Cecilia:
No puede ser. ¿Cómo he podido ser tan estúpida? ¿Cómo he podido perder mi tiempo con alguien como él?
Me la he pasado huyendo de Alex, sin saber que el verdadero patán era mi novio.
Las lágrimas empiezan a caer como cascadas de mis ojos. Con las mejillas empapadas busco entre las gente que siguen bailando y son ajenas a mi terremoto interno, a mi prima. Busco su melena rizada, pero no la encuentro por más que busco.
Cuando distingo a Javier casi canto victoria, pero me desilusiono al ver que mi prima no está con él. Sin embargo, quien se encuentra con él es Jennifer. No le presto atención a este último detalle. Javier es muy inteligente para dejarse manipular por ella.
Me acerco a ellos y sin querer empujo a Jennifer, pero no me disculparé por ello. Javier me mira con preocupación, aunque no luce muy sorprendido. Él debe intuir que ocurrió, y es que todos siempre tuvieron razón sobre Armando.
—¿Dónde…? —el hipo me interrumpe—. ¿Dónde está mi prima?
—No lo sé.
Me aparto de Javier y sigo buscando a mi prima. Necesito de ella, de sus consejos, de su consuelo. Necesito que ofenda a Armando y diga que lo va a matar. Necesito que me diga que todo estará bien.
La cabeza me estalla cunado sigo sin encontarrla. Hay demasiada gente bailando a mi alrededor, lo que sigue dificultando mi búsqueda.
Desesperada, sigo buscando, pero me tenso cunado siento una mano en mi muñeca. Rezando para que no sea Armando, me giro lentamente. Me enuentro a una persona muy diferente.
—Cecilia, tienes que ve… —Alex se interrumpe— ¿Qué pasó? —pregunta al ser consciente de la humedad en mis mejillas.
—Ar… —hipo— Armando. Lo vi —sollozo—. Lo vi con…
Alex no me deja terminar la frase. Envuelve sus brazos alrededor de mí y me atrae a su pecho.
Y es ahí que me siento un poco mejor.
Aspiro su perfume mientras con fuerza le devuelvo el abrazo, buscando sentirme mejor. Escondo la cabeza en el hueco de su cuello, donde tiene regados unos preciosos lunares. Me reconforta el hecho de que nuestros cuerpos se amoldan perfectamente a nuestro abrazo, y que su mano acaricie imperceptiblemente mi espalda.
Las personas a nuestro alrededor, en mi cabeza desaparecen. No existe en este momento en el mundo algo más que Alex y yo abrazados.
Aunque cada vez son más las lágrimas, libero toda la tensión que tenía mi cuerpo. Mi corazón comienza a calmarse. Cuando las lágrimas paran, el delicadamente me limpia una de las mejillas.
Me separo de el al cabo de unos minutos.
—Le voy a partir la cara —dice Alex molesto, dándose la vuelta.
Le agarro del brazo antes de que logre dar un paso.
—No lo hagas.
—¿Lo vas a seguir defendiendo?
—¡No! ¡Por supuesto que no! Pero la violencia no te va a llevar a ninguna parte.
Una lágrima rebelde se escapa de mi ojo, y antes de que logre apartarla, él me la limpia con delicadeza. Mi corazón da un salto ante lo delicado y dulce del gesto.
—¿Puedo hacer algo para que te sientas mejor? —pregunta colocando sus manos sobre mis hombros.
—¿Podemos buscar a mi prima?
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No caeré en tu labia
Teen FictionCada vez que me acostaba en mi cama, con una pierna encima de la otra y me ponía a leer un libro, fantaseaba con que alguna vez me pasara algo similar a los romances de los protagonistas. Sonreía cuando me imaginaba enamorándome del típico chico mal...