Pasivo Agresivo (Tsukishima Kei)

10. Ego

El segundo día tampoco había sido bueno para el equipo de Karasuno. No habían ganado muchos partidos pero habían obtenido mucha experiencia. Si se pudiera tratar como un videojuego se podría decir que aunque hubieran perdido 10 batallas, habían podido subir de nivel

Por su parte, Kei no había estado con la mente en el juego. No lograba concentrarse y se llevó la mayoría de los regaños por no lograr bloquear correctamente. No había vuelto a cruzar palabra ni mirada con la chica y no había obtenido respuesta a la pregunta de ¿Porqué lo hizo? ¿Por qué lo beso y luego le dijo que lo odiaba? ¿Qué significaba eso? ¿Era bueno? ¿Era malo?

Le había dicho que lo odiaba, obviamente era algo malo pero su ego le intentaba decir que a lo mejor era algo bueno.

Minagawa dejó de sentir molestias en su dedo, pero claro, no lo podía mover, tampoco le comentó a nadie que se había accidentado. Tenía la mala costumbre de hablar de más y no quería que se le saliera decir por accidente lo que le hizo al rubio, así que optó por mantenerse lo más callada posible.

Cuando la noche llegó todos se dieron una ducha y se despidieron del resto de los equipos, subieron al camión y apenas se puso en marcha todos cayeron dormidos.

Al llegar a la prefectura en la mañana se juntaron para que Daichi dijera un par de palabras junto con Ukai y posteriormente cada quien partió para su casa. Tendrían un par de días para disfrutar antes de regresar a clases.

Gen aprovechó ese momento para molestar por última vez a Tsukishima. Tampoco era que tuviera un gran plan maestro pero improvisar e incomodar a las personas se le daba bastante bien.

—Hey Yamaguchi. —saludo al pecoso parándose a su lado mientras se dirigían a su casa.

Inmediatamente notó como Tsukishima se tensaba. A eso sabía la guerra, el sabor de la pena, de la incomodidad.

El pecoso rápidamente entabló una pequeña conversación sobre las prácticas en Nekoma. El chico había aprendido bastante en ese pequeño viaje y sorpresivamente la chica hacia el intento por aprender las bases del juego.

Una vez que los caminos se separaron ella caminó en silencio al lado del rubio.

—Oe. —algo incómodo, el chico intentó romper el silencio.

Minagawa sacó su teléfono y sus audífonos y fingió poner una canción mientras se ponía los audífonos. La perfecta técnica para evadir a las personas.

—Ahg, eres imbécil. — comentó algo apenado por ser ignorado.

Se sentía pequeño, en comparación a su altura. Se sentía vulnerable y eso era algo que Gen había notado y sonreía con satisfacción.

Así es la guerra, querido Kei, dile adiós a tu ego.

Cuando llegaron a la casa del chico él estaba a punto de despedirse pero ella siguió caminando como si no hubiera notado que él ya se había detenido. Básicamente lo iba ignorando.

—Tch, que infantil.

Ella estaba en su cielo, había encontrado la forma de derrumbar el gran ego del chico.  Jugar con su mente era en realidad bastante divertido. Aquella chica bien sabia como se sentian los demas a su al rededor y particularmente, la incomodidad ajena le gustaba bastante.

—Llegue. —saludó al llegar a la casa mientras se quitaba los zapatos.

—Gen Minagawa, ven ahora en este momento.

La chica se sobresaltó al escuchar esa voz, cerró los ojos y maldijo para su interior. Su momento de felicidad había durado demasiado poco.

Caminó lo más lento que pudo hasta que llegó a toparse con la real bruja Minagawa, su mamá.

—¡¿Por qué no me avisaste que no estarías?! —gritó apenas vió a su hija.

—Como si te importara si duermo en la casa o no. —susurró la chica.

—¡Sí me importa! ¡Eres una maldita estúpida imprudente! ¡¿Qué hubiera sucedido si te pasa algo y no sabemos dónde estás?! —gritó llena de furia.

—Pero ya llegue, ya calmate. —respondió mientras intentaba caminar hacia su cuarto.

—No volverás a salir hasta que inicien las clases. ¡Estás castigada! ¡¿Me escuchaste?!

—De todas formas no planeaba salir. —contestó de vuelta mientras cerraba la puerta de su cuarto.

Se tiró a su cama cuando entró a su cuarto y se tapó la cara.

En definitiva, los días más aburridos de su vida estaban por llegar.