Capítulo IX

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Alex:

¿Por qué siento que no es correcto hacer esto?

La chica que hasta hace poco estaba manteniendo una conversación conmigo, donde claramente dejaba a entender que yo le gusto, se agarra de mis brazos mientras nos besamos.

Sus labios están un poco secos y el olor a cigarro que tiene su ropa no me es muy agradable.

¿Por qué ahora me molestan esas cosas? Antes no le daba importancia a esto.

Aparto mi cara después de unos segundos, mientras suelto una maldición por lo bajo.

No puedo gozar con otro cuerpo ni con otros labios. Ella no sale de mi cabeza, por lo que no puedo hacer las cosas que antes solía hacer y disfrutarlo como antes.

-Disculpa -le digo sin mirarla a la cara-. No me siento muy bien.

Y hago lo que nunca pensé que haría en mi vida. Huyo de una chica que quería acostarse conmigo.

Un rato después, me encuentro con cara de como alguien que está en la funeraria y no en una fiesta. Me termino el vaso lleno de ron de un trago, quemándome la garganta, aunque no hago ni el menor gesto de desagrado. Esa sensación no se compara con lo que siento por dentro.

¿Por qué me tiene que afectar lo que haga Cecilia? ¿Por qué no puedo simplemente ignorarla y ya, como he hecho con las demás?

¿Por qué no me puedo comportar con ella como me comporto con las demás?

El calor que se apodera de mi cuerpo me dice que si tomo otro más ya estaré borracho. O puede que ya esté borracho, pero no de esos que ni se pueden levantar.

Una pareja delante de mí están a punto de tener sexo, mientras que tengo a otra diciéndose palabras de amor en medio de arrumacos a mi otro lado.

Varias chicas se me acercaron pero mis miradas asesinas las hicieron retroceder, excepto a Natalia que está a mi lado contándome no sé qué. Finjo que le presto atención, pero lo que hago en realidad es debatirme mentalmente si vale la pena emborracharme o no.

-Dijo que estuvo todo el tiempo llamándolo pero era mentira y se puso muy molesto al enterarse de la verdad... -sigue parloteando mientras yo miro la botella de ron casi vacía que hay al frente de mí. Ella me llama, me pide que le dé un trago más-. ¿Se puede saber qué te pasa?

Eso hace que la mire por primera vez desde que se sentó a mi lado.

-Ahora lo único que pasa es que no quiero hablar.

Ella me mira como si me hubiese vuelto loco.

-¿Ninguna bromita pesada ni nada?

Por muy amiga mía que sea no quiero decirle lo que me pasa en realidad.

Me siento ridículo. Ridículo por tratar de mostrarle a Cecilia como es Armando en realidad, para que al final aunque sea muy obvio que es un descarado, ella lo perdone.

Estoy molesto. Muy molesto, aunque no es con Cecilia. Estoy molesto conmigo mismo por haberme lanzado a la piscina y que no hubiera la suficiente agua para nadar. Creo que no siquiera había un charco.

¿Qué creía yo? ¿Qué me iba a decir que le gustaba y dejaría a Arando por mí?

Es obvio que eso nunca pasará.

-No estoy de humor.

-Tú siempre estás de humor -dice tocándome el hombro-. ¿No me dirás Mufasa?

-No tengo ánimos para joderte.

Me mira preocupada mientras se acerca más a mí, su pierna rozando la mía.

No caeré en tu labiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora