Capítulo I

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Cecilia:

—Podrías quitar esa cara de entierro, por favor —le suplico a mi prima.

Ella me mira con gesto cansado mientras se recuesta en la pared, imitándome. Suelta un largo suspiro antes de hablar.

—Bastante que vine. No sé ni cómo lograste convencerme —dice con tono monótono.

Miro de nuevo a la multitud de personas que en este espacio reducido bailan, saltan, cantan y chillan junto con la estruendosa música, mientras alzo la cerveza que tengo en la mano para darle un sorbo.

—Relájate un poco, no es como si te fueras a morir.

—Tal vez no me vaya a morir pero ¿podrías haberme escogido un vestido menos ajustado? Me siento desnuda —se queja señalándose con la mano en que no sujeta una lata de cerveza.

Yo la observo de arriba abajo a pesar de saber ya cómo anda vestida.

—Es una fiesta, no una clase de educación física para ponerte shorts súper anchos y pulóveres de tu hermano —pongo los ojos en blanco mientras ella resopla—. Ese vestido además te llega por encima de la rodilla, no estás tan descubierta.

Ella me fulmina con la mirada pero yo le doy mi mejor sonrisa.

—Ya, en serio, relájate.

—Sabes que no es mi ambiente, bastante que vine.

—No tienes por qué sentirte mal, no pasará nada.

—Si tú lo dices —murmura no muy segura y pasa los dedos por encima de la lata quitando los pocos restos de hielo que tiene.

Me concentro en la multitud buscando a alguien en particular. Sigo por unos segundos mi labor de encontrarla pero no lo consigo mientras escaneo una y otra vez el panorama. Al único que logro enfocar es a Alex, el mejor amigo de la persona a la que busco. Miro a su lado, pero su mejor amigo no está con él, sino que está junto a Natalia, la cumpleañera, demasiado pegados.

—¿A quién buscas? —pregunta antes de dar un trago.

—A Javier.

—¿Qué? ¿Por qué?  —pregunta nerviosa después de casi atragantarse con la bebida.

—Tú sabes por qué —le respondo con una sonrisa maliciosa la cual oculto tomando de mi cerveza.

Javier es –aunque ella no lo admita en voz alta– el chico que le gusta. Esta es a la segunda fiesta que ella va y en la anterior él le pidió bailar y ella aceptó. Obviamente para que ella viniera a esa fiesta tuve que prácticamente rogar para que asistiera. En realidad, creo que si llegué a rogar.

—No voy a volver a bailar con él.

—Ya te había dicho que él no te tocó así que no tenías por qué estar incómoda —le recuerdo la conversación que tuvimos esta tarde—. Muy por el contrario yo te vi normal, creo que hasta sonreíste por algo que él dijo.

El sonrojo que se instala en sus mejillas hace que mi teoría sea una certeza en estos momentos.

—Por cierto ¿Qué te dijo? —le pregunto con curiosidad y sus mejillas toman un sonrojo aún más notable.

Si mi prima se sonroja, es que la cosa es seria.

—Me dijo que esa noche estaba más preciosa que lo habitual —me dice desviando su mirada a sus pies—. Esas fueron sus palabras exactas.

—¿Ves? —le señalo haciendo un ademán con mi mano mientras trago otra vez de mi cerveza—. Es obvio que le gustas. Corrección, que se gustan.

No caeré en tu labiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora