Capítulo XIII

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Cecilia:

El corazón se me detiene un segundo, antes de retomar su marcha a una velocidad inhumana. El cuerpo se me ha paralizado de la impresión. El tiempo ha dejado de correr, todo lo que sucede a nuestro alrededor parece lejano y fuera de enfoque. Todo ha dejado de ser importante excepto el chico que no deja de mirarme fijamente con sus hermosos ojos azul cielo.

Estupefacta, mi mandíbula cae mientras busco en su expresión algo que me indique que esto sea una broma o que no escuché bien. Al no encontrar nada intento articular alguna frase, cualquiera, pero las palabras se niegan a salir de mi boca.

Él… ¿En serio él dijo eso?
No será uno de sus chistes ¿Verdad?

No, no lo es, se ve demasiado serio. Siempre que hace uno de sus chistes tiene una expresión burlona, que es todo lo contrario a lo que muestra su rostro.

—¿Qué? —murmuro como una tonta al no ser capaz de articular nada más.

Sonríe de lado, enseñándome parte de su dentadura. Se acerca más a mí sin dejar de mírame ni un segundo. Creo que me voy a gastar por la intensidad con la que me mira.

—Que te quiero, Cecilia —pronuncia despacio y en voz baja.

Sus palabras son como un bálsamo para mis oídos. Siento el calor instalarse en mis mejillas mientras una sonrisa se dibuja sin que la pueda controlar en mi rostro.
Su rostro está muy cerca de mí, tanto que nuestras narices están a punto de chocar.

Nos quedamos unos segundos en silencio, pero nunca dejamos de mirarnos. Su aliento golpea mi rostro y su mano no deja de acariciar con lentitud mi mejilla. Los animales salvajes en mi estómago no parar de saltar y las manos me tiemblan, así que las coloco en mi regazo mientras suelto un suspiro nervioso.

Alex ha sido tan lindo estos días. Se he preocupado por cómo me siento, estuvo para consolarme cuando sucedió el incidente con Armando y siempre me defiende. Ha sido imposible controlar mi corazón cuando no ha dejado de portarse así. Ha sido imposible no enamorarme de él.

Alex me ha demostrado que detrás de esa sonrisa burlona y esos chistes malos, hay una persona con un enorme corazón.

A pesar de la alegría que me embarga al escuchar sus palabras, no sé qué decirle. Creo que nada de lo que diga va a sonar tan perfecto como amerita la situación.

—¿No me dirás nada?

Suelto una risita nerviosa para luego morderme el labio inferior. Sus ojos se dirigen a mi boca por un segundo hasta que decido humedecer mis labios para hablar.

—Yo…

—Alexander.

La burbuja mágica en las que estábamos sumergidos se rompe cuando una voz femenina llega a nuestros oídos. Alex le frunce el ceño a la linda rubia de ojos azules que le habla. Yo igual la miro con confusión.

¿Le llamó Alexander? ¿Quién le dice a él Alexander?

—¿Te conozco? —pregunta él dejando de tocarme la mejilla.

Casi quiero fulminar a la chica con la mirada por habernos interrumpido, pero me obligo a enderezarme y a mirarla confundida.

La chica tiene enarcada una de sus cejas perfectamente resaltadas. No me pasa desapercibida la mirada cargada de asco que le dedica a Alex mientras chasquea la lengua.

—Pudiste al menos haber dicho que tenías novia ¿no? —enarca una ceja— Así no estarías rompiendo corazones como el de mi mejor amiga.

El pecho se me desinfla, la desilusión sustituyendo a la alegría que sentía hasta ahora. Miro a Alex esperando una explicación de esto mientras él mira a la chica como si se hubiera vuelto loca.

No caeré en tu labiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora