Freya
Dublín, Irlanda
Luego de tantas horas de espera le resultó sumamente incómodo entrar a hablar con su madre como si nada. Sentía miedo real por su reacción, ante la incompetencia de dejar pasar a su territorio, a un presunto asesino que la estuvo engañando por más de un mes.Eso no era normal en ella, quien normalmente tenía una barrera inquebrantable, capaz de bloquear algún sentimiento o confianza total hacia otra persona.
Se le había criado de esa forma, y así había aprendido a vivir, haciéndose menos humana con el pasar de los años.
Dio dos toques suaves a la puerta con los nudillos, esperando la confirmación para entrar. No hubo respuesta.Volvió a tocar y tuvo el mismo resultado. Su madre no quería hablarle, o algo estaba sucediendo sin que ella tuviese idea alguna. Necesitaba un desahogo luego de todo lo que había sucedido. Alguien con quien hablar.
Bajó la escalinata principal, doblando al fondo hacia las habitaciones más alejadas del recibidor, caminando hacia el ala este donde había un cuarto cerrado, usado décadas antes como sala de reuniones. Buscó entre sus llaves y lo abrió, sintiendo el olor a humedad y polvo, señal de que no se limpiaba hacía mucho tiempo.
Había grandes ventanales, cubiertos por gruesas cortinas de damasco antiguo y tul. La madera del piso se encontraba agrietada, y debajo de una tabla suelta podía apreciarse otra capa de madera, como chamuscada según su color. Las paredes estaban llenas de lo que parecían cuadros antiguos de la familia, cubiertos por telas blancas al igual que los muebles, quizás para conservarlos del polvo y la propia humedad. Era un lugar sombrío mirándolo de esa forma, pero era mejor que nada.
En su habitación, o habitaciones comunes del palacete, no podría actuar con total libertad, menos en ese momento en que su error casi le cuesta caro a la familia. Sin embargo, en esa parte era poco común que la servidumbre o algún familiar de mayo rango se asomasen.
Destapó uno de los muebles, sentándose en este con cuidado, ante el crujir del mismo. Inhaló aire con fuerza, tronando sus dedos para crear un portal.
Este se hizo de inmediato, casi sin ruido. Ya había aprendido a cómo controlar el viento a conveniencia para que el portal fuese lo más discreto posible. Era solo cuestión de regular la energía, algo que ella sabía hacer de sobra.
Al otro lado había un cuarto elegante, con paredes pintadas de neón y varias extravagancias más. Una cama imperial se hacía ver en el centro, y encima de esta, una joven en pijama con una laptop y el celular en la mano, mirándola fijamente como si no se esperase aquella situación.
—Se supone que no puedes hacer esto —le dijo la chica en voz baja, acercándose al portal al ver de quién se trataba.
—Estoy en un lugar seguro. ¿Has podido encontrarla?
—No. Mi madre desistió en que lo siguiera intentando. No quiero levantar sospechas, así que esperaré la oportunidad.
Asintió.
—No sé lo que trama la mía —le confesó a la chica al otro lado del portal—. Desde que consiguió a Oshanta no me deja verla. Tengo un muy mal presentimiento.
—Ten calma y actúa con normalidad. Todo se puede venir abajo si sospechan de ti.
—¿Entonces qué hago? Estoy más que limitada.
La chica se volvió a alejar, saliendo del campo de visión que permitía el portal. Se sentía al otro lado como revolvía al parecer la habitación buscando algo. Luego se volvió a asomar de prisa, enseñándole unos papeles en la mano.
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DESCENSO (FINALIZADA).
FantasySiempre han existido dos realidades paralelas; dos mundos que convergen sin tener noción uno del otro desde el inicio de los tiempos. Solo pocos seres, que componen las siete familias fundadoras, han tenido el privilegio de comunicarse unas con las...