2. ¿La algo de Sugawara?

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Una chica estaba parada frente a ellos mirándolos esperando a que dijeran algo, se mantenía con un aire de superioridad y orgullo, había sido un buen remate. Ambos chicos se habían quedado estáticos e impresionados ante su rápida respuesta.

—¿Hola? ¿Alguien en casa? —comentó de forma burlona haciendo que finalmente reaccionaran.

—¡¿Cómo hiciste eso?! ¡Fue como Kabam, flush! —Hinata fue el primero en hablar emocionado haciendo unas extrañas señas con sus brazos.

—¿Fue como qué? —la chica no había comprendido a lo que se refería.

—Hinata idiota. —el más alto soltó un golpe en la cabeza del mandarina para calmarlo.

—¡Enséñame a hacer eso! —pidió el menor con un brillo de emoción en sus ojos.

La chica mantenía su rostro un poco serio con una pizca de burla por la actitud de Hinata. Se acercó un poco y se agachó un poco hasta su altura.

—Solo debes prestar atención aquí. —mencionó de forma filosófica apuntando su corazón.

—¿Lo haces con el corazón? —preguntó con un brillo en los ojos, emocionado.

La chica alargó una carcajada burlándose de su cara, parecía ser un niño esperando a Santa Claus o al hada de los dientes.

—Claro que no. ¿Qué te crees que es esto? ¿Magia? Esos pantalones de uniforme no son para saltar. Aparte de que tu punto de equilibrio es inestable y tu salto tiene la gracia de un elefante —comenzó a enumerar las cosas que notó erróneas, había observado los últimos dos remates y ya había notado varios errores en sus saltos, el de cabello negro ahogó una risa burlona mientras que Hinata le dirigía una mirada de odio —. Ah, y tú —se dirigió hacia Kageyama haciendo que se tensara —. No se de tu posición pero creo que si doblas un poco las rodillas y te levantas impulsándote con todo tu cuerpo podrías tener un poco más de control.

—¿Juegas voleibol? —preguntó el pequeño.

—Nop.

—¿Entonces quien te crees para decirme que hacer? —se quejó Kageyama en voz baja con la intención de que ella no lo escuchara pero desafortunadamente sí lo había hecho.

—Bueno, me voy. —dijo dando media vuelta.

—¡Yo si quiero que me ayudes con mi remate! —gritó Hinata intentando detenerla.

Ella solo giró la cabeza y le guiñó un ojo. ¿Qué significaba eso? ¿Que si lo iba a ayudar? ¿o que no lo haría?

—¡Bakayama! ¡Ella pudo ayudarme a mejorar! La espantaste.

El chico se quedó pensativo, aquella chica parecía serle conocida de algún lado.

—¿Ella no está en la escuela? —preguntó hacia el pequeño.

—¿Qué?

—O quizá es familiar de alguien —murmuró con el ceño fruncido —. No creo que sea una amiga de la infancia, tampoco me suena de la secundaria. Pero su cara es similar a la de alguien...

—Ahora que lo mencionas —Hinata detuvo los murmullos de su compañero —. ¿No crees que se parece a Suga-senpai?

Aquella chica era más alta que Hinata pero no tanto como Kageyama y su cabello era de un distintivo color plateado, estaba quizá mal cortado o trozado hasta arriba de los hombros y debido a la poca luz de la tarde no habían alcanzado a ver completamente sus facciones. En realidad no la habían podido ver del todo, quizá no le habían prestado atención.

—Kageyama idiota. —comentó antes de tomar su balón para irse en dirección a su casa.

°°°

—¡Buen saque Yamaguchi! —se escuchó en el gimnasio.

Ese día ya estaba abierto el gimnasio y para recuperar el día perdido habían decidido hacer un partido amistoso entre los mismos del club.

El equipo A estaba formado por Sawamura, Sugawara, Yamaguchi, Ennoshita, Narita y Tanaka. El equipo B estaba formado por el dúo dinámico junto a Kinoshita, Azumane, Nishinoya y Tsukishima. El marcador ya estaba en el cuarto set a 18 - 16 a favor del equipo A. Todos habían sido ganados por el primer equipo.

El saque flotador de Yamaguchi anotó otro punto para el equipo A.

—¡Uno más Yamaguchi!

Otro saque flotador llegó al otro lado de la cancha pero esta vez fue salvado por el gran libero de Karasuno. El balón llegó a las manos del armador y se preparó para poner en posición la pelota. Recordó el consejo de la chica del día anterior y se preparó bajando un poco más las rodillas para tomar impulso. El balón salió disparado hacia Hinata. Un golpe directo, perfecto en cuanto a velocidad y altura. Hinata lo miró, estaba en su mejor punto pero cayó al piso sin haberla golpeado.

—¡Hinata idiota! —gritó Kageyama hacia su compañero.

—¡Ah! ¡No! ¡Olvidé golpearla! —comenzó a exclamar —¡Pero fue perfecta Kageyama! —puso ambos dedos pulgares en alto hacia su amigo.

Corrió hacia él intentando chocar las cinco pero la palma del más alto llegó hacia la cara del mandarina mientras le dedicaba esa cínica sonrisa, pareciendo que estaba a nada de golpearlo.

El partido terminó siendo ganando el equipo A, el equipo perdedor tuvo que hacer otra ronda de castigos.

—Hinata, esto es tu culpa. —comentó Tsukishima cansado y sudado. Odiaba perder y hacer castigos.

—Es que hubieras visto el balón desde arriba. Fue como un flash que hizo Boom.

—Nadie te entiende. —A veces el rubio odiaba cuando su compañero hacía ese tipo de comentarios. ¿Quién los podía entender?

—Esa chica tenía razón. —murmuró el armador.

—¿Chica? —el pecoso tierno llegó a la conversación del resto de los de primero luciendo fresco como una lechuga. Claro, no había tenido que hacer castigos.

—¿Chica? —preguntó Hinata pero al segundo un foco prendió sobre su cabeza —¡Suga-senpai! —gritó llamando la atención del superior, estaba cerca así que se dirigió hacia ellos revolviendo el cabello de la mandarina a modo de saludo.

—¿Qué sucede?

—¿Tienes una prima linda que es buena en el voleibol? —preguntó sin rodeos ganándose un golpe por parte del pelinegro.

Suga dejó salir una pequeña risa

—No tengo primas, lo siento pequeño Hinata. ¿Por qué?

—Ayer una chica nos ayudó al final del entrenamiento. —comentó Tobio.

—¡Sí! Se parece a ti.

—Pues lo siento. Mi familia es pequeña. —comentó dulcemente Suga encogiéndose de hombros.

Resignados, los chicos de primero tomaron una ducha para posteriormente caminar por la escuela en dirección a la salida, habían entablado una charla sobre lo sucedido el día anterior y el gran remate de aquella chica

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Resignados, los chicos de primero tomaron una ducha para posteriormente caminar por la escuela en dirección a la salida, habían entablado una charla sobre lo sucedido el día anterior y el gran remate de aquella chica. Tsukishima en realidad no se había entrometido en la charla, iba sumergido en la música que salía de sus audífonos.

—¡Hey! Chico zanahoria y chico limón amargo. —otra vez esa voz detrás de ellos.

Pasivo Agresivo (Tsukishima Kei)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora