Se veía agradable. A mi me dejaron en la sala de espera. Debieron haber tardado unos diez minutos, pero a mi se me hizo una eternidad. Estaba ansiosa. Por fin salieron. Pero esta vez ni siquiera alcancé a ver al profesor. Me levanté de mi asiento. –Vamos hija- dijo mamá.
Los tres sonreímos ampliamente mientras seguíamos caminando por el pasillo. Me dirigieron hasta una caseta con un letrero escrito por encima de la ventanilla que decía "INFORMES". Allí le di mi nombre a la muchacha que se encontraba detrás del mostrador. Y un par de minutos después me entregaron una hoja. La leí. Tenía escrito mi horario de clases y otras cosas. Por el otro lado mi nombre, grado, grupo, edificio y dormitorio. Ahí era donde tenía que ir. Edificio D, dormitorio 78.
-Creo que debes continuar sola Kenia- dijo mamá con una tímida sonrisa pintada en los labios.
-Bien. Espero verlos pronto-hice una pausa. –Los quiero.
Me di la media vuelta y me dirigí al edificio D. Cuando entre comencé a buscar mi habitación. Al fin la encontré. Estaba en el último piso. En los pasillos había un montón de chicas corriendo de un lado a otro. Saludando a medio mundo o trayendo y llevando cosas. Otras tan tímidas y nerviosas como yo. Y es que resulta que nosotras las de primero compartíamos el edificio con "unas cuantas" de segundo. Entré en la habitación. Era linda. Las paredes estaban pintadas de un rosa pálido. Claro, era un dormitorio de chicas. No grande, pero si espaciosa. Tenía una ventana por donde entraba toda la luz que había en ese momento. La recorrí con los ojos de un extremo al otro, hasta toparme con una chica que no se veía más grande que yo y parecía agradable. Era alta y muy flaquita, tenia el cabello negro y lacio, y unos ojos tan negros como el mar en su total profundidad.
-¡Hola!- dijo casi gritando. Me hizo dar un pequeño brinco del susto.
-Hola- le respondí sonriente.
-Me llamo Zoé- dijo en un tono de voz un poco alto aun.
-Yo soy Kenia. Un gusto conocerte-. No quería perder mis modales, al fin y al cabo nunca había estado en un lugar parecido.
-Igual. Ven deja tus cosas por aquí antes de que llegue nuestra otra compañera.- Me ayudó a mover mis maletas encima de una de las camas que había. –Y cuéntame Kenia ¿Cómo es que llegaste aquí?-.
-Pues, la historia es un poco larga...- algo me interrumpió.
En ese momento una chica de aspecto raro (para una chica) irrumpió en la habitación. Su cabello era largo y rizado hasta la cintura. De un anaranjado hermoso. Su piel blanca y tenía las mejillas llenas de pequitas. Sus ojos de color verde. Llevaba puesta una gorra de los Yankees, una sudadera para nada ajustada, pantalones negros y un par de Vans. ¿Ahora entienden a que me refería con "aspecto raro"? Pero la verdad no se veía mal. Su originalidad me llamo mucho la atención. Se paró justo frente a nosotras y dijo –Hola-. Con una ligera pero tierna sonrisa en la cara.Luego se abrió paso entre ambas hasta acercarse a la cama que seguía vacía y dejo sus maletas allí. Fue de nuevo a nosotras.
-Me llamo Naiara ¿y ustedes?-. Ambas le dijimos nuestro nombre
-Kenia y yo intentábamos conocernos un poco- le informó Zoé.
-Me parece bien- dijo acostándose en la cama bocarriba. –Pueden continuar
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Un minuto de silencio.
Romance"Las historias de amor se escriben sin saber qué se va a decir y se terminan sin saber qué se ha dicho". (Jean J. Rousseau)