Freya
Washington, EE. UU
—¡Debemos hacer que Magna regrese a Tierra! —exclamó Ohanna, aparentemente nerviosa por la situación en que se encontraba su amiga.Luego de ser bruscamente empujada por el portal, tuvo que caminar casi 4 kilómetros para llegar a su casa, ya que había hasta perdido el celular y el bolso en medio del susto. Recién llegando le debió muchísimas explicaciones a su madre y a la representante de la familia, quienes estaban atentas de cada palabra salida de su boca.
—En la Tierra no tendrá ningún tipo de protección, querida —le dijo la representante. Viane era su nombre y su apariencia física y rasgos eran muy similares a los de sus acompañantes.
—Viane tiene razón, Ohanna. Aquí por lo menos nos tiene a nosotros para defenderle —argumentó Sansa—, aunque no todos seamos tan competentes en hacer nuestro trabajo…
—No fue mi culpa…
—Sabemos que no lo fue —le calmó Viane—, pero cada acto lleva consecuencias. Y ustedes hicieron algo muy imprudente que acabo en tragedia. Analla no nos la pondrá fácil para poder reclamarla como la última vez, y es posible que ya Magna se encuentre con ella en la sede de los Souls, siendo interrogada.
Ohanna se dejó caer en el gran sofá que ocupaba la habitación donde se encontraban las tres reunidas. Era el despacho de Viane, majestuoso y exquisitamente decorado por ella misma.
La representante era una mujer imponente, de alta estatura y cuerpo curvilíneo. Sus facciones rectas y rostro estirado le daban un aura de superioridad que le hacía mérito a su carácter. Sin embargo, era a pesar de su regia capa exterior, una mujer bondadosa y misericordiosa, que pensaba más en el bienestar de los suyos que en sí misma.
Ohanna, sumida en sus pensamientos respecto a ella, fue invadida por una duda que hacía tiempo atrás le rondó por la mente, pero no fue capaz de expresar en palabras:
—¿Por qué nuestra familia ayuda a Magna? —preguntó, mirando primero a Viane y luego a su madre—. Yo soy su amiga debido a que ustedes me la encomendaron hace años, pero no entiendo los motivos de interés o lo que está en juego aquí.
—La joven no tiene culpa de lo que le incrustaron en su interior —explicó Sansa—. Y nosotros no podemos permitir que sigan jugando con su vida a conveniencia de los intereses de cada familia.
—¿Y cuales son nuestros intereses? —inquirió.
—Mantenerla con vida hasta el día destinado —respondió Viane—, y rezar porque Oshanta no la termine matando en el acto.
—Si va a morir de todas formas, ¿por qué arriesgarse por ella?
—Porque podrías ser tú o cualquier otro portador de los dones, quien estuviese en su situación ahora mismo —dijo Viane de forma tajante.
Se levantó del otro lado del sofá donde estaba sentada, dejando en la mesilla central la taza de té que tenía en la mano y yendo al otro lado de la habitación, donde un enorme cuadro de arte surrealista ocupaba casi toda la pared. Quitó el cuadro con sumo cuidado, dejando ver algo parecido a una caja fuerte, en la cual marcó un patrón numérico para que se abriese. De dentro, sacó unos papeles y documentos, para luego volver a su sitio en el sofá y tendérselos a Sansa.
La mujer los agarró, revisando cada uno meticulosamente hasta encontrar el que convenía enseñar a Ohanna. Una vez que la joven tuvo dicho papel en sus manos, lo leyó a detalle, asombrada por su contenido.
El papel era una especie de documento escaneado, donde era visible la imagen de un escrito desgastado y poco legible. En el mismo, con algo de dificultad, podía leerse:
ESTÁS LEYENDO
DESCENSO (FINALIZADA).
FantasySiempre han existido dos realidades paralelas; dos mundos que convergen sin tener noción uno del otro desde el inicio de los tiempos. Solo pocos seres, que componen las siete familias fundadoras, han tenido el privilegio de comunicarse unas con las...