Capítulo 22. FINAL

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Oscuridad absoluta…

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Oscuridad absoluta…

Cuántos recuerdos le trajo aquel espacio oscuro, sin ápice de luz, sombra o superficie. El interior de cada alma era diferente, variando en colores, sensaciones y hasta recuerdos. Era como un mundo dentro de uno mismo. El de Analla era una réplica exacta al de ella, sin vida, denso y asfixiante.

El interior de Magna fue así debido a su pasado, a los recuerdos borrados que le hicieron perder toda esencia en su alma. Pero el de Analla, no entendía el porqué de esa oscuridad, a menos que el propio Oshanta la estuviese provocando.

Frente a ella se encontraba la deidad, arrodillado en el suelo con la mano de la líder en su cuello, en sus formas físicas, al parecer luchando. En ambos sus ojos centellaban, los de él rojos como la sangre, los de ella blancos como la luz. Un poco contradictorio con su personalidad retorcida y su obsesión de gobernar el universo. Estaban usando sus dones uno contra el otro, probando fuerza entre ambos para decidir el alma dominante, sin notar la presencia de Magna ahí adentro, con sus ojos igual de centellantes, lista para usar todo lo que le quedaba de energía.

—¡Shantaaaa! —gritó, corriendo hacia ellos.

La mano de Analla suavizó su agarré al mirar a la intrusa, lo que le dio tiempo a Oshanta de quitársela de encima y levantarse. Magna estiró el brazo y lo agarró, abrazándole con fuerza mientras, por encima de su hombro, miraba a la líder con furia, aguantando las ganas de irle encima.

—Estoy bien, cariño —dijo Oshanta—. Suéltame.

—¿En serio estás bien?

—Aguantando todo lo que pude. No tengo energía, Magna. Soy un completo desastre.

Ella le soltó, poniéndose entre este y Analla, aun cuando ella estaba en iguales condiciones. No había mucho tiempo antes de que tuviese que abandonar ese espacio, así que debía aguantar todo lo que pudiese, vencerla y hacerse con él.

—¿Cómo puedo volver a reclamarte? —le preguntó, sin perder de vista a la líder, la cual estaba quieta, extraña en su pose.

De un momento a otro Analla comenzó a reír, caminando lentamente, tambaleándose, con una mirada eufórica. Todo en ella era demasiado raro, su comportamiento en sí, tan mecánico, alertó a Magna de que algo no estaba bien.

—No podrás salir de aquí, Lahen —dijo la líder. Su voz sonaba gutural y artificial—. Serás consumida también.

Y sus ojos brillaron con mayor intensidad, doblegando el cuerpo de Magna, haciendo que esta se arrodillara. Oshanta la fue a levantar, siendo expulsado hacia atrás de repente, por una fuerza mayor.

—¿Qué cojones…?

—Ya no hay vuelta atrás —siguió hablando—. Esta guerra está ganada.

Pasó por el lado de Magna, sin mirarla, yendo en dirección al cuerpo tendido de Oshanta en el suelo. Volvió a agarrarlo por el cuello, mirándole fijamente, aproximando sus rostros. Un humo comenzó a salir por la boca de él, haciendo que cerrara los ojos y su cuerpo tuviese pequeños espasmos, como si le estuviese quitando lo que quedaba de su energía.

DESCENSO (FINALIZADA).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora